A estas alturas de la legislatura andaluza ya conocemos sobradamente el modelo de televisión pública que traían en el zurrón los que presumían de traernos ‘el cambio’ tras décadas de socialismo. La fórmula ha sido muy simple: quítate tú para ponerme yo y hacer exactamente lo mismo que se venía haciendo en la RTVA con la administración socialista. Ahora las patas no son negras, son azules, naranja o verdes. Con algunas matizaciones dado el mapa político estatal, que es el factor que influye verdaderamente en ‘la nuestra’.
Convertir Canal Sur TV en una cadena generalista más del país, cuyos contenidos pueden interesar lo mismo en Carmona que en Talavera de la Reina, esa es la televisión por la que se ha optado. Un quiero y no puedo que, en muchos casos, rebosa grandes dosis de cutrez. Y en programación, salvo dignas excepciones, un punto por debajo de lo que ofrece Mediaset a su público, pero con más toros. No se veían tantos cuernos en Canal Sur TV desde que Santi Sánchez Tráver estuvo de director del canal. Y curas, muchos sacerdotes, obispos, iglesias, cultos y romerías, todo ello gracias a la intercesión de los socios externos de la derecha extrema. Si Canal Sur cambiase a blanco y negro en determinados espacios, muchos de mi generación íbamos a rejuvenecer tela creyendo que estamos en los años 60.
En definitiva, han hecho una cadena al servicio del PP, muy parecida editorialmente a la de los obispos, que para eso desde Génova 13 dieron un golpe de timón enviando al Comisariado de San Juan de Aznalfarache al periodista Álvaro Zancajo, dejando en un puesto poco decoroso al director general Juande Mellado, obligado a cesar a quién él eligió y nombró seis meses antes para el cargo. Si en aquel momento Juande no dimitió, su aguante tiene que ser a prueba de mármol de Macael. Dobladas dicen que se las traga Mellado en su potro de tortura, hasta el punto de tener que firmar como director general, por vez primera en la historia de Canal Sur, el contrato de un trabajador ante la negativa del responsable de Recursos Huamnos a firmarlo. A ese punto han llegado las cosas.
A Elías Bendodo, listo manijero popular desde la poderosa Presidencia, solo le ha faltado obligar a colocar la gaviota como ‘mosca’ permanente en los informativos y los llamados “debates” de la tele pública andaluza.
Operación Términus, 'no comment'
La confirmación por parte de la UDEF de la existencia de una ‘Caja B’ al servicio del PP en Almería, de donde podrían haber salido unos 7 millones de euros en comisiones o mordidas solo en los diez años investigados, ha sido un asunto obviado en la información y análisis de la RTVA. Solo a nivel provincial en Almería y pare usted de contar. Ni en el programa de León Gross se ha abordado el tema y eso que Teo está haciendo lo que puede, pese al corsé ambiental en la casa. Que se nota.
Pues no, que uno de los políticos más poderosos de la derecha en Andalucía, Gabriel Amat, aparezca presidiendo todas las juntas de contratación donde se consagraban presuntamente trampas con la constructora Halsa no parece que tenga más interés para Canal Sur que el futuro político de Susana Díaz, tema estrella en varias tertulias radiofónicas de estas semanas.
Antiguamente algunos directores de medios solían decir ‘lo que no publica (aquí el nombre de su importante medio) no existe”. Por lo que se ve el PP se ha inspirado en aquello que podría ser válido cuando no existían internet, ni redes, ni medios libres e independientes.
Es por lo que han optado por el plan b para defenderse atacando. Y en esta ocasión han usado otra televisión pública, financiada por el Ayuntamiento de Almería, para que desde una tertulia de barra de bar se ataque a todo bicho que haya osado tocar los intereses del clan del PP de Almería. Políticos del PSOE, IU y Podemos, denunciantes de corrupción, medios de comunicación, periodistas… a todos les ajustan las cuentas sin una sola voz enfrente que les pueda rebatir y dejar en evidencia lo tontos que son. Tarea fácil, ya que se nota que ninguno se ha leído un puto papel del sumario.
En definitiva, dos ejemplos claros de manipulación de los medios de comunicación públicos, que el Partido Popular usa con todo el descaro como instrumentos de ataque contra el adversario o quien le fiscaliza desde la prensa. Si se fijan bien, esto es tan corrupción política como la que han revelado los funcionarios de la UDEF de Málaga en su detallado informe de La Mojonera y Roquetas.
Lo más triste de todo esto que sucede con las teles públicas, convertidas en juguetes en manos de nuestros políticos, es que se están cargando algo que fue concebido como servicio público esencial para la comunidad, que iba a ayudar a vertebrar Andalucía. Canal Sur Tv no puede presumir hoy de ser una televisión andaluza, salvo pequeños guiños, sus mensajes políticos y su programación de refritos nacionales, la convierten en un botón más del mando a distancia. Un botón que nos cuesta 18 millones de euros cada mes.