Dugin

El hombre, Alexander Dugin, parió en 2009 lo que dio en llamar 'Cuarta Teoría Política', superadora dice él de comunismo, fascismo y, por supuestísimo, del liberalismo

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Periodista.

Logo de la llamada 'Cuarta teoría política' de Dugin.
Logo de la llamada 'Cuarta teoría política' de Dugin.

Me gusta, a ser posible, asistir a los fenómenos políticos leyendo a los pensadores que los alumbraron. Por lo general, median años y hasta siglos desde que alguien tiene la ocurrencia hasta que otro, con menos cabeza y más poderes, las pone en práctica o la usa como referente o excusa. El pobrecito Marx se libró de conocer la dictadura del proletariado que en su nombre inauguró Lenin, y tanto o más Nietzsche respecto del holocausto y Adolf.

Eran tiempos de caballos, carroceros y burros y todo iba más lento. Desde el Volkswagen todo se ha precipitado y ya Heidegger pudo observar encerrado cómo en su nombre se gaseaba a judios, se arrasaba Polonia o para abrir boca se bombardeaba Guernika o se jugaba a la Desbandá entre Málaga y Almería.

Ahora, y al caos de las bombas en Ucrania, me he acercado a un tal Alexander Dugin —Dacha, tal vez, para los amigos— un tipo delgado, alto, lento de pies y barbas valleinclanescas, un prenda con pintas de mendicante y que, a ese pesar, es políglota, politólogo y filósofo, cuarto y mitad entre el mencionado Nietzsche, Heidegger y un poco Iker Jiménez.

El hombre parió en 2009 lo que dio en llamar Cuarta Teoría Política, superadora dice él de comunismo, fascismo y, por supuestísimo, del liberalismo. El trigémino político consistiría en buscar, destilar y condensar la supuesta realidad de cada país o fracción de país desde Alemania a Lisboa, en tanto que Rusia —su Rusia— tendría carácter continental desde Polonia y hasta algún Karajastán lejano y olvidado del mundo de Dios.

Su propuesta busca la diversidad —sí, no se rían— y así las cataluñas, las vascongadas, los gallegos, los andaluces y hasta los de La Línea encontrarían en Duguin comprensión, cariño y, de su seguidor, Putin, ayudas y apoyos para le secesión.

Dicen que la política hace extraños compañeros de cama y en ese menage se ha visto a Putin, Lepenes y Salvinis —con abascales de palanganero y a pie de tálamo, riendo las gracias y dando un agüita— trabajando todos en desestabilizar a Europa, dividiendo para ganar, en ese afán de convertir a Andalucía en el reino de la tauromaquia, con Hércules disputando aun con Gerion —mítico rey emérito—, catalanes de calsot y casteller, y vascos aizkolaris, según debe ser y responde a estereotipos. Anclados todos y en eterno pretérito pluscuamperfecto, per saecula saeculorum, amén...

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