No vamos a descubrir la pólvora si hablamos de las fiestas, celebraciones y escapadas nocturnas de los jugadores de fútbol. Las salidas de los deportistas con o sin permiso ha sido un eterno debate entre aficionados, prensa y clubes que nunca se han puesto de acuerdo en la idoneidad de que se produzcan.
Todo esto viene a colación por la pillada a los jugadores del Cádiz la pasada semana en una sala nocturna de Madrid, tras caer derrotados en su partido y todo lo que ha generado entre los seguidores amarillos esas imágenes y las consecuencias que han tenido. Un tema, silenciado absurdamente por el club, sabiéndose desde el día siguiente y que explota cuando Cervera en la previa, habla de consecuencias y de que a él, esos jugadores no le representan.
El dilema vuelve a ser el de siempre, si deben salir de fiesta los jugadores de cualquier tipo de deporte sabiendo que hoy día, en cualquier lugar, pueden retratar los hechos. Si moralmente después de una derrota, ante el enfado de tu afición, está correcto irte de cachondeo mientras los tuyos están en casa con un cabreo monumental. Y la respuesta es bien sencilla. Más neuronas.
Estoy totalmente seguro de que ni es la primera vez ni fueron los únicos que salieron aquella noche. De lo que sí estoy seguro es que fueron los más torpes. Gente con posibles, sabiendo del dolor que produce la derrota en un hincha, no pueden exponerse de esta manera tan fragrante.
Hay miles de lugares donde podrían haber hecho lo mismo y sin que se enterara nadie. Es normal, son gente joven, tras un partido donde apenas logran dormir y aprovechando el día que pueden salir. Se equivocaron, pero no por salir, sino por no hacerlo con cabeza, esa que tienen encima de los hombros y que sirve para algo más que rematar.