Diagnóstico: primero síntomas del síndrome postvacacional. Septembrismo. Que qué me ocurre, pues que un pequeño caos viene a verme. Erre que erre, todos los años por estas fechas. Llama a mi puerta contundente; yo acudo. Antes de abrir, prudente, asomo un ojo a la mirilla y me veo a un tío pequeño, esmirriado, con perilla y cara de guasa. Que es usted el caos, dice… Que tiene carácter efímero y viene con envío de Amazon. Pues nada, que para mí el paquete.
Firmar, firmo, que viene certificado. Pero usted aquí no se queda –le digo al esmirriado intensificando mi negativa con el dedo-. Lo más que le puedo dar es una copita de palo cortao de Cayetano del Pino que quita tó el sentío, a ver si así se le relaja la cara y, también, las intenciones.
Que le veo venir. Porque usted será el pequeño caos, ese que nos invade y desasosiega en el mes nueve, en la vuelta a la rutina, en el retorno a las ocho horas de trabajo, a los horarios encorsetados, al cole y al taxi en el que nos convertimos con las actividades extraescolares de nuestros hijos, a salir poco y a pensar mucho, a la tarjeta achicharrada por el uniforme, la cartuchera de tres cremalleras, el boli borrable…, la vuelta a los atascos a primera hora, a pagar la ORA por la tarde, a forrar los libros, a los madrugones y al gimnasio (el que pueda y tenga voluntad), a las tardes más cortas y a la añoranza de echar el día en la playa. Pero, con todos mis respetos, usted llega a donde yo le deje.
Así que se toma la copa conmigo, si le apetece, y tertuliamos aquí, en este butacón con forma de columna, sobre los recuerdos del verano, del libro que voy a comenzar a leer mañana, de la peli que vi anoche, de los remolinos de basura que se forman en Jerez cuando hay Levante, de la estrategia de Iván Redondo para llegar a nuevas elecciones dándole coba a Pablo Iglesias, de lo bien que se está dando un paseo por la Avenida a la fresquita y encontrándote a todo quisqui, de los triunfos de tantos jerezanos que viven fuera de nuestra frontera, de esos jóvenes que al cumplir 18 años se quedan en la calle y sin papeles, de lo mal que lo está pasando la muchacha del quinto que no llega a fin de mes y sigue en paro, de ciertos culebrones costumbristas de la ciudad, de dónde está realmente el corazón de la afición xerecista, de las actitudes machistas que nos rodean, de la igualdad de oportunidades o de algún feminismo surrealista, del Euríbor negativo, de la bulería y de la vendimia, de lo difícil que es alquilar en esta ciudad, de lo agradable que es un buenos días y un gracias, o de la nueva crisis que se nos viene encima. De todo esto y de lo que usted quiera. Ha sido un placer, señor pequeño caos, pero en este caso, la caótica soy yo.