Una sola verdiblanca

Tiempos difíciles para nosotros, jóvenes, estudiantes y trabajadores, sin padrinos ni madrinas, sin adulaciones partidarias ni influencias extranjeras alejadas de nuestras capitales provincianas

Premio Rafael Viso 2022 y miembro de Marea Verde.

La bandera de Andalucía, ondeando en el Parlamento.

Me permito esta mañana, en una pausa entre café, trabajo y manuales de Derecho, a reivindicar con orgullo una sola verdiblanca, un solo pueblo, una lucha colectiva. Pues resulta paradójico como Andalucía, en el precipicio de la vida y la muerte, jugó sus cartas con miedo y que tibiamente se le mira con ojos de esperanza.

Estamos viviendo tiempos difíciles para el andalucismo. En todos los sentidos. No me sirve el cómo, ni el cuándo, ni traiciones a espaldas de cualquier signo. Tampoco me sirve la consolación de un domingo festivo o la resaca de multitudinarias reivindicaciones que fracasan como siempre. Me sirve la fortaleza de todo un pueblo que defiende con sus garras lo que es suyo, su historia milenaria, el orgullo de sus gentes, la diversidad de sus tierras y una mirada al futuro cargada de ilusión y realidades monstruosamente dignas.  

Tiempos difíciles para nosotros, jóvenes, estudiantes y trabajadores, sin padrinos ni madrinas, sin adulaciones partidarias ni influencias extranjeras alejadas de nuestras capitales provincianas de colores verdiblancos. Toca reflexionar, pensar, ¿vale la pena todo eso? Pero se vuelven a repetir los mismos titulares, Andalucía sigue liderando listas de paro, la peor calidad de vida, en la cola de la inversión en sanidad y educación, seguimos teniendo los barrios, los municipios y las ciudades más pobres de España, nuestras grandes ciudades siguen desconectadas sin unos medios de transporte que nos permita desplazarnos y poder desarrollar vidas, tanto sociales como profesionales. 

Y reflexiono, como orgulloso estudiante de universidad pública andaluza, como joven que realiza un extraordinario esfuerzo para compaginar mi vida laboral con la académica, ¿por qué un joven andaluz tiene menos oportunidades que un joven nacido en Madrid, País Vasco o Cataluña? Son problemas, quebraderos de cabeza, como decimos en mi tierra, que nos llevan por el camino de la amargura. Especialmente, el camino es también complejo, lleno de espinas, para ese pequeño grupo de andalucistas realmente comprometidos con el ideal andaluz que defendía Blas Infante, y que no se dejan influir por monstruos oscuros que se venden al mejor postor. Porque de nada sirve reivindicar las mejores sociales para nuestra gente si al mismo tiempo damos la mano a los nacionalistas vascos o catalanes que maltratan nuestra cultura, que la catalogan como retrasada y cateta, o con los nacionalistas de aguiluchos que anteponen su clasismo a la deplorable situación social del pueblo andaluz. 

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