Después de darle algunas vueltas creo que un buen tema es un análisis crítico de la situación y futuro de Los Pedroches en Córdoba y otras zonas rurales, ahí en algo acertaré porque llevo trabajando en ello más de 40 años y para ello empezaré por aclarar el
concepto de sostenibilidad, que algunos de nuestros políticos confunden cuando hablan.
La sostenibilidad no es una idea nueva. Ya en 1972, el Club de Roma, representado por los mejores analistas, economistas del mundo, avisan del peligro de traspasar los límites de crecimiento. Dicho de otra forma, la tierra siempre es la misma pero cada vez somos más habitantes y requerimos más recursos en un planeta que no los genera de forma infinita. De hecho, en muchos de esos límites se encendieron las luces rojas hace bastante tiempo, poniendo la salud del planeta y sus habitantes en una peligrosa situación en la que no hay marcha atrás.
Para entender todo esto de una forma más clara, tenemos que imaginar que no vivimos en la zona oriental de Los Pedroches, donde los recursos prácticamente están intactos gracias a una buena gestión. Tendremos que imaginar una gran ciudad donde se usan a diario millones envases de plástico, como la bolsita del donut que nos comemos en solo cinco minutos, que tarda en descomponerse 70 años (70 años frente a solo 5 minutos). Continuando con el ejemplo del donut, para el cultivo de aceite de palma que necesita su fabricación, ha sido necesario desforestar Borneo, la tercera isla más grande del mundo y no hace muchos años era uno de los bosques mejor conservados del planeta con una riqueza en fauna y flora inimaginable. Ahora su selva se ha reducido a un 10 % de lo que era solo hace unos años.
En este sinsentido no podemos olvidar que cada cinco segundos, muere una persona de hambre. Sin embargo, se produce comida de sobra en el mundo y se desperdicia más de una tercera parte de lo que se produce. Pero lo más incomprensible de todo, es que mueren más personas por obesidad que por hambre según la Organización Mundial de la Salud. En esa gran ciudad, los millones de coches que contaminan a diario, siguen consumiendo un petróleo cada vez más escaso y para su fabricación requieren materiales cada vez más escasos. Una vez agotados esos materiales, desaparecerán definitivamente. Sigue imaginando que uno de los ciudadanos llama desde su móvil para pedir que le lleven a su casa, en otro coche, aguacates que han requerido en la producción de solo un kilo, ¡700 litros de agua! y si hablo del móvil, los materiales con los que se ha fabricado es el origen de muchas guerras en África. Así podríamos encadenar este cuento sin final en el que seguramente no te has parado a pensar, pero que es real.
Por ello, la idea de sostenibilidad que no es otra cosa que aplicar el sentido común, si queremos que nuestros nietos, reciban un mundo como hemos heredado, debemos entenderla de forma local, pero en un decorado más grande, a nivel global. Su estudio y denominación viene de 1987 que Naciones Unidas planteó la sostenibilidad como un equilibrio entre la conservación del entorno, el desarrollo social y el crecimiento económico, y no como un proyecto de presente solo, sino como un planteamiento lógico que asegure un futuro a las siguientes generaciones.
Incido en la idea de que tiene que ser un equilibrio de estas tres cuestiones, social, económico y medioambiental.
Por tanto, proteger por encima de cualquier otra idea nuestro entorno, olvidando lo demás, sería sostenibilidad medioambiental, concepto utilizado continuamente de forma equivocada, como tampoco sería correcto y posiblemente la puntilla para el mundo rural, hablar solo de sostenibilidad económica.
Un ejemplo de sostenibilidad económica, es cuando un banco en vez de abrir 6 días a la semana, abre 2, ganando lo mismo, gastando mucho menos pero afectando al desarrollo social del pueblo. Cuando una gran superficie abre sábados, domingos y fin de año, por ejemplo, aumentan sus beneficios pero perjudican la conciliación familiar de sus trabajadores al mismo tiempo que perjudica a los pequeños comercios; o cuando en una dehesa forzamos la máquina metiendo muchísimos más animales de los que puede soportar, afectando al suelo, al encinar y a la regeneración por brotes de encina; o cuando en estos incomprensibles recortes sanitarios que vivimos en Andalucía, quitamos el médico del pueblo para ahorrar un sueldo, olvidando ese desarrollo social y que todos y todas pagamos impuestos, etc.
Hablo de sostenibilidad porque el mundo rural no está pasando por su mejor momento y la aplicación de este término de forma práctica surge como único chaleco salvavidas.
Los Pedroches, nuestra comarca, no forma parte de la España vaciada. Nunca antes había sido más productiva que ahora, aunque es cierto que sería conveniente diversificar y descentrar la atención en la producción ganadera, que ya tiene una madurez consolidada, para favorecer otras iniciativas. Estamos muy lejos de ese concepto de España vaciada, pero posiblemente llegaremos a él en un futuro si hoy no actuamos.
No tenemos nada que ver con las provincias que lo padecen donde no existe Internet, sanidad, colegios, malas carreteras y muy pocos servicios. Afortunadamente, nosotros tenemos de todo esto, buena situación y una red de comunicaciones envidiable. No obstante, falla y es una cuestión grave, la falta de transporte público entre los pueblos y conexiones con la capital y otras provincias. Personalmente, estoy a favor de arreglos en nuestras carreteras para hacerlas más seguras, pero solo en ese sentido. Mejorar aún más nuestras carreteras y acortar las distancias con Córdoba, solo serviría para que nuestra zona se despoblará aún más y seria otra vuelta de tuerca a nuestros comercios por si no tienen suficiente con la venta online que los cierra. Pocas personas vendrían de la ciudad a comprar a los pueblos y casi todos iríamos por ejemplo en 'rebajas' por la proximidad y variedad
Coincidimos con otras zonas rurales en que somos la percha de las guantás. Nuestros campos, en un futuro próximo, se llenarán de placas solares (ya hay previstas, instalaciones que ocuparán más de 200 ha en Los Pedroches) e hipotecarán el uso de la tierra como muy poco durante 70 años, que suele ser la firma de los contratos de permanencia. Perfectamente podrían instalarse estas placas en los techos de instalaciones municipales, polideportivos, naves industriales… pero ese sacrificio de tierra útil, cuando no sabemos si la necesitaremos dentro de unos años, no creo que sea la mejor idea, más aún cuando la mayoría de estos proyectos están gestionadas por fondos de inversión.
Estos fondos de inversión (Córdoba es la segunda provincia de Andalucía donde hay más actividad por parte de los fondos de inversión extranjeros) utilizan nuestro terreno y se llevan el beneficio, apenas crean dos puestos de trabajo, llenan nuestros campos de cultivos intensivos, agotan nuestra agua, produciendo en un día de cosecha, lo que un propietario de olivar de montaña…de los de aquí de los nuestros no llega a recolectar en una semana, suponiendo en poco tiempo, la desaparición de ese olivar del que dependen nuestros pueblos y su gente.
Otro ejemplo similar es la creación de macrogranjas pertenecientes a empresas que no viven del campo, más fondos de inversión que creando cuatro puestos de trabajo producen lo mismo que 30 familias, con el gravamen de que en un futuro tendrán que dejar su actividad al no poder competir; macrogranjas que agotan nuestros recursos, contaminan nuestros ríos, nos dejan la mierda y se llevan el beneficio. Este tipo de actividades económicas plantean un futuro complicado al verdadero valor de nuestra comarca que es el ganado extensivo, elemento imprescindible para la conservación de las dehesas.
Ha llegado el momento de hacer una apuesta por el futuro, intentando que nuestra gente no se marche, adecuando nuestras explotaciones ganaderas, nuestros negocios… convirtiéndolos en proyectos atractivos y rentables para que nuestros jóvenes quieran trabajar en ellos.
No sería mala idea dar facilidades a población inmigrante para que se establezcan en nuestros pueblos, antes de que pierdan más población. No hay que perder de vista las estimaciones del Banco de España, que recordaba hace unas semanas, que nuestro país debe admitir 24 millones de inmigrantes de aquí al 2050. Tengamos visión de futuro para evitar el batacazo.
Por último, pidamos a nuestros gestores que inviertan en la recuperación de nuestras viejas viviendas favoreciendo ayudas para que no sea necesario crear vivienda nueva, desvirtuando así el paisaje de pueblo que es lo que lo hace realmente atractivo. Pensemos que una casa con el cartel de “Se vende”, durante varios años sin vender, solo sirve para que el precio de las viviendas de esa calle bajen automáticamente de precio y la suma de muchas calles hacen que el pueblo pierda valor.
No debemos ser pesimistas ni ver complicaciones en nuestro futuro como algo inevitable, es perfectamente evitable. Lo que es inevitable es la mala gestión de nuestros representantes políticos que juegan continuamente a dividir y a crear tensión en lugar de actuar unidos y prevenir con tiempo este tipo de situaciones.
Soy un convencido de los movimientos ciudadanos, la población en este momento no puede acomodarse, no puede cruzarse de brazos, debe tener un papel activo, participativo y sobre todo debe ser escuchado.