Recortes de derechos, aumento de la desigualdad, retroceso en derechos y libertades, justicia controlada, corrupción sistémica, agresiones sin cuento, represión y criminalización de los movimientos sociales…. Es el oscuro balance del año que acabó… Bueno, pero ¿y la gente? ¿Por qué la gente no responde? Una pregunta recurrente de difícil respuesta que se hace porque para muchos y muchas es obvio que de la mayoría de políticos y partidos pocas esperanzas de cambio nos esperan.
Una pregunta recurrente que nace pues del convencimiento de que hace falta ciudadanía que exija y luche por los derechos humanos de forma comprometida, activa, cívicamente y de forma altamente solidaria. Pero lo cierto es que es generalizada la sensación de que desde hace unos años se ha producido un importante descenso de la protesta y la movilización social en España. Tras el proceso que arranca con el 15M en 2011, las grandes movilizaciones de masas, sindicales o de las mareas en 2012 y 2013, el surgimiento movimientos de gran impacto social (PAH, preferentes…), la realidad es ahora de importante atonía social.
Una movilización social débil, pero al tiempo desconcertada, tanto en cuanto a sus objetivos como en cuanto a sus formas y alcance. Las razones son muchas: que es imposible que la gente se mantenga movilizada en la cresta de la ola indefinidamente. Que la gente se agota y no ve resultados. Que conseguidos algunos resultados la movilización decae. Que sus dirigentes se dedican a la política…La consecuencia entre una u otras cosas es esta cierta atonía que constatamos, la enorme dificultad para arrancar importantes movilizaciones sociales, lo que no se contradice con la existencia de pequeños movimientos y colectivos….
Parece como si fuera premonitorio estos versos de Bertolh Brecht: "La violencia garantiza: 'Todo seguirá igual'. No se oye otra voz que la de los dominadores, y en el mercado grita la explotación: 'Ahora es cuando empiezo'. Y entre los oprimidos, muchos dicen ahora: 'Jamás se logrará lo que queremos'…". Pero, sin embargo, se mueve.
Porque este año también ha habido signos esperanzadores de movilización y articulación social que tendríamos que regar y mimar para que crezcan y se conviertan en un robusto árbol. Por referirnos a algunas que me han parecido destacadas. La triunfante lucha de los estibadores, que han tenido que enfrentarse no sólo a recortes importantes, sino a toda una impresionante e ideológica campaña de desprestigio y manipulación. La importante lucha —y la organización— de las camareras de piso, las kellys (nombre que nace de un juego de palabras) “las que limpian” las habitaciones de los hoteles, enfrentándose a sus infames condiciones de trabajo.
La pequeñita y lejana lucha de la gente de Rianxo por la creación de un centro de día que llevan un año encerradas en el Concello. La persistente pero masiva lucha de las gentes de Murcia exigiendo el soterramiento del AVE para evitar que la ciudad quede dividida por un muro. Se ha destacado la marea blanca este año en varias provincias andaluzas particularmente, obligando a mover ficha a la Junta, aunque como siempre trampeando. Y en Cádiz también se ha creado la marea blanca que convocó la importante movilización del pasado 23 de febrero pero que ha sabido extenderse capilarmente por muchas otras localidades de la provincia.
"Si algo tuviéramos que destacar este año, por encima de Cataluña, es que las mujeres han alzado la voz y empiezan a imponer su agenda"
Más modesto públicamente, pero muy esperanzadora ha sido este año la articulación de colectivos que trabajan en barrios de ZNTS para plantear exigencias y alternativas. Igual que pudiera serlo la de los colectivos que nos vinculamos en torno al foro de Participación Ciudadana, por no citar otros marcos de actuación colectiva. Otro ejemplo ha sido la movilización por el empleo del pasado 17 de diciembre, fruto de un excelente trabajo de extensión e implicación social en las localidades cercanas por parte de la Mesa por el Empleo. El trabajo persistente de la Asamblea 15 San Mateo, la de la marea de pensionistas, o del movimiento de lucha contra el desempleo y la exclusión, son ejemplos, modestos si se quiere, pero importantes en el fondo, de gente que no se rinde.
Sin duda podríamos reseñar otras iniciativas, pero ya no sólo en Cádiz, sino en todo el país, imposible no destacar que 2017 ha sido al año del movimiento feminista. Ha habido movilizaciones de gran importancia (recuérdese el impactante —y desde aquí sorpresivo— movimiento contra Trump a principios de año en EEUU), el 8 de marzo, la movilización continua y capilar contra la violencia y el acoso sexual. Un movimiento que logra no solo movilizar a decenas de miles de personas en todo el país, sino que logra condicionar la agenda pública. Si algo tuviéramos que destacar este año, por encima de Cataluña, es que las mujeres han alzado la voz y, con todos los vericuetos e infectas resistencias del mundo, empiezan a imponer su agenda. Es una excelente noticia. Una maravillosa noticia.
Que esperamos se consolide, avance y se reafirme en 2018. Porque los avances feministas son los avances de la igualdad y eso son los avances para toda la sociedad. Así que, con lo dicho, en efecto, aunque como decía Brecht parece que sólo se oye la voz de los dominadores y los Rajoy y compañía quieren hacernos asumir que hay que perder toda esperanza, lo cierto es que se mueve. Que tal vez todo no esté perdido. Es más no lo está.