Querida Amy...

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Querida Amy:

Espero que al recibo de esta humilde misiva te encuentres bien (por fin) allá donde estés.

Aquí, como podrás imaginarte, poco ha cambiado desde que nos dejaste tal día como hoy, hace cuatro años. Eso sí... la música y tu público te echan de menos.

Me gustaría que no tuvieses en cuenta las imbecilidades que algunos hayan dicho (y dicen) de ti. Entiendo que resulta injusto que, a pesar de ser reconocida a tus 27 años como una de las mejores voces femeninas de la historia; a pesar de haber conseguido con tan solo dos discos de estudio publicados nada menos que cinco Grammys... y un sexto póstumo; a pesar de ser colocada en lo más alto del pedestal de las Grandes, codo con codo nada menos que con Ella Fitzgeral o Aretha Franklin; a pesar de habernos hecho disfrutar con tu música, de regalarnos tu talento, tu fuerza, tu personalidad... a pesar de todo, pesaron más los excesos que tu voz.

Debe ser complicado vivir acosada las 24 horas del día por paparazzis dispuestos a captar tu foto más indigna, aquella en la que aparezca la Amy más demacrada, desnutrida y pasada de rosca. Estoy seguro de que antes de esa foto hubo cien insulsas, de aparente normalidad... de esas que una revista jamás compra porque no hay polémica que vender.

Conste que no pretendo justificar tu vida desenfrenada, y aunque así fuera... ¿quién narices soy yo para juzgar como pretendas vivir tu vida o acabar con ella? Muy al contrario, me merece el mayor de los respetos.

La autodestrucción es una opción (a veces practicada de manera no consciente), y a ti te sobrevino precisamente cuando empezabas a poner remedio a tu delicada situación. Tarde, Amy. El daño ya estaba hecho y un cuerpo, por muy joven que sea, termina pasando factura engordada con impuestos de muerte.

Pero fue tu decisión vivir así la vida. Y aunque pudiese estar en desacuerdo con determinadas actitudes, no es menos cierto que forman parte de la leyenda que os acompaña siempre... a ti, a Kurt Cobain, a Jimi Hendrix, a Janis Joplin, a Jim Morrison, a Bon Scott... ¡al propio Elvis!

Esa faceta de tu vida PRIVADA, fue violentada por una cámara de fotos para goce de puritanos y estómagos ávidos de escoria humana. Esos que se alimentan a diario de Sálvames y otras hierbas, y enarbolan la bandera de una moral dudosa, utilizándote como Ejemplo a No Imitar.

No hagas caso, Amy...  vivir al límite, aun sabiendo que corres peligro de retirarte de la carrera antes de tiempo, fue tu manera de entender la vida. Tu vida, con tus normas, tu individualidad, …la tuya, exclusiva, única e irrepetible como Amy Winehouse.

Por mi parte, solo puedo darte las gracias por regalarnos tus seis años más intensos... los más geniales; y si lamento algo es que no hayas podido quedarte más tiempo entre nosotros para poder imaginar hasta dónde hubiese podido crecer tu estrella.

No hagas caso, Amy, a esos que te etiquetan. A los que creen que tan solo eras una flacucha drogadicta y pendenciera que cantaba bien. Esos solo conocieron tu peor canción... y no quieren escuchar el disco completo.

Allá donde estés, en un cielo con aroma a Haendel o en el infierno con sabor a Woodstock, cuídate un poquito más y, por favor... vuelve a sonreír.

 

                        Afectuosamente