No sé, amable persona que me lees, si te has encontrando con la muerte voluntaria de una persona en tu vida. Sí, estoy hablando del suicidio, algo que en los medios de comunicación está vetado hablar y se evita a no ser que la víctima sea una persona muy conocida y relevante para el público en general. Pero hay que tener mucho cuidado al hablar del suicidio porque es una conducta que se puede imitar y a la vez que se informa, estamos perjudicando. Por eso os voy a contar una experiencia que tuve hace ya veinte años pero que la recuerdo como si fuera ayer.
Como otras personas, sí he vivido experiencias de suicidios cerca, pero esto que voy a contar tuvo un final feliz y se pudo evitar. El suicidio es una consecuencia de unos sentimientos negativos extremos y que no es la solución. Ojalá aprendiéramos entre todos a explicar a quienes nos rodean —todos somos probables suicididas— que la muerte voluntaria no arregla nada. Allá por el año 2000, internet era otra cosa. Necesitabas del ordenador, no la teníamos en el móvil. La manera de comunicarte en los tiempos previos a Facebook y Twitter eran las redes de IRC. Un servidor donde había miles de canales de muchas temáticas dónde entrabas, charlabas con gente con intereses afines, etc. De hecho, algunos de mis mejores amigos vienen de ahí, del IRC (Internet Relay Chat).
Por aquel tiempo existía un canal llamado #GayAndalucía, que así se ponía, donde los usuarios gays andaluces hablábamos de lo que se nos ocurriera. En aquellos canales, habíamos unos operadores responsables de expulsar a gente que insultara, se portara mal, etc. Una noche entró un chico de 16 años de la provincia de Sevilla que dijo que se iba a suicidar. El motivo era la homofobia que estaba sufriendo por parte de sus compañeros de colegio, amigos de la calle, etc... Los que estábamos conectados nos quedamos asustados ante la situación como se pueden imaginar. Pero tuvimos la suerte de actuar bien. Lo principal era escucharle, mantener su atención en el ordenador, decirle de todo, animarle, entreneterle, lo que fuera, para que no se despegara de la pantalla. Mientras, algunos miembros del canal llamaron a la Polícía. Otros usaron lo que se conoce como ingeniería social. En aquellos tiempos no podías localizar a nadie como se puede localizar hoy a alguien con un móvil. La ingeniería social consiste en sacarle datos personales a alguien sin que se dé cuenta, y se consiguió sacar donde vivía. Con esos datos, se localizó a la madre, y se llegó a tiempo. Se evitó.
He vivido más casos motivados por la homofobia que llega a una persona, sobre todo los adolescentes, con una personalidad más débil, a tomar esta terrible decisión. Os preguntaréis por qué hoy estoy hablando de esto, tan terrible de lo que nunca se habla, y que ocasiona más víctimas al año que accidentes de tráfico. Sencillamente porque acabo de terminar de ver la serie de Netflix Por trece razones —este enlace contiene spoiler— y estoy en estado de shock. Hay polémica con la serie sobre si se tenía que haber hecho. Yo creo que sí, pero creo también que un o una adolescente tiene que verla con un adulto o con alguien formado. No que la esté viendo a la vez. No. Pero que padres, madres, educadores y orientadores sepan que esa serie está ahí.
El suicidio no es solución ninguna para nada. Y existe un Plan de Prevención contra el suicidio en Andalucía. Puede que ni lo supieras. En esta página web de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía existe toda la información para la prevención del suicidio. Y ya sabes, ante cualquier cosa que veas que te haga sospechar de que alguien está en riesgo, llama al 112.