Una participación de casi el 90%

Uruguay se constituye desde una sociedad política y culturalmente activas: dos aspectos que van unidos de la mano

Una participación de casi el 90 % en las elecciones presidenciales de Uruguay.

Una participación de casi el 90% en las elecciones presidenciales no es un resultado de ningún país europeo ni comunista. Uruguay es un paisito, el más pequeño de América del Sur, donde la conciencia política de la sociedad es notable. Un país de casi 3,5 millones de habitantes, donde algo más de 2,7 fueron habilitados a votar. De esa población total, casi la mitad vive en Montevideo, una ciudad hermosa, arbolada, de arquitectura colonial y postcolonial abundante; de amplias calles; muchas playas abiertas al río, en especial Playa Ramírez, con dunas, lirios, y su celebración de Lemanjá, junto a un parque Rodó, hermoso, que se comunica con el predio del Museo Nacional de Artes Visuales. Lejos de todo esto están barrios como El Cerro y La Teja, y la romantización que algunas guías pretenden hacer del barrio sur las dejan en evidencia: el único conventillo que queda, después de que fueran arrasados por la última dictadura, se encuentra en la zona del puerto: un lugar del pasado que sigue vivo.

La arquitectura de Montevideo, aparte de la colonial y postcolonial, llama la atención inmediatamente. Los estudiantes de arquitectura, y los egresados, hacen un famoso viaje a Europa, donde recorren varios países para llenarse los ojos de ‘modernidad’ y de ‘antigüedad’. Los europeos deberían organizar su viaje a Montevideo para sin salir de la misma ciudad contemplar el prontuario de su propia arquitectura, mejorada y más bizarra. Además, tendrían la oportunidad de visitar Parva Domus, una micro república dedicada al entretenimiento que solo aceptaría ingresar en la ONU si lo hiciera también en su Consejo de Seguridad.

Uruguay se constituye desde una sociedad política y culturalmente activas: dos aspectos que van unidos de la mano. Una sociedad mucho más diversa de lo que les parece a quienes quieren resumir el país a través de una tradición de blancos y colorados. Estas elecciones nos devuelven esa imagen verdadera nuevamente. El Frente Amplio sería el más votado; el segundo candidato mejor posicionado cambiará a ser el candidato de una coalición electoral de derechas, conservadores y neoliberales para tratar de ganar la segunda vuelta presidencial al Frente Amplio. El partido Identidad Soberana podría ser clave para acompañar a un eventual Gobierno del Frente Amplio en Diputados, a la espera de los resultados definitivos del escrutinio.

La pobreza llegó en Uruguay aumentó hasta en un 10,1 % en 2023, algo que se podía ver en las calles, que llega al 20,1% entre los niños menores de seis años. No llama a sorpresa que durante los tres gobiernos progresistas anteriores a Lacalle Pou hubo un proceso severo de reducción de la pobreza y que con el neoliberalismo de Lacalle Pou comenzó a repuntar la pobreza y la pobreza extrema. Igualmente, la opinión generalizada sobre corrupción y decadencia de la calidad democrática aumentó de forma preocupante.

El 24 de noviembre será la segunda vuelta, el ballotage. Yamandú Orsi, Frente Amplio, ya venía dejando claro, durante toda la campaña, que solo se podrá gobernar acordando políticas de Estado con la oposición, apelando así a la solución necesaria para resolver los problemas de la pobreza, sobre todo. Al mismo tiempo, insistía en que la gobernanza solo será buena si lo es para todos y con todos.  Álvaro Delgado, del Partido Nacional, busca ser el candidato de un proyecto político, por supuesto continuador del de Lacalle Pou y se declara “el único capaz de garantizar la gobernabilidad”.

Una vez más, aunque de forma menos abrupta en el Río de la Plata, se enfrentarán dos candidatos antagónicos para un mismo país. El del Frente Amplio, pidiendo una política para todos, y el del Partido Nacional, coalición de conservadores, derechas y neoliberales, pidiendo una política para la mayoría.