Ningún pretexto es válido para deslegitimar a millones de personas que profesan una fe diferente a la vuestra. ¿Por qué? ¿Por qué critican tantos aquellos que no predican con el ejemplo?
¡Qué menos! Es lo mínimo, lo que uno espera cuando entra en un templo. Al menos es lo que uno imagina, lo que le dicen desde fuera, cuando alguien no es miembro de la comunidad cristiana ni de ninguna otra comunidad religiosa. No soy creyente y ni siquiera me echaron agua bendita en la cabeza. Pero, a pesar de ello, le guardo respeto a todas y cada una de las religiones, máxime si respetan su mensaje original... si predican la paz.
Pero todos sabemos que no siempre es así. Que hay despistados. Que como diría alguno de nuestros hermanos creyentes, el hombre peca... ¿por naturaleza? (¡Qué naturaleza) Que se deja llevar por sus instintos más... ¿animales? (No hablemos mejor de animales). Y que, en alguna que otra ocasión, se deja llevar por el mal, por el odio... y abandona el espíritu del amor. Si todos somos hijos de Dios tal y como rezan las religiones, y especialmente las universalistas, ¿por qué damos cabida a este tipo de discursos? ¿Dónde está el buen hermano que pone la otra mejilla? ¿Tan difícil es perdonar?
He escuchado que incluso desde los púlpitos se invoca al rechazo. Yo mismo lo he comprobado: desde los púlpitos de nuestra propia tierra, sí. Y ante ello no podemos callarnos. Ningún pretexto es válido para deslegitimar a millones de personas que profesan una fe diferente a la vuestra. ¿Por qué? ¿Por qué critican tantos aquellos que no predican con el ejemplo? ¿Por qué acaparáis el concepto de paz invocando al enfrentamiento?
Todos somos bienvenidos. Y en Andalucía, aún más, deberíamos aprender de nuestra historia. De nuestra historia y del mensaje de los profetas. Lo dice un no creyente que si en algo cree es en el amor y en la libertad. Para todos, con sus ideas, sus cultos y sus vidas. Paz.
Comentarios