Sin que sea posible disponer de datos oficiales, se calcula que entre 7.000 y 10.000 españoles cruzan la Verja de Gibraltar para desempeñar una actividad laboral en la colonia, regresando a sus domicilios españoles de forma diaria. Son los denominados trabajadores fronterizos, en su mayoría procedentes de los municipios del Campo de Gibraltar y que suelen realizar tareas relacionadas con la hostelería, el hogar, el cuidado de personas dependientes, la construcción y las pequeñas reparaciones y reformas. Estos trabajadores han estado durante mucho tiempo marginados por las autoridades españolas debido al contencioso con Reino Unido sobre Gibraltar.
¿Qué entendemos por trabajador fronterizo? Desde un punto de vista legal, sería aquel trabajador que residiendo en la “zona fronteriza” de un país, se desplaza de forma diaria o semanalmente a otro país, para desempeñar una actividad laboral, normalmente por cuenta ajena. Es necesario por tanto que se produzca el cruce por una frontera internacional. Y además, que estén afectados dos países, el de residencia del trabajador, por un lado, y el del trabajo, por otro.
Pues bien, la controversia territorial sobre Gibraltar ha afectado históricamente de lleno a estos trabajadores fronterizos, y ello es debido que si aplicamos la definición anteriormente señalada, no se cumpliría con el caso de la Roca. Y claro, esto se debe a que Gibraltar no es en si mismo un país, sino un territorio autónomo, pendiente de descolonización, y cuyas relaciones exteriores las asume Reino Unido. ¡Cuidado!, el hecho de que esté “sujeto a descolonización” no la equipara con el Sáhara Occidental, por ejemplo. El caso gibraltareño, al igual que el de las Islas Malvinas en el Atlántico Sur, es una descolonización atípica, por cuanto que se prevé una solución de futuro de estas colonias a partir del acuerdo entre los países afectados en la controversia, pero que, en cualquier caso, no tiene por qué ser un referéndum de independencia. En Gibraltar, el acuerdo sería entre España y Reino Unido; en Malvinas, entre Argentina y Reino Unido….curioso que siempre estén los británicos metidos en estos líos internacionales.
Aclarado este concepto, debemos indicar que las autoridades tanto españolas como andaluzas jamás han querido reconocer el carácter jurídico de los trabajadores fronterizos y los derechos que ello comparta. Se han producido incluso acaloradas discusiones no hace mucho en nuestro Parlamento andaluz sobre la cuestión, reconociéndose, acaso, su condición de trabajadores fronterizos desde un punto de vista político. Es más, las primeras y únicas referencias a ellos en la normativa nacional se han limitado a condiciones restrictivas en cuanto a la cantidad de productos – cigarrillos, en concreto - que podían pasar por aduana en su trasiego diario por la Verja. Igualmente, la Agencia Tributaria adoptó una decisión, en aplicación de la normativa europea, a fin de facilitar su paso por la Verja, sin necesidad de control específico por parte de las autoridades policiales. Cabe decir que la aplicación de esta última normativa ha sido un auténtico fracaso, por la sencilla razón de que la misma exigía el registro y control de los trabajadores fronterizos. Apenas el 10% se registró, y es que la situación de estos trabajadores oculta la realidad de la precariedad laboral propia de la zona.
En las negociaciones para el Brexit, uno de los puntos de más interés para las autoridades españolas han sido, obviamente, los trabajadores fronterizos. Éticamente, ningún gobierno estaría por la labor de abandonar a su suerte a miles de sus nacionales en una de las zonas más pobres de Europa y líder en desempleo. Así que, junto a las negociaciones entre Bruselas y Londres sobre las relaciones entre la Unión Europea y Reino Unido post-Brexit, se unieron negociaciones paralelas entre Madrid y Londres sobre el futuro de Gibraltar. Y tuvimos que esperar, con ansiedad y entre polvorones y restricciones de encuentros familiares, al 28 de diciembre para un Acuerdo de Comercio y Cooperación entre la UE y Reino Unido, muy limitado en sus ámbitos y que ya está provocando importantes dolores de cabeza a los británicos (¿consecuencia de su soberbia durante las negociaciones?); y al 31 de diciembre para un “principio de acuerdo” entre España y Reino Unido sobre la Colonia. Es un “principio de acuerdo” por cuanto que se sigue negociando la letra pequeña…y la no tan pequeña. Pero es importante, en cualquier caso, destacar lo esencial y que afecta a los trabajadores fronterizos. Y que serían dos cuestiones esenciales. En primer lugar, se les garantiza a los trabajadores fronterizos los mismos derechos que el resto de trabajadores. El requisito del registro se mantiene y ello irá en paralelo a una mayor cooperación entre las autoridades laborales españolas y gibraltareñas. Todo sea para evitar el fraude fiscal, esencialmente. Esperemos, igualmente, sea extensible a las prestaciones laborales. En segundo lugar, y como piedra angular del “principio de acuerdo”, Gibraltar pasa a formar parte del espacio Schengen, lo cual implica la eliminación de cualquier control en frontera interna, en otras palabras, la desaparición de la Verja como paso fronterizo y de control. Esto, evidentemente, evitará las aglomeraciones en la entrada y salida, así como largas colas tristemente acaecidas en los últimos años por el celo controlador de las autoridades españolas. Todo ello debería facilitar enormemente el continuo cruce de los trabajadores fronterizos, importante motor de la economía gibraltareña. Y, por supuesto, con permiso de la COVID-19….
¿Y qué nos queda como conclusión? Permítanme finalmente, reconocer la labor de nuestra ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Arancha González Laya, auténtica artífice, junto a su equipo, de semejante acuerdo. Ministra que no parece estar entre los miembros del Gobierno más conocidos o mediáticos, pero que ha demostrado al menos una formación y experiencia de altura (decir que estuvo trabajando en la Comisión Europea y en la Organización Mundial del Comercio). Es más, durante las negociaciones bilaterales, los medios de comunicación británicos llegaron a alabar su capacidad de comunicación, preguntándose por qué los políticos de la City no podrían tener semejante profesionalidad… El acuerdo alcanzado parece muestra de ello.