Parece que de un tiempo a este lado una parte del feminismo más montaraz ha puesto en su punto de mira la ilegalizacion de la prostitución - así, por las bravas-, y planea a golpe de Decreto hacer delincuentes a quienes se buscan la vida con tan antiguas artes que ya aparecen esbozadas en el mismo Génesis y hasta antes gracias a Lilit, que se le adelantó a la propia Eva en sus favores voluptuosos hacia Adan. Era aquella Lilit mujer empoderada - según la cuentan-, y persona tan creada como Adan -sin mediar costilla de varón- con sus propios gustos e inclinaciones, tantas y tan variadas que el capidisminuido primer ejemplar entre todos los hombres no se sintió cómodo con ella, hasta el punto de que Lilit decidió poner tierra por medio, dejer el aburrido y vegetariano Eden, y fugarse con Samael, príncipe rojazo, zalamero y primo segundo, según dicen, del mismísimo Lucifer.
Sin ser putero -lo confieso a fin de evitar según que insultos y ofensas a las que oposito-, tengo para mí que un Decreto pesa poco si se trata de anular sine die el que por tradición se ha venido definiendo como el oficio más antiguo del mundo, y del que ya se encuentran registros domumentales en la legislación Mesoasiria - dos milenios antes de Cristo-, que recoge sin tapujos una divisoria nítida entre mujeres respetables -bajo la potestad de un varón concreto-, como la madre, la mujer, la hermana o hija soltera y la querida, y las otras, a saber, prostitutas, putas, meretrices, rameras y cuantos sinónimos le aparezcan a usted en su diccionario. La realidad fue así de toda la vida y, obstinada, sigue siendo.
Sin ir tan lejos en distancia ni en tiempo aunque removiendo aguas que ya no huelen, cierta respetable barriada ahora céntrica de Jerez fue "ocupada" por el Jerez honrado y ganador de la última guerra civil para mantener en ella sus familias queridas y barraganas, y hasta alli acudían en coche a atender a sus mujeres e hijos bastardos con gallardía y bonomia, sin perder su buen nombre y hasta ganando reputación de mejor padre y semental a tiempo parcial y externalizado.
En su afán demonizador tan arcaico, hacen los abolicionistas totumrebolutum de esto y de aquello, y echan al mismo saco cosas tan dispares y antiteticas como el proxenetismo, la trata de blancas o de negras -que más da-, y el derecho sustancial de la mujer y del hombre al uso de su cuerpo para deleite propio o ajeno, que entiendo en ningún caso debe ser objeto de persecución y hasta creo que se haría bien en popularizar su uso como terapia, y por las demostradas bondades de tratar cualquier asunto con gente bien follada.
Si no es por este pecado original del patriarcado más carcucia, nadie podrá entender por qué es motivo de aplauso quienes se la juegan por quitarnos un COVID y de general ejercen su oficio zanjando pustulas, y son objeto de vergüenza y ocultación quienes de forma profesional se ocupan de darnos gusto al cuerpo y sofocan con sus afanes físicos nuestro espíritu y nuestra alma.
La prostitución ha sido hasta bien entrado el siglo XX oficio ocasional de todas o casi todas la mujeres que hayan debido hacer frente a circunstancias económicas adversas para ellas y sus familias -incluidos, si los había, sus propios maridos- y nadie reparaba en aquellos abusos si llegaban acompañados de pagos o distingos que atenuen el mal pasar del día a día.
A más inri, en los últimos tiempos se han sumado a la prostitución hombres que ofrecen sus cuerpos a señoras insatisfechas o necesitadas de emociones fuertes que no se atreven a exigir de sus conservadores maridos, o chicos scort que ofrecen también sus favores a hombres muy hombres, que no están por el cruising y prefieren disfrutar de sus efebos sin salir del armario y a puerta bien cerrada en habitación de hotel y media luz, la que permita no perder ripio y enfrentar lo muy partícular de su propio sexo.
Según lo entiendo, el problema a resolver no se resume en un solo verbo ni en la prohibición de follar con profesionales, sino atendiendo a las circunstancias que hacen de nuestro placer posible incordio para quien se ve en la obligación de alquilar su cuerpo solo por sobrevivir. El feminismo abolicionista, los gobiernos y toda la ciudadanía debía atender las causas materiales por las que mujeres y hombres se ven en la necesidad vital de ofrecer sus cuerpos a terceros: el salario mínimo vital, las leyes de inmigración y acogida que imposibilitan el trabajo de los recién llegados y les lleva a "joder para comer" y el acceso efectivo a la vivienda serian medidas sobradas para bajar del tálamo del pecado a mucha prostituta y mucho scort sin vocación contrastada y a ganar en profesionalidad y buen follar para todos. Por esto y por aquello, ¡Vivan las putas y vivan los putos!