¿Dónde están todas las armas que están enviando los gobiernos de los países de la OTAN a Ucrania?
Lo llaman ayuda a un país europeo, aunque bien saben que se trata de alargar, y prolongar la guerra lo más posible, para expulsar a Rusia de la Economía europea, y de nuevo, volver a ser aún más dependientes de la metrópoli de Washington, ahora de las compras de gas, como toda colonia que se precie.
Los poderes, saben perfectamente, que en cuanto llegan a su destino final “la frontera eslava”, son destruidos por los misiles rusos, que dicen los medios de manipulación social, atacan territorio de Ucrania por razones geopolíticas.
El presupuesto del Reino de España ya dedica el 1,8% a los gastos militares, a la industria armamentista, muy cerca del exigido 2% por el comandante-jefe de la OTAN, ora Trump, ora Biden.
Esto es el nuevo colonialismo, pero ya no sobre países del tercer mundo, sino sobre todos los territorios nuevos sometidos, incorporados al mando de la alianza del Norte. Los territorios del centro y Este de Europa, que tras la unificación alemana, están siendo absorbidos por el poder político, es decir económico y militar, de los Estados norteamericanos.
Se ha desarrollado este proceso, sigilosamente, contrario a los intereses europeos, socialmente bajo la máscara de las instituciones de la Unión europea, de la cual no es casual, que haya salido unilateralmente el otro aliado con ideología y poder del neocolonialismo, el Reino Unido.
Es difícil encontrar un análisis completo que tenga en cuenta todos los procesos políticos de la década posterior a la gran crisis económica europea de 2008, pero esa es otra guerra. Una vez garantizada la ocupación “manu militari” del Norte de África , y sometidos los focos rebeldes de Oriente Medio, la guerra continúa.
La economía global ultra-concentrada depende ya demasiado del consumo armamentista, y este de las tensiones políticas, y de las derrotas de los derechos humanos. Europa sólo podrá salir de esta inseguridad mediante la diplomacia y el restablecimiento de las dialogadas relaciones internacionales, mediante las prácticas de un gobierno decente, mediante la resistencia y el rearme de la Cultura de la No violencia.
Por eso el debate ideológico en Norteamérica sobre del derecho a matar, es decir a portar armas, es determinante pues su Cultura, justifica y maquilla el hampa globalizado, y el infierno que continuará provocando migraciones masivas en este inter-continente.
Los gobiernos europeos no sólo no fueron solidarios, sino que permitieron la intervención militar unilateral norteamericana en los Balcanes, cuyo resultado más allá de cumplir su objetivo de destrucción de la Confederación con una Economía social y democrática, y con un país No alineado que obstaculizaba la expansión militar, y garantizaba mediante la neutralidad con otros países del Este, las buenas relaciones económicas, comerciales y políticas entre Europa y Rusia.
El objetivo de control absoluto del territorio europeo, no sólo político y económico, sino también militar, como parte de esa Economía de guerra que se impone desde el otro extremo del Atlántico, así como el control de los recursos energéticos, petróleo, de Oriente Medio y norteafricano, no ha saciado la codicia de los neocolonialistas.
Tras la destrucción de los países soberanos no alineados, y la ruptura de la política de no agresión a Rusia, la cual venía suplicando hasta ayer mismo. La oligarquía del complejo militar- industrial no sólo no se ha debilitado, sino que tras ese discurso fariseo de bajar el telón de acero, se ha desarrollado una militarización de Europa, con un tupido velo azul europeo, que nos impedía observar la expansión militar hacia el Este. Y que tras el golpe de Estado con intervención extranjera en Ucrania, se ha sembrado de silos militares que apuntan desde todos los confines del viejo continente, más allá de Rota o Sicilia, a los territorios de los Urales.
Quienes juegan a la ruleta rusa sobre nuestras cabezas europeas, saben estar seguros, pues la mano que maneja el arma, sigue estando cada vez más lejos tras el brexit, pero más dentro de la Unión europea. Por ejemplo un Gobierno europeo, como el de España, no debería mantener un modelo económico con 3.000 millones para el comercio de armas.
En los países y naciones de Europa ya no se trata de impulsar políticas orientadas a recuperar soberanía, en este siglo se trata simplemente de conservar la cabeza, libre del cáncer militarista. La resistencia contra las guerras ha comenzado lenta, pero sostenida, e imparable.
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