Los Paisajes del Olivar Andaluz: una ilusión colectiva en riesgo

Ingeniera agrónoma

Imagen de un olivar de Jaén.

A menudo la ciudadanía se queja de que los políticos no los escuchan, no están con ellos, de que la política no resuelve sus problemas. Y es que a veces, quien toma decisiones que a su leal saber y entender son buenas para los ciudadanos y ciudadanas, no son bien entendidas o bien recibidas con la frustración que ello conlleva, no solo por el esfuerzo realizado, también por los beneficios que quien las promueve piensa se van a dejar de percibir. Y es que en la mayor parte de las ocasiones las iniciativas de los gobiernos y de las instituciones no son más que la respuesta a grupos de ciudadanos, asociaciones, organizaciones, sindicatos o sencillamente personas de reconocido prestigio en diversas materias, y sus demandas y planteamientos buscando mejoras en un sector u otro. Esa comunión entre actores con inquietudes o demandas que plantean propuestas y las instituciones receptivas y competentes constituye el milagro de la creación de proyectos que nacen para construir y desarrollar una sociedad mejor y constituye el elixir del que se alimentan unos y otros en su tarea de servicio público. 

A veces también, en el proceso de definición de los proyectos, cuando estos son realmente buenos para un territorio, consiguen que se vayan adhiriendo más personas, más asociaciones, más colectivos, más instituciones, en definitiva más actores, generando una ilusión colectiva que ya es imparable aunque se trate de proyectos que duran varios años en su gestación. Pero claro, todo Ying tiene su Yang, y cuando un proyecto o iniciativa llama la atención puede generar una respuesta de casi idéntica fuerza que contrarreste las acciones previstas, entorpeciéndolas o incluso destruyéndolas a cargo también de grupos de personas, organizaciones o instituciones que tienen una visión contraria, se sienten perjudicados o sencillamente tienen intereses al respecto, y obvian el trabajo realizado durante años. Y cuando esto se produce es difícil llegar a un acuerdo por más que se realicen esfuerzos de acercamiento y adaptación, seguramente porque las razones esgrimidas no son al final la razón última de la negativa. 

Pues bien, el ejemplo casi perfecto de esta descripción lo constituye la candidatura para la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco de los Paisajes del Olivar Andaluz, trabajo desarrollado por la Diputación de Jaén, iniciado formalmente en 2014 a instancias de la Fundación Savia y Fundación Juan Ramón Guillén, que ya llevaban a esa fecha cinco años dándole forma a la idea de la protección del paisaje del olivar en Andalucía. Y en estos diez años han colaborado activamente cuatro Diputaciones más, las Organizaciones Agrarias, Cooperativas, la Universidad de Jaén y otras, y entidades sociales, y se ha obtenido también de Madrid el visto bueno a la presentación de la Candidatura. Pocas iniciativas de la tierra jiennense, tan necesitada de buenas noticias, han sido capaces de generar tanta unión en la ilusión colectiva de alcanzar algo bueno para la provincia, junto a muchas más zonas olivareras de Andalucía, cuyo paisaje está surcado por olivar de norte a sur y de este a oeste. Esos surcos infinitos y ordenados adaptados en su geometría a los caprichos de la orografía son desde siempre parte de todos los que tenemos el privilegio de vivir y sentir esta tierra. 

Recuerdo hace bastantes años que vinieron a España unos investigadores italianos de olivar a los que yo atendí y mostré la provincia de Jaén y que precisamente quedaron maravillados e impresionados del paisaje de olivar en la carretera de Jaén a El Carpio, la zona C14 Campiñas de Jaén, la más extensa de la provincia incluida en el expediente. Sin duda ese paisaje merece ser protegido, y podemos caer en la trampa fácil de decidir no actuar, en la falsa creencia de que la conservación puede alcanzarse con el inmovilismo. Pues bien, la conservación requiere de diversas acciones, pero la primera pasa sin duda por el reconocimiento de los valores a proteger, valores que no se protegerán solos aunque se encuentre y alcance la figura legal de protección, sino que requerirán posteriormente de apoyos sociales, económicos e institucionales. Y esos llegan tras la protección, y oportunidades también que constituyen nuevos recursos comerciales, turísticos o recreativos. La alternativa conlleva riesgos y amenazas a este paisaje como hemos visto recientemente en Lopera con el proyecto de instalación de placas fotovoltaicas, por ejemplo, compatibles legalmente al tratarse de suelo rústico y sin ninguna protección especial. 

Desde esta primavera y con todo el trabajo hecho a todos los niveles, digamos que se rompió la baraja respecto a la Candidatura por desacuerdos, ya parece que irresolubles, sobre la inclusión de la zona C14, se han producido reuniones y acciones, se ha creado una plataforma con apoyos de todo tipo (agricultores, profesionales, empresarios,etc), de dentro y fuera de Andalucía, pero lo cierto y verdad es que nos encontramos en la encrucijada de seguir adelante sin la zona C14 (como han pedido recientemente los empresarios de PROA y otras voces) o sencillamente, desistir. Y estamos ya en tiempo de descuento y en manos de la decisión de la Junta de Andalucía. 

Pues bien, así las cosas apelo al sentido de la responsabilidad de toda la sociedad jiennense y de todas las zonas olivareras de Andalucía, a todos los políticos, asociaciones y organizaciones, en el convencimiento de que la protección es necesaria, útil y viable, y de que en ella no puede quedar fuera el olivar más característico de Jaén. Porque recordemos siempre que lo que se propone proteger es un Paisaje Cultural, Agrario, Evolutivo y Vivo, como viva queremos que siga estando la provincia de Jaén, por nuestro futuro y el de las generaciones venideras de jiennenses, de andaluces y andaluzas. El éxito de esta Candidatura será sin duda el éxito de los agricultores y agricultoras que con tanto mimo y esfuerzo esculpen generosamente este maravilloso paisaje, pero también el de los impulsores y colaboradores, en una palabra, el éxito de una forma de vida, del trabajo de toda una provincia, de toda Andalucía. De verdad vamos a renunciar a él?

 

Archivado en: