En estos últimos quince días, justo el tiempo que llevo sin escribir en esta ventana, han pasado por mí algunas jornadas de trabajo frenético. De la oficina a casa, de casa a la oficina. Un café a media tarde, un par de galletas y a seguir. Durante el almuerzo, y mientras me suena el teléfono o silban las notificaciones de WhatsApp tengo puesto el telediario. Hago mal, pues cuando no nos hablan de nuevas catástrofes o desastres les dan cabida a los discursos negacionistas del racismo, del machismo o de ambas cosas. Así que a veces, me enchufo a Netflix y reviso los capítulos antiguos de Aquí no hay quien viva, y es que, prefiero Un poquito de por favor, con alguna pizca de humor a un tratamiento maquiavélico donde el agresor, con pistola, pelota de goma, uniforme y porra apaliza a un señor que puede ser su padre, mientras que el periodista me habla de “enfrentamientos entre manifestantes y la policía”. Suena la historia, ¿verdad? Ha ocurrido hace unos días en Cádiz.
Cuando llega la noche, cena breve, un capítulo más y a dormir. Así hasta que llega el fin de semana. Los viernes incluso estiramos un poco el sueño, y en mi búsqueda sempiterna de un estilo de televisión que ya no volverá, intento entretenerme con Tu Cara me Suena. Me habré tragado todas las temporadas, seguramente. Recuerdo a Mónica Naranjo como jurado, así que creo poder hablar con propiedad. En ella, los rostros más o menos conocidos de la parrilla televisiva, junto a jóvenes promesas de la música, entre otros, suelen aparecer durante varias semanas para imitar a míticos cantantes. Hasta ahí bien. Ya tuvimos bastante con aquel programa presentado por Bertín Osborne a mediados de los 90, en el que los niños representaban a sus estrellas. Ahora les toca a los famosos. De hecho, con sus nueve temporadas continúa teniendo un número considerable de espectadores e incluso, las réplicas por medio mundo del mismo formato hacen demostrar que funciona. Y muy bien, además.
Sin embargo, ha habido ya voces frente al blackface que protagoniza el programa, y con razón. Si bien, en vez de hablarles de ello, prefiero hacerlo sobre la representatividad, pues me asalta la duda que en un programa en el que reiteradamente a los famosos blancos se les pinta de cantantes negros ¿Por qué sólo una persona negra entre las 81 participantes divididas entre las 9 ediciones? ¿Por qué hasta la fecha, la única participante negra no ha sido llamada a representar a un artista blanco?,¿Por qué sí un blackface para todos y no un whiteface para una? Hasta ver a Nia Correia representando un blanco en el programa, con la cara pintada de blanco seguiré creyendo que hay tanto maniqueísmo como el del telediario, sinceramente. Hablamos de un programa en el que los cambios de sexo se realizan día sí y día también, con un equipo de caracterización fabuloso, por tanto, no será por falta de medios. Sin embargo, durante cuatro semanas consecutivas, el pulsador parece haber hecho “magia casual” con la única (repito) concursante negra de los 81 totales, pues parecen olvidar otros rostros como los de Lucrecia, Chojin, Francine Gálvez o Alexis Valdés, por citar algunos.
Sin embargo, los forofos tuiteros y facebookeros han puesto el grito en el cielo por ver una versión de Ana Bolena para HBO representada por una negra, pues ya sabemos que eso no puede ser. Un Jesucristo blanco, rubio y de ojos azules, aún habiendo nacido en Oriente Medio sí y un Rey Baltasar tintado y con churretones de tirar caramelos, por supuesto. Pero una negra haciendo de blanca jamás. Osadía. Vergüenza. Descaro.
¡Váyase, señor racista, váyase!
Perdón, se me ha colado algo de Aquí no hay quien viva.