Primero de Mayo de 2020: otra crisis que no debería pagar la clase trabajadora

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Llega el Primero de Mayo, fecha tradicional en la que la clase trabajadora organizada sale habitualmente a la calle a reivindicar derechos y mejoras, desde que en 1886 los Mártires de Chicago fuesen asesinados por su lucha por las 8 horas diarias de trabajo.

Este año las circunstancias son muy distintas: nos hallamos en una pandemia que nos obliga a evitar las aglomeraciones, y por lo tanto, nuestro espacio natural, la calle, se ve restringido a la hora de que se puedan oír nuestras demandas. Pero aunque la situación es muy diferente, hay cosas que no cambian, y que son demasiado viejas: el hecho de que las espaldas de los/las asalariados/as sean las que carguen siempre con los costes de los descuadres de cuentas del capital.

Con la excusa de la actual crisis sanitaria se sigue ahondando en el recorte de derechos a las y los trabajadores y demostrando a las claras que los intereses económicos del capital predominan por encima de todo, incluso de la propia salud de las personas. Lo hemos visto con la vuelta al trabajo de los sectores no esenciales, resultado de la presión de la patronal a la que el Gobierno central se ha plegado aún sabiendo que pone en riesgo la salud de muchas y muchos trabajadores y de sus familias. Y lo hemos visto también con el ramillete de ERTE, despidos, impagos y horas recuperables que ponen otra vez en la estacada a millones de personas que no tienen más recurso que su capacidad de trabajo para salir adelante, con el agravante añadido de que ahora tienen menos opciones que nunca para ir a algún sitio a buscarse la vida.

Nuestras compañeras que trabajan en empresas de mensajería o repartidoras de pizza se juegan la salud para seguir moviendo productos no esenciales más relacionados con el capricho consumista y la comida basura que con necesidades básicas. El pellejo expuesto y los cinturones apretados nos tocan a los/as mismos/as de siempre.

En el caso de nuestra ciudad, Jerez, la presión sobre la clase obrera se vuelve axfisiante: una buena parte de la población no tiene ya qué llevarse al bolsillo ni a la boca, puesto que buena parte de la economía familiar se ha basado en el empleo estacional, en la economía sumergida (porque no hay otras opciones) y en la subsistencia del “chapú”, la peonada, la venta ambulante, los cuidados a domicilio, etc. Los poderes, como suele ser habitual, no dan la talla, y se limitan a a administrar limosnas mal administradas y que no llegan para cubrir tan grandes necesidades, aunque las rodean de autobombo para complacencia de ingenuos. Pero mientras llega o no la caja de alimentos del Ayuntamiento, muchas familias se saltan una comida para aguantar.

Ya nos tocó pagar la crisis de 2008 de forma dramática, momento en que la banca fue rescatada como si de la infancia hambrienta se tratase. En este 2020, no es justo que nos toque otra vez a los/las asalariados/as pagar la depresión económica que las grandes corporaciones han alimentado con su economía de deslocalización, acumulación y rapiña.

Aunque este año no podamos salir en manifestación, animamos a ejercer la reivindicación y la queja, participando en una cacelorada que convocamos los sindicatos alternativos andaluces (CNT, CGT, SAT, Ustea y CO.BAS) a las 11:30 horas, desde los balcones. En este Primero de Mayo debemos gritar con más fuerza que nunca que nuestras vidas valen más que sus beneficios y que no pagamos más crisis.

Francisco José Cuevas Noa es portavoz de CNT Jerez.

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