El pasado martes se produjo el esperado cara a cara en la cámara alta entre el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, y el líder de la oposición y presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. Un vis a vis, por petición de este último, que prometía cierta relevancia nacional, debido a la importancia que tiene per se un debate directo entre el jefe del ejecutivo y el máximo representante del principal partido de la oposición.
Durante el transcurso del debate, cada uno fue mostrando sus cartas: Sánchez hablaba al detalle sobre la acción de gobierno en circunstancias bélicas y sus consecuencias, mientras Feijóo se dedicaba a victimizarse intentándose mostrar presidencial, permítanme decir, sin éxito alguno. A veces trabado, otras veces forzado, pero siempre con infundados aires de superioridad, el gallego aprovechaba el tiempo que su capacidad de oratoria lúcida le concedía (bastante escaso, todo sea dicho) para intentar que el presidente entrase en su juego de insultos, descalificaciones y bulos sistemáticos; nuevamente, sin éxito.
Notoriamente frustrado por su impotencia parlamentaria, incluso achacó a Sánchez los resultados electorales del PSdG, ahondando en la idea de que fuera de su zona de confort, rápida y desesperadamente tiene que volver a hablar del cortijo, demostrando una vez más que es un Presidente autonómico al que la política nacional le viene grande. Se le notan las carencias y frustraciones de quien no está acostumbrado al debate sino al monólogo unánime.
En el discurso inicial, vimos a un Sánchez tranquilo, seguro de sí mismo, y de su capacidad dialéctica y persuasiva para exponer, de forma tranquila y sosegada, lo que su gobierno está llevando a cabo para luchar contra las consecuencias de la guerra de Putin. El momento culmen del debate vino en la primera réplica del Presidente del Gobierno, donde atizó con fuerza a un PP atónito que se fue del Senado con el discurso completamente desmontado ante los españoles, y una frase que promete convertirse en mantra retumbando en sus cabezas: Insolvencia o mala fe.
A ritmo y compás de esta frase, sencilla y directa, el Presidente pronunció una primera réplica memorable, donde desmontó una a una absolutamente todas las mentiras sobre las que el PP construye su argumentario diario, las mismas que vierten en televisiones y periódicos que actúan como loros y por ende, acaban siendo escaparates de las mentiras de los populares. La llamada caverna mediática. Sánchez demostró lo que millones de españoles ya sabemos: que mienten, siempre mienten. Cada vez que el Presidente concluía en su demostración sobre un tema específico, preguntaba: ¿Insolvencia o mala fe?
Es decir, si usted no sabía esto es insolvente y no está capacitado para gestionar ni su comunidad de vecinos, y si lo sabía y por ende miente, es un difamador y una mala persona. Por resumirlo más: Es usted tonto o es malo, elija. Entre todo lo que tuvo que desmontar, por poner varios ejemplos, cuando Feijóo propuso una bajada del IRPF ya puesta en marcha por el gobierno, cuando llamó “pufo” a la deuda pública pese a haber dejado 7400M de euros más de deuda en Galicia en 13 años, o cuando dijo que las pensiones no podían subir conforme al IPC porque superarían el techo de gasto, ignorando que las pensiones no se incluyen en dicho techo. Todo un gestor, que o bien es un mentiroso compulsivo, o no sabe ni donde tiene la cara; en palabras del Presidente: “¿Insolvencia o mala fe?”.
Entre mis zascas favoritos, sin ninguna duda, vengo a remarcar dos. El primero, posiblemente es el más necesario, moral y políticamente. El Presidente dejó en clara evidencia al PP cuando dijo: “En el debate del Estado de la Nación, en Julio, para usted y su partido, ETA era el problema Nº1 de España. Dos meses después, ni rastro de ETA en su discurso. Eso significa dos cosas, o ETA ha desaparecido este verano sin darnos cuenta, o la derecha usa siempre que está en la oposición a ETA de comodín según el día y hoy no tocaba.” Claro y conciso.
Estamos hartos de la anomalía democrática que el PP lleva a cabo cuando juega con el dolor de las víctimas de una banda terrorista derrotada por la democracia española bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. También reseñable, fue el anzuelo que Sánchez puso inteligentemente y el PP por supuesto mordió de lleno, quedando en evidencia una vez más. Estoy hablando de cuando el Presidente, después de defender la democracia y el poder popular frente a quienes tras años convirtiendo su voluntad en ley, han creído que España es suya, palabas literales, dijo: “Ni yo ni mi gobierno tenemos ninguna animadversión con las bancas y las grandes eléctricas”, lo que llevó a la bancada del PP a una risa irónica mientras se escuchaba por detrás: “noooo…”.
Sánchez aprovechó para apuntillar: “Ustedes se sienten muy aludidos cuando hablamos de las grandes empresas eléctricas y financieras”. Una genialidad, Sánchez puso el pretexto para que el esclavo defienda a su amo delante de todos, y como no, cayeron. El PP es el partido de las élites y las grandes empresas, nunca podrán decir sin sonrojarse que defienden los intereses de la gente de a pie.
Ante un repaso como el que le estaban dando, salió a relucir el mecanismo de defensa del Partido Popular: la prepotencia y la victimización. Prepotencia que no quedó impune por fin fue la de Rafa Hernando, que volviendo a confirmar lo insolente y maleducados que pueden ser los políticos de alto nivel, le inquirió al presidente al que le debe al menos el mínimo respeto inherente al cargo, la siguiente frase: “Venga venga, sigue sigue”, porque el presidente se había quedado callado durante dos segundos.
Sánchez le respondió lo que todos hubiésemos querido, que ahí tiene Twitter para desahogarse. Aquí hay para todos, póngase en fila. La victimización la protagonizó Feijóo, después de referirse varias veces al Presidente como un autoritario, caricatura, débil, ególatra, sectario, dictador…se atrevió a decir que él jamás insulta, que solo Sánchez le insulta, entre lógicas carcajadas del Senado.
También encontramos diferentes excusas, como las del tiempo de cada uno. Acusaron al Presidente de no tener límite de tiempo en su beneficio, siendo esto parte del reglamento del Senado. Se ve que solo les molesta cuando hay un Presidente socialista.
Pero todo lo anterior, realmente da exactamente igual. El PP tiene a sus ordenes a decenas de tertulianos, periódicos y televisiones que siempre tienen que bailarles el agua y atacar al gobierno. Ninguna ha hablado de esto, se han limitado a sacar lo que ya tenían escrito de antemano. Da igual lo que ocurra en el debate, todos sabíamos que iban a poner. Cuelan el mensaje que interese al PP en ese momento de cualquier forma, el día del debate, en Twitter, se ironizaba con que la caverna iba a publicar que Feijóo se muestra presidenciable y Sánchez nervioso. Cómo no, acertamos, por ahí fueron los tiros de la caverna. Los periódicos y grandes medios de comunicación al servicio del PP y por ende de las élites económicas es una de las mayores vergüenzas que tenemos como país, y ayer me sentí profundamente orgulloso de ver al Presidente del Gobierno denunciarlo en la tribuna de oradores.
El PP tiene los medios de comunicación, pero todos los españoles vieron la verdad al desnudo que día tras día tratan de camuflar. No claudicaremos nunca en nuestro empeño porque los españoles sepan la verdad.
Después del debate, quedan dos cosas claras: Sánchez arrasó cual apisonadora, y Núñez Feijóo no vuelve a pedirle al Presidente un debate cara a cara ni aunque se lo recete el médico.
Comentarios