Este año hace cuatro décadas desde que el gobierno anexionó el territorio español a la región del Atlántico Norte, bajo mando militar norteamericano; entonces la Alianza estaba formada por 12 países, dos de Norteamérica y diez de Europa occidental.
Años más tarde el amplio movimiento pacifista nacido del referéndum del 86, celebraba el fin de la época llamada “Guerra fría”, con el desmantelamiento del Bloque militar del Este. La entrada en el mercado común de los países de centro y este de Europa parecía que significaba el fin de la amenaza de guerra, como forma política de relaciones de EEUU con otros gobiernos, que no obedecían a sus intereses político- económicos a este lado del Atlántico. Nada más lejos de la realidad, la excusa que justificaba hasta entonces una alianza militar, para defenderse del supuesto peligro soviético, resultó ser la falacia jamás contada.
La OTAN, tras la caída del muro de Berlin, no se disolvió, pero al menos se comprometía a no extenderse hacia el Este. Nueva fake del mayor agitador de conflictos bélicos del mundo; en lugar de disolverse, a partir de 1999 se incorporan los ex miembros del Pacto de Varsovia, antes enemigos de los que defenderse, ahora extensión del territorio bajo mando militar norteamericano: Polonia, Hungría, República Checa; y continúa su expansión: Eslovaquia, Rumanía, Estonia, Letonia y Lituania.
El eje norteamericano y británico-europeo, lejos de garantizar la seguridad del continente, interviene en la guerra de los Balcanes, con el resultado de la desmembración de los territorios de la confederación de Yugoslavia, que no había tomado partido por ninguno de los Bloques militares, y formaba parte de los Estados No alineados. Y sigue extendiéndose a estos territorios antes neutrales: Eslovenia, Croacia, Montenegro, Albania, y por último Macedonia del Norte.
La disolución de la bipolaridad de los bloques militares dejó al descubierto el fin último de la militarización de Europa: la apropiación exclusiva de los yacimientos del hemisferio Norte, a costa de la liquidación de las relaciones políticas internacionales pacíficas.
Posteriormente, en 2003 EEUU procede a la invasión de Iraq, cuando los presidentes de EEUU y Reino Unido, así como Aznar, engañaron a sus pueblos y al resto de los gobernantes, con las inexistentes armas de destrucción masiva. Se reactiva el movimiento pacifista español con el No a la guerra, incorporándose amplios sectores sociales y políticos, denunciando abiertamente la invasión y los crímenes de guerra en Oriente Medio.
En el periodo histórico de fin del siglo y primeras décadas del XXI, la Economía del Norte se sigue fundamentando en el colonialismo, en la violencia ejercida contra todos los pueblos del Mediterráneo y Oriente Medio. La militarización de toda la región ha supuesto la destrucción de las estructuras sociales, basadas en mayores niveles de justicia social, y la supresión del principio de autodeterminación y la soberanía de las Naciones.
Es insostenible una economía basada en el abuso de los combustibles fósiles, y en la apropiación de otras riquezas ajenas. El Bloque que mantiene ese modelo de vida depredador, que está destruyendo el planeta: la bio-diversidad de la flora y fauna, y la diversidad racial. En la vieja Europa no debemos asumir una Economía basada en la industria armamentista, el aumento de gastos militares, la apropiación unilateral y total de los recursos naturales de otros territorios, pues es un sistema de relaciones de carácter criminal, contrario al Derecho internacional y a la propia naturaleza humana.
La filosofía jurídica y política actual tiene un gran reto, desmontar definitivamente toda justificación de la sociedad de la violencia, del derecho a matar, que se expande desde los confines del Atlántico; salpicando de dolor y muerte las tierras que fueron del sacrosanto imperio romano. El antagonismo actual no es otro que barbarie o civilización. Derecho a la vida digna o derecho a portar y emplear armas; mantener la servidumbre y comerciar con la muerte, o comenzar a resolver los conflictos, sociales y económicos, mediante la negociación y el diálogo.
La ciudadanía tendrá la palabra en las urnas: enviar armas y saquear países, o por el contrario defender el derecho a la vida, y las relaciones comerciales y culturales con todo el mundo. Ya va a ser hora de preparar la paz, porque si siguen gobernando quienes preparan las guerras, la inseguridad continuará creciendo (como los beneficios financieros de una minoría), y pondremos en peligro la vida del planeta.
Es indecente observar como en estos años, desde que sometieron nuestro territorio al bloque militar atlantista, todo el poder político europeo de la UE (conservador, demócrata y liberal) sometido a los intereses del complejo militar- industrial, ha destruido todo avance civilizatorio en el Mediterráneo: desde el Sahara a Palestina.
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