Reciclar en Semana Santa, ‘pá’ los barrios

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador de lavozdelsur.es. He publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

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Justo antes de la Semana Santa todos los años ocurre lo mismo en Jerez. Y no hablo de que florezcan los naranjos, las tintorerías estén llenas de túnicas de nazarenos o los palomos correteen a las palomas en las plazas, que también, me refiero a la imposibilidad de que los ciudadanos que tienen la osadía de vivir en el centro puedan, por ejemplo, seguir reciclando su basura (hoy no vamos a recordar en este espacio otros temas más obvios, como la libre circulación por la calle, tanto por la acera como la calzada, derecho ciudadano estos días al parecer vicario). Todos los años, da igual el signo del gobierno municipal, diez o doce días antes del Domingo de Ramos se taponan los contenedores subterráneos –que son sustituidos por contenedores ‘tipo’ en superficie- y desaparecen las ‘islas ecológicas’ de papel y cartón y vidrio. Son los diez o doce días reseñados, la Semana Santa propiamente, y otros cuatro o cinco días ‘de salida’ como mínimo hasta su reposición… Total, es casi un mes el que se deja de reciclar en el centro de Jerez.

Este cronista no es un santón del reciclaje, que vaya por adelantado, pero sí se ha acostumbrado a realizar esta pequeña separación de detritus, aunque se le cuelen algunos papeles y algún envase de yogur en la basura orgánica; más que nada es que no se entiende qué tiene el Ayuntamiento contra su infraestructura en esta materia, contra la estética de su propia infraestructura, cabría decir, porque parece que se trata de una cuestión más de estética que de operatividad (de hecho, así se lo confesó hace unos años un concejal: in vino veritas). Está claro que a algún cursi – no sé si de los que gobiernan o de los que lo flipan con la luna de Nissan… o incluso un híbrido de ambos- se le ocurrió en su día que el amarillo y el verde de los contenedores de papel y vidrio no van con el ambiente, con el ‘exorno’ –joder, otra- que al parecer deber regir la ciudad estos días… Y claro, luego tocará escuchar al político de turno hablar de desarrollo sostenible y todas esas milongas que durante un mes le importan exactamente una higa por lo que al centro de Jerez se refiere. E insisto, sin motivo.

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