Vivimos pendientes de si las diferentes medidas tomadas por los Gobiernos, europeos allí y central y autonómicos aquí, sirven o no para evitar la temida tercera ola de la Covid-19. Una tercera ola que todos los expertos advierten será aún más dura y cruel que las dos anteriores.
Centrándonos en nuestro país surgen muchas dudas de si las medidas que se están tomando, especialmente de cara a las próximas Navidades, tienen en cuenta o no las recomendaciones de los expertos.
Considerando entre estos tanto epidemiólogos y científicos, como aquellos sectores sanitarios que pelean en primera línea contra el virus. Desde responsables de urgencias de los hospitales, pasando por quienes trabajan en las UCI, atención primaria, DYA, medicina interna, trabajadores de enfermería, etc.
Gentes como César Carballo, Julio Mayol, José Antonio López,, Josep Corbella, Fernando Sebastián y otros muchos. Todas y todos ellos están advirtiendo una y otra vez, que las medidas que se están tomando no van a servir para evitar la llegada de ese tsunami. Que deberían ser mucho más contundentes, como por cierto lo están haciendo en otros países como Francia, Italia o Alemania.
¿Por qué razón quienes están al mando de nuestros diferentes gobiernos, del estatal a los autonómicos, no les escuchan? ¿De verdad son tan ineptos? ¿Son absolutamente bobos, o sordos y ciegos? Porque si fuera así creo que lo más lógico sería, que se fueran con la máxima rapidez posible para evitarnos más riesgos.
El problema en este caso es que equivocarse trae consecuencias en muchos casos irreparables. Mucho más sufrimiento, ingresos en hospitales, UCI, e incluso la muerte. Todo ello porque quienes deberían trabajar para evitarlo, para protegernos, fracasan en esta función esencial.
La duda que surge es si ese error producido por hacer oídos sordos a lo que les recomiendan los que saben, podría ser debido a intereses económicos, políticos, de imagen, o a su profunda ineptitud irresponsable. En ambos casos traerá consecuencias gravísimas, por lo que debiéramos ir pensando ya en pedirles las correspondientes responsabilidades, presionándoles para que cambien el sentido de la marcha.
Tal y como está la política en estos momentos no parece que esa asunción de responsabilidades puedan ser políticas en un país en el que resulta extraordinariamente difícil las dimisiones, por lo que quizás tendremos que ir pensando en montar una inmensa campaña social, sin distinción de colores políticos, para abrir un gran proceso judicial donde se les impute por grave negligencia. Incluso dada la importancia de las consecuencias, de crimines de lesa humanidad.
Puede parecer duro este comentario, pero si se pudiera cuantificar la diferencia, entre las consecuencias de tomar ahora las medidas contundentes que les proponen quienes saben de esto y no tomarlas, probablemente no lo veríamos así. Además tiene fácil comprobación. Por ejemplo comparando los datos del 1 al 14 de diciembre, con los del 17 al 31 de enero por ejemplo.
¿Cuántos infectados más se van a producir? ¿Cuántos ingresos en hospitales y UCI? Y lo más trágico: ¿cuántos muertos más por no haber tomado las medidas adecuadas? Por eso debiéramos hacer un nuevo intento con el fin de hacer llegar a Sánchez, Ayuso, Chivite , Urkullu, Aragonés y al resto, que si no hacen caso a los expertos y toman las duras decisiones que la situación de la pandemia demandan, si siguen adelante con su plan que podríamos calificar de genocida, se podría poner en marcha una campaña para llevarles a todos y todas al banquillo.
Puede parecer excesivo este planteamiento, pero es que estamos hablando de sufrimiento y vidas humanas. Ojalá no haga falta y sólo con leer esta reflexión, si es que llegan hasta el suelo para leerla, baste para que cambien. Un nuevo aviso, quizás un último grito desesperado. Veremos…