Un ser superior que, por lo visto, está en posesión de la verdad, como ha intentado vender en su vomitiva comparecencia en la asamblea de la Real Federación Española de Fútbol. Bochornoso espectáculo en el que ha tirado de manual machista para hacerse la víctima y ha arremetido contra el "falso feminismo".
El beso que le dio a Jenni Hermoso lo ha comparado con un beso que le daría a alguna de sus tres hijas, a las que ha utilizado en varias ocasiones para vender su discurso victimista. El ínclito personaje ha llegado incluso a afirmar que fue la jugadora la que "me agarró de las caderas y al dejarme en el suelo, me acerco a su cuerpo y nos abrazamos. Luego nos dimos un pico".
Un pico que asegura que fue "espontáneo, mutuo y consentido". Incluso ha apuntado que le preguntó a la jugadora antes de dárselo: "¿Un piquito? Ella dijo, 'vale'. Dijo que era una anécdota. De la anécdota se pasa al vídeo y luego al comunicado que no entendí".
Rubiales ha vuelto a retratarse como un tipo soberbio y chulesco con un relato nauseabundo. Tanto asco o más dan los patéticos aplausos de aquellos asambleístas (solo seis mujeres entre los 140 presentes) que han aprobado un discurso donde se ha culpabilizado a la víctima.
El del "no dimitiré, no dimitiré" porque soy el más guapo del reino y gracias a mi gestión se ha ganado el Mundial y el fútbol base es el mejor de la galaxia, también ha tenido la desfachatez de utilizar a Jorge Vilda para explicar su gesto obsceno en el palco. Un Vilda al que ha lanzado una oferta de renovación por cuatro años, vendiendo que cobrará medio millón de euros por temporada.
Aunque su discurso ha sido comprado por sus delfines, la Fiscalía ya ha enviado a la Audiencia Nacional la denuncia contra Rubiales por agresión sexual. Igualmente, el Consejo Superior de Deportes va a elevar las denuncias contra el Tribunal Administrativo del Deporte para que este le suspenda en sus funciones como presidente de la RFEF.
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