Decía el poeta y dramaturgo T. S. Eliot (1888-1965) que “la mayoría de problemas en el mundo están causados por gente que quiere ser importante”. En mi opinión, tiene razón. Lo llevemos al ámbito que lo llevemos seguro que se nos viene a la memoria algún ejemplo al que poder aplicar esas palabras. En este caso me gustaría enfocarlo en la política y el funcionamiento interno de los distintos partidos políticos.
Generalmente, cuando una persona da el paso y decide entrar en política, militar en un partido acorde con sus ideales y participar en la vida interna de una agrupación, lo hace para aportar algo positivo, trabajar en grupo y buscar la forma de cubrir las necesidades de cada ciudadano desde las instituciones, ya sea a nivel local, provincial, regional o nacional. Repito: GENERALMENTE.
Como en todo, aquí también hay excepciones. Y esto es algo que realmente me preocupa. Los intereses personales de alguien que tiene intención de dedicarse a la política nunca deben estar por encima del interés general de un partido, que es llevar a cabo las políticas necesarias en cada zona. No puede ser que un militante de base o con alguna responsabilidad quiera pasar a ser un alto cargo dentro de su partido simplemente por el hecho de que así quizás podrá obtener algún tipo de beneficio personal.
La mayoría de veces estas personas con ansias de poder, dinero y/o relevancia se pueden reconocer fácilmente, casi a simple vista. Suelen tener actitudes inconfundibles que una persona con verdadera vocación de servicio jamás tendría. Sea en la formación política que sea, siempre hay quien quiere y pretende destacar, a pesar del precio a pagar: el tránsfuga que hoy milita en un partido y se rasga las vestiduras por él es el mismo que hace poco militaba en otro partido que iba en contra de lo que hoy defiende, el que quiere crear un mal ambiente para conseguir un par de titulares que le ayuden a darse a conocer, el que habla en nombre de la militancia sin haber sido elegido para ello, el que piensa que es imprescindible en el partido, el adicto al conflicto y la confrontación con sus compañeros para ser tema de conversación, y un largo etcétera.
La intención es destacar y andar mendigando un poco de atención, un precio muy caro que pagan las formaciones a las que pertenecen estas personas en cuestión. Lo cual también crea cierto rechazo de una parte de nuestra sociedad hacia los políticos y partidos. ¿Votarías a un partido en el que has comprobado que hay personas que sólo buscan su beneficio personal? ¿A un partido en el que constantemente hay militantes que se atacan públicamente por sus discrepancias? ¿Darías tu voto a un candidato/a que va pasando de partido en partido probando suerte?
Afortunadamente son excepciones, pero están ahí y la militancia de cada partido tiene que ponerles barreras y no permitir que el interés personal de nadie perjudique el trabajo de una agrupación o federación. Yo sí creo en la política. Y en los políticos que de verdad luchan por cambiar y mejorar la vida de las personas. Siempre habrá quienes trabajen en ello y quienes hagan lo imposible por conseguir un poquito de atención y beneficio, y obviamente los primeros son los que representan la verdadera razón por la que estar en política.