Los parecidos razonables entre Vox y PP se rompen al llegar a Juanma Moreno, quien finalmente gobierna, sin embargo, gracias al apoyo de Vox. Arzallus nos dejó la explicación de lo que ocurre: unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces. El discurso de Casado, en Madrid, es de ataque al Gobierno de España por la crisis provocada por Marruecos, después de haberse reunido con partidos marroquís que reclaman Ceuta y Melilla como ciudades marroquís; en lugar de hacer responsable a Marruecos de la situación, lanza la culpa contra el Gobierno de España; Juanma Moreno calla ante esto. El presidente de la Xunta de Galiza, Núñez Feijóo, también del PP, no está de acuerdo con Casado. Lo sabemos porque lo ha dicho públicamente.
En Andalucía se vive una situación de inestabilidad institucional, y Juanma Moreno no sabe si arriesgarse o seguir como está. Lo que ocurre es que seguir como está significa seguir entregando a Vox más y más poder de decisión sobre asuntos de gobierno muy sensibles: antes, las mujeres; ahora, los niños.
En solo una semana cinco hombres han matado a sus mujeres y a un niño. En solo unos días, Ceuta se ha llenado de niños usados en una acción impulsada, por lo que parece, desde algún lugar de Marruecos. Niños que vagan por las calles y llenan almacenes. Niños de los que, según las Leyes y el corazón humano, hay que hacerse cargo hasta saber dónde están sus familias. La Junta de Andalucía anuncia que acogerá, provisionalmente, a doscientos de esos niños, y Vox fuerza la ocasión para impedir que sean acogidos y aumenta la inestabilidad del Gobierno andaluz.
Juanma Moreno deshoja la margarita de las elecciones anticipadas desde hace tiempo. No dudó en abrazarse a Vox para alcanzar el Palacio de San Telmo, ni Vox ha dudado en exigir que se cumplan los detalles de su pacto para sostener al Gobierno de Juanma Moreno. Podría decirse que La Junta gobierna con una vela puesta a Vox y otra a las encuestas. La solución alemana a este desaguisado hubiera sido que PP y Ciudadanos hubieran buscado en el PSOE-A la posibilidad de gobernar, en lugar de entregarse a una ultraderecha que ahora quiere devolver a niños sin tutela ni protección a un territorio donde nadie sabe si alguien los recibirá. Hay que imaginarse qué significa dejar a varios miles de niños, simplemente, en la calle, sin la garantía de quién se hará cargo de ellos ni en qué condiciones. Todo esto contra la Ley española e internacional, a la que está obligada España.
Una vez más, Vox exige que se cumplan sus condiciones: antes fue el pin parental, ahora es la simple expulsión de miles de niños a las calles, abandonados a su suerte. Casado, en Madrid, se reunía con partidos que finalmente recibirían los beneficios políticos de la avalancha humana en Ceuta. Juanma Moreno, a diferencia de Núñez Feijóo, no se enfrenta a Casado y busca la forma de seguir gobernando gracias a Vox, porque las encuestas, aunque favorables al PP, no son la última palabra. La última palabra la tienen las urnas.
Las encuestas, las oficiales de la Junta y la privadas favorables al PP, son igualmente favorables a Vox y quizá sea esto lo que más inquieta a Moreno. El famoso efecto Ayuso le daría más votos, el efecto Edmundo Bal le daría aun más, y por las izquierdas falta el contrapeso, con la falta de líder y liderazgo del PSOE-A y la nada clara situación en Podemos y Adelante Andalucía. ¿Pero qué ocurriría si las izquierdas fueran capaces de reorganizarse con inteligencia política? Lo ocurrido recientemente con Airbus muestra una clarísimo malestar con la Junta en la sociedad andaluza, pero hay otros malestares que dieron el Gobierno a Juanma Moreno y podrían darle ahora una mayoría parlamentaria, pero nuevamente dependiente del voto de Vox. El gobierno pasa por Vox y la solución no va a ser fácil de alcanzar dada la polarización política en Andalucía y en España. Como decía, la única verdadera solución sería un acuerdo PP / PSOE-A o un acuerdo PSOE-A + Ciudadanos. Ciudadanos vivió la desaparición en Madrid y no creo que PSOE-A vaya a querer formar Gobierno con Ciudadanos después de la experiencia de Murcia.
¿Qué queda? Quedan miles de niños inocentes abandonados a su suerte y una sociedad que no se indigna ante reclamaciones políticas, las de Casado y Vox, absolutamente injustas y que nos despojan de la calidad humana que hace que las personas sean tenidas por seres humanos.