La historia de la semana ha estado marcada tanto en lo local como en lo internacional por la extrema derecha. Mientras Francia y con ella la Europa histórica dejaba por quinta vez a los Le Pen fuera del Eliseo -es lo que tiene mezclar políticas y herencias-, en España, la extrema derecha sí llegaba al gobierno de Castilla Leon, esto es, al gobierno de Fachadolid -maldito corrector, Valladolid, perdón-.
En la toma de posesión de Fernández Mañueco se hizo notar por su ausencia Núñez Feijoo, y por sus destellos la siempre insuperable Díaz Ayuso.La presidenta de Madrid ofreció su bienvenida a Castilla y León a la zona de Socialismo Free que ella misma lidera desde Madrid y por donde paseaba al pobre Pecas.
Así, al aliron, dejaba Isabel a España dividida en zonas, y al pobre Pecas aplastado por un camion. Nadie desde Franco llegó tan lejos.
Isabel es compañera y líderesa pop y por una cosa y otra habrá que perdonarle el uso de ese espaninglich -poco acertado y un poco cateto-, o que estando en Valladolid debió hablar en castellano recio y llamar a las cosas por su nombre, y al pan pan y al vino vino.
La ruptura de la Patria indivisa la dictó Ayuso. En política nada es casual, y así me cuentan que fue la vaina.
Se ve que estaba la mujer buscando por dónde emparentar Castilla y León con Madrid y no hallaba el sitio. Fue Miguel Angel Rodríguez -que entiende de vinos-, quen le sugirió a la presidenta que Madrid fue parte de Castilla hasta hace bien poquito, hasta el 78, vaya; pero ella, política y perspicaz -téngase en cuenta que es periodista-, no quiso mosquear al parlamento de Castilla ni de León, ni a Vox con ese pasado reciente y secesionista que tuvieron los madriles con Castilla y prefirió no urgar en esa herida.
-Háblales de cómo se van a Madrid los de la España Vaciada, me cuentan que insistió Miguel Angel. Isabel le miró como a una aparición y tampoco quiso tirar de ese hilo.
-Pues, no sé -dijo MAR contrariado-; cuéntales que en Madrid viven los dueños de sus granjas de cerdos. Ni con esas quiso probar Isabel. Sudaba Miguel Angel, sus venas marcan las rivera del Duero y sus ojos son logos de Vicasa. Paseó Miguel su cuerpo de gladiador casi vencido. ¡Ya está! -gritó al fin, como un eureca-: ¡A Madrid y a Valladolid los montó el mismo tio!
-¿El mismo tío?! -congestionó Ayuso-.
-El mismo pavo - sentenció Miguel-: el Duque de Lerma.
-¡El Duque de Lerma! -exclamó Isabel, puso sus ojos en punto de fuga y se dejó llevar por los ducados-Oyó asi cómo Miguelon relataba que el de Lerma compró primero terrenos en Valladolid y mudó luego hasta allí la Corte del Rey Felipe. Huía de la peste -puntualizó Miguel Angel, por tirar de otra pandemia-. Una vez vendió los terrenos a Corte y cortesanos por diez veces su coste, compró con sus ducados terrenos en Madrid que, ya sin Corte, habían quedado vacíos y baratos. Solo tres años después de la primera mudanza, la Corte volvía a la Villa y el pobre Duque tuvo que volverles a vender sus recién comprados terrenos a Corte y a cortesanos y por quince veces su valor. Maximizacion de beneficio, meritocracia condensada y al Estado, puros... !Dime que no, Isi!
Pobre Duque, que sacrificio -pensó Ayuso y no pudo dejar de acordarse de su amigo Almeida, con lo que a él le gusta un título-.
-A ver, Isabel: ¡Madrid, Valladolid -joder-, Rey, Felipe, Duque, Corte, terrenos, ventas, pandemia, especulación, comisión, que más quieres Maribel! -gritó desesperado Rodriguez, sangre de Toro había ya en su mirada-.
-No me sirve, deshizo Isabel con una contorsion de cuello. Vamos!, comenzó a subir las escaleras. Miguel Angel Rodríguez la seguía a cierta distancia. En el descansillo otra periodista le tomaba un lugar junto a Isabel, pregunta, Isabel se zafa, Rodríguez lanza el manotazo.
-Deje de hacer el ridículo, espetó y sintió que vengaba en Andrea su masacrada estima. Era Ropero y con ella se le abrió lo que con Ayuso se le cierra.
-No se lo consiento -amonestó Andrea-.
-Otra mujer con el no por delante -pensó Rodríguez-, Rueda de sus mejillas tonos de Cigales.
-Está usted haciendo el ridículo -le devolvió Ropero a la cara pura Tierra de Leon-.
Ridículo, me ha llamado ridículo... No ganaba nada Rodríguez tan cerca de Ropero y tan lejos de Isabel y corrió donde ella.
-Quiero cosas fáciles, joder, que soy periodista y presidenta. No lies, Miguel Angel. Qué sé yo... -pareció pensar un momento, calló un segundo y dijo-: Quiero algo rotundo, sin fisura, incontestable: ¡No pasarán!
-Eso es de rojos, se atrevió a decir Miguelon.
-Rojos por todos lados.
Miguel Angel tomó espacio y pensó en voz mediana: comunismo, cristianismo, patriotismo, esnobismo, silogismo, chovinismo... Jugaba Miguel con todos sus istmos por hacer la frase lapidaria, la que diera mañana el titular del que jactarse. Socialismo, socialismo...-apenas musito-. Mientras se devanaba el cabezo miró a la presidenta que ensaya al espejo poses de tictoc y no pudo reprimir susurrar apenas: friki, friki, condenada más que friki, decía Rodríguez y dejó todavía dos o tres más, pensante sonámbulo, afirmando la f, subrayando la i, ahogando la k como un vahido. Rodríguez se sintió acorralado en aquella sabana, sus pecho de león quiso rugir pero apenas le dio su boca para susurrar: fri, fri, fri, fri...
-Eso es, Miguel, eres genial: Socialismo free!: me gusta. Miguel respiró, se sintió aliviado y salió a echarse unos vinos.
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