Bribón

Fue épica la retransmisión de la llegada de SM a terra galega. Bajó del Air Forjuan ayudado de un mozo

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Periodista.

Llegada del rey emérito Juan Carlos I al Club Náutico de Sanxenxo (Pontevedra). TVG
Llegada del rey emérito Juan Carlos I al Club Náutico de Sanxenxo (Pontevedra). TVG

Por fin llegó el dia mas esperado. SM El Rey volvió a España. Zarzuela ha querido que la visita mantenga un perfil bajo. Don Juan Carlos vuelve de Abu Dabi para las regatas de San Xen Xo y para saludar brevemente a los suyos. Por eso, apenas unas decenas de followers y doscientos medios de comunicación acreditados dieron el seguimiento en TV de la trayectoria del avión de SM en vuelo Abu Dabi-Santiago —un servicio puerta a puerta del moro a la cristiandad—. Yo lo vi, cruzando los Monegros. SM ponía asi punto y seguido a dos años de acogida y regalos de sus hermanos árabes. 

Fue épica la retransmisión de la llegada de SM a terra galega. Bajó del Air Forjuan ayudado de un mozo. Torpeó las escalerillas pero, ya abajo, recompuso el gesto, tiró driza y abrió velas como si el mismo eolo le soplara la nuca. Le esperaba su amigo Pedro Campos junto a su esposa Cristina Franze —astróloga y tictoker— y la infanta Helena. Le saluda también el alcalde de San Xen Xo, que agracede a su majestad por situar su villa en el mapa y en Galicia, cuando todos les creían perdidos o en Indonesia. 

Campos es el anfitrión de SM en San Xen Xo, y el organizador del campeonato del mundo de veleros de San Xen Xo y el armador del Bribón que participa en él, y es responsable de formar su tripulacion. Por eso embarcó a SM en una neumática - como un inmigrante o un narco-, desde donde observar cómo lo hacía la tripulación en la bañera del Bribón que, a fin de cuentas, se trata de preparar un campeonato para junio y es mucha responsabilidad para la marinería cargar con todo el almanaque de Gotha a bordo  y llevar en cubierta al Rey de Jerusalén, las Dos Sicilias, Cerdeña, Corcega y Gibraltar, de las Indias Orientales y Occidentales, Islas y Terrafirme del Continente Océano, Archiduque de Austria y Borgoña, de Atenas y Neopatria, Milán y Flandes, y Conde de Barcelona, Vizcaya y Molina. Con tantos en el Bribón, mucho han de cuidar que nadie de se les vaya a pique.

De vuelta, el camino hasta la casa del señor Campos fue tranquilo y divertido, y transmitido por Internet desde el interior del propio vehículo. En las imágenes ofrecidas por la señora de Campos para tictoc se ve al Rey como un niño consentido- es tan tierna la vejez-, ladrón de voluntades y manoteando y feliz muy a su modo. Se mostraba, con todo, incómodo y luchando con el cinturón en su intento de voltearse atrás, donde graba y ríe la brasileña de Campos. Campos parece preocupado. La tictoker registra desde el interior del vehículo pequeños grupos de paisanos que saludan o sortean el volvo de los Campos, y que circulan a pie por estrechas aceras apenas señaladas en lo que parece una vía pecuaria hasta el chalet. 

Pero Campos no es ahora amigo, ni el obsequioso anfitrión que siempre fue y sus ojos escrutan cualquier movimiento que hace el monarca. Recuerda cómo SM Juan Carlos sacó pecho tan solo pisar tierra. Cómo respiró hondo a queroxeno y mar, y cómo bajó antes la escalerilla, duduso si, y confiado de que bajar es cosa de dejarse ir sin freno y el único verbo en cuya accion se puede confiar sin esfuerzo. Su Majestad —pensó Campos— es en estos menesteres todo un profesional.

No es facil ser armador de un barco del que no se es propietario y en el que SM dio tanta caña y Campos reflexiona quien será mejor patrón para el Bribón. Valoró el estado del Rey, su derrota bajando las escalerillas y cómo a babor o estribor, barlovento o sotavento resolvió al fin su interminable descenso. No es facil. Campos analizó los recientes episodios a que se vio obligado su amigo frente a Fiscalia, Anticorrupcion y Hacienda —la responsablidad de un armador no debe dejar cabo suelto—, y no pudo sino ponderar su capacidad para el regateo. Defendió por amura la prescripción de sus delitos y, cuando lo vio mal -realmente mal-, atacó por aleta y puso popa a todos sus perseguidores y escapó con su génova hinchada de inviolabilidad omnisalvadora. Es un crack —pensó Campos—, quien mejor que Su Majestad para marear de Bribón.

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