Las inversiones públicas para el sostenimiento y la actividad de los centros de investigación y transferencia de tecnología no siempre son bien comprendidas por los poderes públicos y a veces incluso por las organizaciones del sector.
Primero hay una pugna, en el reparto de los presupuestos, con las necesidades de otros servicios sociales más sentidos por la población, como la educación y la salud, que también aspiran a mejorar su recursos.
En segundo lugar, la gestión de este tipo de centros resulta muy compleja dentro de la administración, debido a la amplitud de sus instalaciones y la dificultad de gestionar explotaciones agrícolas, ganaderas y acuícolas. Los progresivos recortes en los presupuestos ordinarios y sobre todo en la plantilla de personal de apoyo han disminuido la capacidad de investigación y de transferencia de tecnología en las instalaciones propias hasta límites que no resultan operativos.
La mayor parte de los campos de ensayo se instalan fuera de los centros, en colaboración con empresarios del sector, lo que está muy bien por la sinergia que produce, pero eso limita la realización de estudios más complejos, que requieren protección de los ensayos o tomas de datos muy frecuentes.
Las investigaciones se van desplazando a otro tipo de estudios que se pueden hacer en laboratorio, manteniendo un buen nivel de publicaciones científicas a costa de sacrificar trabajos de mayor alcance e interés para los productores.
Las nuevas directrices de la PAC y sobre todo los efectos del incremento de temperaturas y de la alteración en la distribución de las lluvias están produciendo cambios productivos importantes en algunos cultivos. Y la previsión de los expertos es que los cambios sean más acusados en los próximos años.
Esto producirá notables pérdidas en las cosechas y obligará a los agricultores a probar a ciegas nuevos cultivos o nuevas variedades. Serán nuestros agricultores quienes soporten el coste de los cambios que se vayan produciendo. Y eso quedará en su cuenta de resultados, que solo se ve en su casa. En algunos casos provocará el abandono de la actividad por falta de rentabilidad.
Desde los centros públicos de investigación y transferencia de tecnología se puede ayudar mucho a nuestros productores, anticipando los estudios necesarios para facilitar soluciones que funcionen en el territorio antes de que fracasen sus sistemas actuales. Y también formando para el cambio y para que puedan aprovechar los avances técnicos, especialmente el ámbito de la digitalización, que tan lejos queda la planificación de los gobiernos de la realidad de las explotaciones.
Las alteraciones del clima las sufre la población con las olas de calor más frecuente, con las lluvias torrenciales y la sequía, pero tiene muchos más efectos en la fisiología de los cultivos y en las plagas y enfermedades de plantas y animales, que interfieren notablemente en las producciones.
Se requiere inversión pública para mejorar la rentabilidad de las explotaciones, para paliar los fracasos en los cultivos derivados de las alteraciones climáticas, para garantizar alimentos sanos, seguros y sostenibles para nuestros ciudadanos.
Si nuestros gobiernos así lo entienden pondrán atención en sostener y potenciar los recursos públicos disponibles. Si las organizaciones profesionales y otras sectoriales lo comprenden así apoyarán y reclamarán los recursos necesarios para ello. Si la población quiere disponer de alimentos de calidad y proximidad, también debería apoyarlo.
Se requiere inversión y también atención al colectivo de trabajadores de los centros de investigación y transferencia de tecnología, con una buena estrategia de captación y de estabilización de profesionales cualificados, con una gestión eficaz de los complejos fondos europeos, con la modernización de los sistemas de gestión, con la renovación de equipamientos e instalaciones. Y esto antes de que el desánimo desarme los equipos y resulte muy difícil recuperar la capacidad de respuesta, que tantos años y tanta inversión requieren para su logro.
Desde hace años estoy observando como el IFAPA se va deteriorando, por falta de medios, personal, instalaciones, actividades y sobre todo la falta del revulsivo de la motivación y la participación activa de su personal, el tener claro de donde estamos y donde queremos ir, de cuáles son los retos para adelantarnos a los problemas que se irán incrementando a causa del cambio climático, para eso se requiere unos compromisos políticos que en el gobierno andaluz a parte de las "palabras", no lo veo…