Algo se muere en la ciudad cuando un comercio se va. Un goteo constante de despedidas que sucede desde décadas, algunos la califican de fracasos partidistas que atribuyen a los que no son los suyos. Esta afirmación la suelen aplicar unos, y también los contrarios, en función del contexto político. A veces, las pérdidas son significativas al desaparecer parte de la identidad ciudadana y la memoria de generaciones, en otros casos, son formulas estándares sin más arraigo que la de la coyuntura. Son reflejos de agotamiento, de falta de esperanza y de ilusión, tanto para el centro como para los comerciantes, que por definición son personas con entusiasmo.
¿Hay soluciones? Claro que se pueden encontrar soluciones, pero aunque sea obvio primero hemos de reflexionar cuáles son los problemas, y cuáles las causas que la han originado. El plural empleado conscientemente se concreta en nudos difíciles y no son recientes, como por ejemplo la obsolescencia y/o la inadecuación de la oferta a unas demandas cambiantes. Estas cuestiones y otras más especificas propias de la actividad comercial merecen una reflexión aparte, pero hay una razón que es contundente cuando comprobamos como Jerez se ha convertido en una de las primeras ciudades españolas en superficie comercial por habitante. ¿Es razonable que una demanda tan modesta pueda dar para todo y para tanto?, en estos momentos me viene a la memoria un refrán que mi abuela repetía sobre que teta y sopa no caben en la boca.
Hemos, han, facilitado un gigante en la periferia que impide que nadie más pueda respirar. Una oferta gigante que hace invisible una oferta minúscula, dividida y confundida. Un desequilibrio que evoluciona siempre en sentido contrario al interés común, y que lamentablemente en el origen de esta disfunción no se arbitraran medidas compensatorias que permitieran cimentar una alternativa para el centro mientras la periferia crecía y crecía, y centrifugaba.
Ahora el horizonte pasa por corregir el desequilibrio, como se corrige la desigualdad con discriminación positiva, diciéndolo con claridad, por una parte, hay que actuar y por otra deshacer, haciendo lo que se debió hacer en su momento. El desequilibrio también se refiere a los usos, vivienda, empleo, comercio y equipamientos deben tener su presencia, una mezcla necesaria y apropiada, y cuando no es así las soluciones cojean. La peatonalización de la calle Larga supuso una inflexión, una esperanza en la revitalización, sin embargo, hoy vemos que no es suficiente, que hace falta conseguir el equilibrio, y poner en uso el espacio en desuso, a la vez que trabajar una oferta comercial diferenciada, entre otras acciones imprescindibles para construir otro futuro.
Y todo ello sin perder de vista los cambios y transformaciones que se producen cada día, como el caso de la hostelera que habrá que tratar específicamente, pero sin las ventajas que tienen en Barcelona, donde han suspendido licencias hoteleras para pensar qué hacer con el turismo, nosotros en Jerez, debemos pensar haciendo, es decir, no debemos parar de hacer lo que se pueda hacer, pero con criterios, y no haciendo ni cualquier cosa, ni lo primero que llegue. Y si Springfield vuelve a Jerez será porque la ciudad ha madurado y se ha equilibrado en todos los sentidos, y será entonces cuando no nos preocuparía sí vuelven o no, ésta u otras firmas. Una situación compleja, en un momento difícil, casi sin gas. Este es el horizonte que hemos de resolver para el 2020 y desde mañana por la mañana.
Irene Luque y Jorge Izquierdo son arquitectos y urbanistas en infusionesurbanas.es
Inquietos y comprometidos con la regeneración y racionalización de nuestras ciudades.
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