Parece que el Mensaje no termina de calar. He visto pasar al Resucitado por calles de barrio concitando en ellas a grupos de vecinos. De 20 o 30 asistían al desfile con la emoción de ver transitar a un camión de cierto tonelaje sorteando curvas y estrecheces - llámate, Juan; quiso ayudar uno desde la acera-. Ni cuarto de entrada. Ni una lágrima, ni una plegaria, ni un mínimo para el Milagro que motivó la Semana Santa y con la que hasta el Viernes han llorado, rezado, aplaudido y discutido, o se han emocionado en la ceca y brindado en la meca. Hasta el Viernes.
Sin duda esto de ser tibios al Resucitado es el mayor sinsentido de una celebración con muchos anacronismos y mensajes confusos como la Semana Santa. Porqué escolta la policía y la guardia civil a una procesión de hombres buenos. Cómo una religión de justos requiere la presencia de Jueces y Fiscales. Qué les pasa a estos hombres de Paz que cantan el novio de la muerte.
Son muchas la preguntas. Por no entender, no entiendo que es eso de la Hermandades -que en sí mismas me parecen malignas y contrarias al propio ecumenismo-, así sean venerables y antiguas o novisimas. Porqué romper la hermandad global entre todos los hombres con hermandades de barrio, de gremio o de clase y a tiempo y circunstancia parcial.
No sé cuál es el epígrafe fiscal de la Unión de Hermandades ni de sus asociadas y componentes, ni sé cómo les va con la Agencia Tributaria, pero me llama la atención que el Ayuntamiento que invierte 600000€ cada año - más propina- y es responsable ante la Cámara de Cuentas, no tengan nada que decir a la hora de seleccionar en su número, sus credenciales e idoneidad a los participantes de una Fiesta de Interés Turístico Internacional que promociona, monta, organiza y provee el propio Ayuntamiento. Sería de mayor provecho a la ciudad y su pretendida Capitalidad Cultural invertir esos euros en los artesanos que atienden toda esta industria y, promoviendo sinergias, hacer industria y referente nacional de ellos.
Hay gran confusión. He oído estos días a sesudos informadores de TV cómo compraban sin regateo argumentos de Sanedrín y proclamaban a Cristo, Rey de los Judíos, sin merma de que el encausado dijese en su defensa que su Reino no es de este mundo. He oído confundir a Roldan con Ortega Bru, y a Napoleón con Azaña. Y a mucho telepredicador llenarlo todo de palabras porque el silencio les abruma. He echado mucho de menos aquellos tiempos de Quintero y de Carmona.
No compra el personal la cosa del Resucitado - momento final y finalistico de la Pasion- y se ve mucho mas cómodo y bien integrado entre martirios, vejaciones, dolores, clavos, bulling y longinazos. Igual es por fuerza de la costumbre. La cosa es para que el obispo se la haga mirar, porque el rebaño se le ha hecho gore y parece más adicto al infierno que pretendiente a la Gloria.
Imagino que todo hace, pero no deja de llamar la atención que provoque mayor expectación la vuelta de una Hermandad a su casa - lo que viene siendo una mudá- que el desfile glorioso de esperanza del Titular de todas las Hermandades. La del Resucitado es algo así como la hermana menor y un poquito bastarda de la Unión y hasta hoy no le han dejado sentarse a la mesa.
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