A la pregunta de si es el Andalucismo un nacionalismo acomplejado, tuve la suerte de escuchar la respuesta en directo de Javier Aroca, antropólogo y abogado sevillano. Aroca aseguraba que el andalucismo sí es un término rotundamente acomplejado, atreviéndose a asegurar que ningún célebre andaluz se reconoce como tal. Manifestaba, además, ser “nacionalista andaluz para dejar de serlo”, aclarando que la motivación de considerarnos nacionalistas andaluces debería responder a una meta concreta, que pasara por la liberación de nuestra tierra y por la construcción de una ciudadanía más libre y autónoma. El mediático tertuliano se mostraba pesimista diciendo que, de Andalucía, al ser un país acomplejado, no podía salir un movimiento que no lo fuera.
Quizá el andalucismo fue la gran víctima del nuevo tiempo político. Mientras unos aseguran que perdió su peso institucional al ser devorado por diversas corrientes políticas, otros mantienen la esperanza de retomarlo, cuidándose esta vez de no recaer en los mismos bandazos y malas compañías. Asimismo, la apatía ciudadana generalizada solía y suele tener un papel protagonista en el día que corresponde llenar las urnas, sobre todo en términos andalucistas. El devenir de los acontecimientos posteriores ha puesto de manifiesto la urgencia y la necesidad de un andalucismo fuerte, coherente y sin complejos. Mientras tanto, el sentimiento andalucista va canalizándose y arraigándose en el Carnaval de Cádiz, la expresión del pueblo hecha canción. Si el nacionalismo andaluz tuviera que usar pasodobles a modo de carta de presentación, sin duda se podría servir de los que voy a presentar a continuación.
No podía comenzar mi repertorio carnavalesco-andalucista con un pasodoble que no fuera del niño de Santa María. Más de cuatro lustros después, se nos sigue poniendo el vello de punta recordando aquel bendito día en el que salimos a la calle, al son de “era un 4 de diciembre”. Tuvimos el coraje, la fuerza y la valentía para gritar que nuestra sangre era irreversiblemente verde y blanca. Nunca podremos olvidar los días grises, llenos de gritos y espanto, que llenaban nuestra existencia, cuando el dictador podía campar a sus anchas gracias a los y las que le rezaban en la acera. Lloramos, condenamos y demandamos justicia para todas las personas asesinadas, pero nos hicimos más fuertes. Cuando logramos desatarnos y liberarnos del yugo que nos apesadumbraba durante décadas, pudimos respirar tranquilos y nos sentimos invencibles. La vía rápida de acceso a la autonomía reflejada en el artículo 151 de nuestra Carta Magna, se encontraría asociada al estatutario andaluz de por vida y, aunque a Andalucía todavía le queda mucho por recorrer en el camino de la dignidad, ninguna Navidad se podrá igualar a la desencadenada tras aquel 4 de diciembre, que nos hizo libres sin camino de vuelta.
Tino Tovar no precisa de preámbulo alguno. Valiente, comprometido y sensible a partes iguales. ‘El Creador’ no titubeaba al afirmar, en el año de su partida con Tic-tac, tic-tac, que los y las andaluzas tenemos bandera, parlamento y patria. Tino le cantaba a la Andalucía maltratada, la de los sin techo, los sin papeles, las familias sin recursos y los niños y niñas en riesgo de exclusión. Aludía a la Andalucía saqueada por los mismos de siempre, a la Andalucía emigrante y explotada en Madrid y Cataluña y a la Andalucía rebelde, dispuesta a tomar las calles si hiciera falta en recuerdo de uno de nuestros mártires, Caparrós. Andalucía también cayó en manos de ETA y también fue presa de los grises. Tino declaraba, además, que sabemos defendernos y que nuestra “república” no es excluyente como la de otros; la nuestra es solidaria, cívica, popular, inclusiva y se constituye con el propósito de elevar el andalucismo y lograr la preponderancia del discurso andaluz en las instituciones. Como dice nuestro himno de versos verdes que canta “por España y la humanidad”; nuestra Tierra, cansada y herida... República de Andalucía.
Juan Carlos Aragón es el autor de la banda sonora de nuestras vidas. Nuestro Capitán Veneno estaba cansado de ver tanta bandera y que no fuera verde ni blanca. Se preguntaba, con coraje y rebeldía, si algún día Andalucía sacaría la fuerza y la garra para convertirse en Patria. Juan Carlos era canción libre y temeraria y, en multitud de ocasiones como en su versión más ‘mafiosa’, no cesaba en recordar que Andalucía seguía siendo la gran olvidada del Estado español; siempre al final de la cola, sobre todo cuando el Gobierno se tiñe de azul. Mientras otros pueblos se levantan, Andalucía canta. Aragón se lamentaba de ver cómo el pueblo andaluz sigue callando y soportando sin límite. Asegurando que también tenemos una lengua, una bandera y un pueblo a falta de concienciar, culminaba su mensaje incidiendo en que la tarea más urgente pasa por dejar al lado la simbología y por situar a Andalucía en el puesto de dignidad que se merece y en el que desgraciadamente no está: “No se trata de ser una Patria sin más”. El Capitán Veneno, verdad atrevida y descarada, a la que el tiempo sólo puede dar la razón más absoluta.
Se me saltan las lágrimas recordando el homenaje repleto de verdad, sentimiento y andalucismo que nos regaló el gran Kike Remolino con su última comparsa, Los Encaidenaos. Recorre los principales elementos paisajísticos e idiosincráticos de los ocho eslabones que, en cadena, conforman Andalucía. Llora por la sangre de Lorca, de Caparrós y de Blas Infante, así como la de tantos andaluzas y andaluces marineros, mineros y agricultores. No puede olvidar ni ignorar cómo nuestra historia, tan sufrida, sigue siendo vapuleada y manipulada por los herederos del franquismo y por sus secuaces, ahora gobernando juntos en la Junta de Andalucía. El autor reconoce que Andalucía es un país de ciudades y aboga por ‘encadenarnos’ las unas a las otras hasta que nuestro cobarde gobierno tiemble. Por mucho que lo intenten, ya no pueden rompernos.
Cuántos de nosotros y nosotras hemos soñado con meternos en la piel de alguno de los Yesterday. Sin duda, estos ‘hippies’ rompieron con el molde establecido hasta el momento. Crearon un nuevo estilo chirigotero que supuso un punto de inflexión en el Carnaval, un antes y un después. Al igual que Blas Infante supo vaticinar que Andalucía no era lo que nos habían dicho que era, sino mucho más; Juan Carlos reflejaba en el año 1999 lo que le había pasado a Andalucía en los últimos años. Cuando el autor expresa su deseo de “volver a ser lo que fuimos”, no se refiere precisamente a recaer en el sometimiento de los viejos terratenientes ni aventajados propietarios, sino a todo lo contrario: el andaluz debe dejar de ser el castellano venido a menos. A los andaluces y andaluzas aún nos falta autoestima y creernos nuestra tierra. No deberíamos sentirnos acomplejados ni resulta baladí hablar de una nación andaluza. Andalucía tiene una cosmovisión propia de la vida y es una Tierra con mayúscula: seguir nutriendo el andalucismo latente nos hará más libres, más iguales, más consecuentes y más justos como pueblo; pero nunca alcanzaremos esa justicia plena si no la hay para los que siguen enterrados en las cunetas. Cuidar y reparar nuestra memoria histórica también es construir identidad.
COPLAS CITADAS EN EL ARTÍCULO
1.- Pasodoble “Era un cuatro de diciembre” – Los Piratas (1998)
2.- Pasodoble “También yo tengo bandera” – Tic-tac, tic-tac (2018)
3.- Pasodoble “De ver tanta y tanta bandera” – Los Mafiosos (2018)
4.- Pasodoble “Por tus cielos, por tus playas” – Los Encaidenaos (2020)
5.- Pasodoble “Aunque diga Blas Infante” – Los Yesterday (1999)
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