Podemos, RTVE y el tonto de la vereda

En ese vivo sin vivir en mí, depreciar a Podemos o tolerarlo, están el PSOE y Sumar

Estoy casado y tengo una hija. Licenciado en Ciencias Químicas y Doctor en Ciencias Ambientales.

Ione Belarra e Irene Montero, de Podemos, se abrazan, solas, tras la reforma de la Ley del solo sí es sí.

La radio televisión pública española se comporta como el tonto del refrán de la vereda, se acaba la vereda y sigue el tonto.

Pedro Sánchez entregó RTVE a la derecha por dos motivos. El primero, el compromiso incumplido del PP de que a cambio del control de la línea editorial, se llegaría un acuerdo para la renovación del ultracaducado Consejo General del Poder Judicial. El segundo, reducir el campo mediático de la izquierda a la zona domesticada. Así, los logros gubernamentales del podemismo quedarían invisibilizados. Si se alientan los marcos progresistas el espacio para maniobras de izquierda falsaria se reduce.

La operación matar a Podemos es una operación de régimen. Desde 2014 es una operación burda, pero van con ello. El triángulo cloacas del estado, grandes grupos mediáticos y judicatura ultraderechista ha funcionado con tesón implacable. Ese triángulo no ha sido criticado por el PSOE y, lo que es más dolorosos, ha tenido la cooperación fáctica de traiciones y deslealtades nacidas o reverdecidas en el espacio del podemismo. Todo el mundo sabe a lo que me refiero.

Que la derecha quiera matar un partido capaz de recoger la repolitización progresista que supuso el “no nos representan” y el “no somos mercancía en manos de banqueros”, naturalizar el feminismo como primer frente de acción contra la desigualdad material y reconocer la plurinacionalidad del estado como clave para avanzar en un proyecto de profundización democrática, para llevar todo ello al gobierno de España, es normal, le va en ello el estado centralista monárquico. Que el PSOE quiera reducirlo cenizas porque forma parte del reparto del 78 también.

No es normal que operadores que han crecido gracias al empuje estratégico de la frescura y determinación de Podemos, piensen que podrán sostenerse en el tiempo si trabajan un proyecto de suplantación del PSOE en lugar de un proyecto estratégico de sustitución. Si Podemos desapareciese, cobraría fuerza en la izquierda la opción de integrarse en el PSOE en virtud de la advertencia de ¡qué viene la ultraderecha!

Lo que dicen las encuestas, aunque estén hechas para que digan lo contrario, es que sin Podemos el PSOE no gobierna y que Sumar sin Podemos no suma. La reciente operación matar a Podemos se trabajó alimentado la ilusión óptica de Sumar y situando todas las cañoneras contra Ione belarra e Irene Montero. No solo no ha conseguido debilitarlo, si no que ha cohesionado el espacio.

Se ha revelado, como vienen advirtiendo desde posiciones democráticas analistas como Enric Juliana e Iván redondo en La Vanguardia, y desde posiciones muy de derechas analistas como José Antonio Zarzalejos en El Confidencial, que no se puede matar a Podemos. Esos mismos análisis indican que sacar a Podemos del espacio de unidad de la izquierda implica la no reedición del gobierno de coalición.

En ese vivo sin vivir en mí, depreciar a Podemos o tolerarlo, están el PSOE y Sumar. Los indicios apuntan a que ya están corrigiendo sus posiciones maximalistas. Buscaran la llamada unidad de la izquierda a la izquierda del PSOE intentando reducir el espació de representación de la estrategia podemita. Tratarán de que el feminismo de clase, la determinación “ruidosa” en pro de la justicia social y la cooperación en la dirección de estado con Bildu y ERC, queden reducidas a lo testimonial.

El podemismo ha de ser cauto, como se ha comprobado desde 2014 la generosidad ha manifestado sus límites en la traición y la deslealtad. Convendría que se saliera de la edad de la inocencia. No se ha llegado hasta aquí para entregar la cabeza de la izquierda transformadora plurinacional a un nuevo bipartidismo imperfecto.

Mientras Pedro Sánchez y Yolanda Díaz recitan a Santa Teresa de Jesús, RTVE sigue como el tonto de la vereda, se acabó la verdeda para matar a Podemos pero el tonto sigue.

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