Carles Puigdemont y Mariano Rajoy, en una imagen de archivo.
Carles Puigdemont y Mariano Rajoy, en una imagen de archivo.

De una sociedad líquida como señalaba Bauman, con una política y políticos especialmente líquidos, hemos pasado a unos tiempos dispersos, volubles. Hacer reflexiones en estos momentos resulta especialmente complicado, porque lo que vale hoy a las 20 h puede no valer ya a las 22 y mucho menos a las 9 de la mañana. El último ejemplo ha sido la comentada carta de Oriol Junqueras que contradice todo lo dicho por él anteriormente, al igual que se podría decir del Presidente del Gobierno en este mismo tema.

Este escrito cambia cualquier análisis que sobre la situación en Catalunya se haya podido hacer durante los meses anteriores. La visión pesimista tras sus elecciones el pasado 14-F y la constitución monocolor indepe del nuevo Gobern, se viene abajo al leerlo. Su análisis pragmático y sensato anticipa un nuevo tiempo para las relaciones Estado-Catalunya.

Esos cambios de opinión, aunque puedan tener un origen táctico, tienen consecuencias estratégicas profundas. Los indultos provocan una vía de diálogo y acercamiento hace unos días impensables. El reconocimiento por parte de ERC de la aceptación de los mismos y de que la vía unilateral queda suprimida también.

Estos cambios dejan a PP y VOX en una situación difícil por más que las encuestas, realizadas antes de este cambio, dieran que una mayoría de la sociedad española, incluidos los votantes del PSOE, estaba en contra de dichos indultos. La foto del próximo domingo en la Plaza de Colón se va a producir ahora a trasmano y puede cambiar el sentido de la ola que la derecha había alcanzado a partir de las elecciones del pasado 4-M en Madrid.

Así el futuro para el gobierno de las izquierdas se clarifica, a lo que debemos añadir el éxito del proceso de vacunación que va cumpliendo todas las previsiones y el cambio de ciclo económico que se va a producir a partir de ahora. Además la llegada de los esperados fondos europeos puede dar el oxígeno necesario para que el gobierno, que en las últimas semanas se encontraba contra las cuerdas, tenga la posibilidad de aguantar hasta el final de la legislatura.

Esa dispersión, o falta de consistencia, se manifiesta también en lo acontecido en los últimos días en lo referente a la pandemia. Las últimas decisiones del Ministerio de Sanidad sobre las restricciones han resultado un patinazo de categoría, que han permitido de nuevo a la Presidenta de Madrid volver a darles un revolcón. La decisión de la AN, aunque aún no sea definitiva, le ha vuelto a dar una victoria innecesaria.

Si con datos mucho peores y sin la tasa de vacunación actual no se tomaron, no se entiende como se ha hecho ahora. Alguien ha fallado en su cálculo. Todo lo ocurrido durante la pandemia nos debería hacer reflexionar sobre si tenemos los mecanismos necesarios en un Estado de las Autonomía como el nuestro, para poder homogeneizar normas. Parece que no. Por eso cuando pase algo debemos hacer para corregir esa anomalía.

Vivimos tiempos disperso y volubles, la política, los políticos, la sociedad, no parece que sean especialmente serias y eso provoca situaciones indeseadas.

¿Cómo se podría evitar esas situaciones?

Quizás si los partidos de la izquierda recuperaran la estrategia en su praxis, si se dedicaran más a intentar transformar la sociedad y no sólo interpretarla, sería posible un cambio. Pero lamentablemente eso necesitaría un tiempo que no se tiene, cuando cada poco tiempo estamos inmersos en constantes procesos electorales y ese cambio podría suponer una merma en votos.

Quizás si Pedro Sánchez mantuviera su valentía actual demostrada con la decisión de los indultos contra un 64% de la población en contra, será posible. Pero para eso deberemos esperar a las elecciones de 2024 si se consolida e incrementa la mayoría de las izquierdas y continúa la pragmatización de las periféricas como ERC, Bildu y BNG. De esa manera también se podría afrontar con éxito la solución del último gran problema que nos quedó pendiente desde la Transición; las tensiones centro-periferia.

A partir de esa nueva situación se podría afrontar la posibilidad de un nuevo pacto fiscal Estado-Catalunya y el tema más polémico, la posibilidad de una consulta explorando lo recogido en el artículo 92.1 de nuestra Constitución.

Veremos...

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