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Estos últimos días han ido circulando por las redes varios artículos, que a pesar de referirse a personas de ámbitos totalmente diferentes, tienen algo en común. He leído artículos y tuits sobre el nuevo presidente de la República Francesa, Macron, y sobre su mujer, 24 años mayor que él. Él tiene 39, ella 63. Y por otro lado, tenemos los artículos sobre Risto Mejide y a su nueva mujer, 20 años menor que él. Y por los artículos leídos, parece que la sociedad no ve con buenos ojos estas dos relaciones, precisamente por los años de diferencia. Ni cuando ella es la mayor. Ni cuando él es el mayor.

Y esto me lleva a pensar en otras historias cercanas que he conocido, de personas de mi entorno y de amistades a las que la sociedad en algún momento dado les ha advertido sobre la inconveniencia de su relación con otra persona y por otros criterios. “No es de tu estilo”, “no es de tu nivel social”, “es una extranjera”, “Ees gitano”…Y así podríamos listar una lista de criterios bajo los que, según la sociedad, las relaciones van directas al fracaso.

¿En serio? ¿De verdad este tipo de criterios son los que marcan si una relación irá bien o no? Debo ser muy idealista y muy utópica. De hecho lo soy, y doy gracias por ello. Pero siempre he creído que las relaciones se basan en ese vínculo emocional que no se consigue con cualquiera y que hace que quieras apostar por una persona en concreto. A pesar de todo. A pesar de la edad, de la clase social, del nivel de ingresos, del origen, y de sus rasgos. Porque cuando existe esta conexión y este vínculo, nada importa. La conexión es mental y la mente es lo más poderoso que existe.

Y además me pregunto, ¿quién define qué criterios son los que debemos tener en cuenta? ¿Cuáles cuentan? ¿Cuentan algunos más que otros? Y si ponemos criterios sobre las relaciones como la edad, ¿hasta dónde puede llegar esta lista? ¿Incluimos también los aspectos físicos como el peso? ¿El hecho que sea del mismo sexo?

¿Y quien en la sociedad define que está en esta lista? Pues lo hacemos todos y cada uno de nosotros. La sociedad no es un ente ajeno y separado. La sociedad somos todos. Los que definimos esta lista somos nosotros cuando leemos estas noticias sobre Macron y Risto y juzgamos sin saber y sin conocer. Somos nosotros cuando le aconsejamos a alguien conocido que mejor alejarse de tal o tal persona porque no te conviene por alguno de estos criterios. Es una madre que le dice a su hijo que no siga con esa persona porque no es de fiar. Es alguien que mira de reojo a la pareja de su amigo porque no es de este país.

Los responsables de estos criterios somos nosotros. Y somos responsables de dos maneras. Una por juzgar. La segunda por hacer caso a estos criterios y quizás dejar de luchar por una relación que nos importa. Somos seres sociales y por eso buscamos la integración y el reconocimiento de nuestro entorno. Por eso no debe ser fácil para estas dos parejas hacer frente a la presión social, y además siendo mediáticos. Desde aquí todo mi apoyo para ellos.

Porque si a día de hoy, todavía criticamos que una mujer de 63 tenga una pareja de 39, ¿Qué será lo siguiente? ¿Poner criterios a las relaciones de amistad? ¿Poner criterios al aspecto físico para contratar a alguien? ¿Poner criterios para aceptar o no a un inquilino? ¡Uy! Perdón! Si esto ya es así. ¿Lo cambiamos? Vayamos quitando criterios en lugar de ponerlos. La próxima vez que tu hija, tu hijo, tu hermana, tu amigo o amiga, quiera apostar por una relación “diferente”, no juzgues. Eliminemos criterios. Los suyos no tienen por qué ser los tuyos.

Pd: Y para reforzar este artículo, solo una mención. Macron y su mujer Brigitte se conocieron cuando el tenía 17 y ella 40. Tuvieron que hacer frente a la oposición de la familia de él. Pero ahí siguen, 23 años más tarde, felizmente casados y siendo un apoyo el uno para el otro.

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