El Puerto se suma a la lucha para frenar las muertes por suicidio

Aunque tradicionalmente suele adjetivarse a las estadísticas con el calificativo de "frías", lo cierto es que sus magnitudes nos ayudan a comprender la trascendencia de los problemas

Concejal de Servicios Sociales, Familia e Igualdad de El Puerto

La Junta introduce a las adicciones en el Plan de Salud Mental.

La conmemoración este 10 de septiembre del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, organizado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), constituye una invitación para reflexionar sobre esta causa de muerte evitable y sobre la importancia de seguir avanzando en la lucha por reforzar la aplicación con máximo rigor del protocolo anti suicidio “creando esperanza a través de la acción”. Protocolos eficaces que nos ayuden a conocer el comportamiento de riesgo suicida y a aprender a identificarlo y prevenirlo.

Ese es el lema de este año para concienciar a la población sobre este problema de salud pública rodeado de tabúes y estigmas. 10 de septiembre marcado en el calendario en memoria de los que se han ido y para evitar que se vayan más. Una jornada que es un grito que no puede quedarse en efeméride sino que su eco tiene que traducirse en acciones que frenen la pérdida. 

Conmemoración que refleja la necesidad de actuar ante un problema de salud pública, cuya etiología es muy diversa, pues responde a factores tanto endógenos como exógenos, psicológicos, ambientales, sociales o biológicos, dependientes de las propias características de la persona y/o de la repercusión que en ella provoquen determinadas circunstancias negativas que se producen a lo largo de la existencia.

Aunque tradicionalmente suele adjetivarse a las estadísticas con el calificativo de “frías”, lo cierto es que sus magnitudes nos ayudan a comprender la trascendencia de los problemas. El informe del Observatorio del Suicidio en España de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio refleja números aterradores: en 2019, 3.671 personas se quitaron la vida en España, cifra que en 2020, último registro publicado por el Instituto Nacional de Estadística, ascendió a 3.941 (lo que convierte a 2020 en el año con mayor número de suicidios registrados en nuestro país desde que existen datos, en 1906). Nos encontramos, pues, ante la principal causa de muerte no natural en España, una causa que supone 2,7 veces las provocadas por los accidentes de tráfico, 13,6 veces más que los homicidios y casi 90 veces más que la violencia de género. Con 300 óbitos el suicidio es, después de los tumores (330 defunciones) la principal causa de muerte entre la juventud española (15 a 29 años).

Y no debemos obviar que, con ser terribles, las estadísticas no llegan a reflejar con exactitud factores como los intentos de quitarse la vida o el dolor que se esconde en los corazones de quienes se plantean, o han llegado a plantearse, atentar contra su existencia, lleguen o no finalmente a hacerlo, así como que el suicidio puede estar detrás de defunciones que se achacan a otros factores, con lo que los guarismos se revisten de una gravedad aún mayor. El dolor que provoca la pérdida de una vida humana por suicidio es especialmente grande entre familiares y amigos, en quienes también se pueden despertar insoportables sentimientos de culpa, y con frecuencia quienes pierden a familiares directos quedan en mayor situación de vulnerabilidad, especialmente los menores de edad, lo que magnifica aún más este drama.

Todos aquellos que se encuentran en el entorno de quienes albergan tendencias suicidas pueden ayudar a evitar estas muertes prestando atención a aspectos que los expertos señalan, detectando a posibles potenciales afectados por la conversación sobre esta práctica, la expresión de frases como "desearía no haber nacido", "quisiera estar muerto", o similares, la intención de obtener medios para hacerlo efectivo, el retraimiento extremo, los cambios de humor o la preocupación por la muerte.Concienciarnos sobre el suicidio y sensibilizar a otros, conocer sus causas y señales de alerta, mostrar cuidado y ayudar a las personas que se encuentran en situaciones difíciles y cuestionar el estigma asociado al suicidio y a los problemas de salud mental constituyen prácticas a las que sumarnos y que requieren de nuestra implicación en unos tiempos en los que la incidencia de la pandemia de Covid -19, con sus implicaciones tanto sanitarias como económicas y sociales, ha recrudecido el problema.

En España está operativo 24 horas y 7 días a la semana el Teléfono de la Esperanza (717 00 37 17), donde dan orientación acerca de este tema tan sensible, para el que hay que prestar la más cercana asistencia profesional.

Atentos y concienciados ante esta cruda realidad que sigue in crescendo, los presupuestos municipales de El Puerto de Santa María para 2022, aprobados recientemente de forma inicial, contemplan por primera vez una partida para la prevención del suicidio, lo que lleva al Ayuntamiento a implicarse activamente en esta labor. Porque los suicidios son un tema de una complejidad extraordinaria que requiere una política clara de toda la Administración arrimando el hombro para salvar vidas.

Evitar que las personas atenten contra su propia vida, que es, se parta o no de una concepción religiosa, el mejor regalo, el mayor don, del que disponemos, constituye uno de los más loables empeños en los que tanto las administraciones como los ciudadanos a título particular pueden dedicar sus esfuerzos. Hablar es fundamental para prevenir. La acción nos obliga a tomar conciencia sobre el suicidio y asumirlo como un problema de salud pública que tenemos que mirar de frente para articular todos los mecanismos que sean necesarios para promover el bienestar físico y mental, para enfrentar el aumento del comportamiento suicida en la población, así como para abordar la depresión, la ansiedad, el acoso escolar y otros factores de riesgo que, a partir de la pandemia, están cada vez más presentes. Un desafío real donde El Puerto se volcará en el cuidado, apoyo y escucha mutua, para así crear vínculos sanos y condiciones de bienestar emocional, para que las personas se sientan acompañadas, integradas y reconocidas. Creando ESPERANZA a través de la acción.

 

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