Se acabaron las cábalas y ya por fin tenemos equipo de gobierno para Pedro Sánchez. De marcado acento femenino (y feminista) y tecnócrata. Gente curtida en aquellas carteras a las que se les ha aupado a una responsabilidad ministerial, por lo que se prevé que no haya demasiados sobresaltos e improvisaciones, más allá de las que marquen desde Bruselas o desde el fragmentado Congreso de los Diputados.
Pedro Sánchez sabía lo mucho que se jugaba, así que ha ido a lo seguro apostando por pesos pesados de contrastada trayectoria, ningún desconocido, aunque deja importantes incógnitas en determinados ministerios. Quizá la que mayor controversia genere sea la última en conocerse, la de Màxim Huerta como Ministro de Cultura y Deportes.
Vaya por delante que me parece un acierto recuperar la cartera de Cultura en este final de legislatura. Pero claro… uno piensa en Màxim sentado en su escaño azul, y como que no lo ve. Y no lo ve porque todos tenemos una imagen previa del valenciano que dista mucho del modelo de sobriedad, aplomo y diligencia que se le presupone a un miembro del gobierno. Porque todos recordamos sus comienzos televisivos en el programa de Ana Rosa Quintana, por mucho que algunos medios ahora quieran “adecentar” aquello diciendo que se encargaba de la sección de “Sociedad” …, no, no.. mire usted. Màxim Huerta sucedió a Jorge Javier Vázquez e intentó reverdecer esos viejos laureles en una sección de “prensa rosa”. Con la misma caspa que la del inefable JJ. No vistamos la mona de seda, por favor. No insulten nuestra inteligencia.
Luego, el bueno de Màxim se metió a novelista, algo muy de moda últimamente en el periodismo y personajeo televisivo, con la diferencia de que Huerta escribe mejor que Belén Esteban, y de ahí su más que merecidísimo Premio Primavera de Novela (de esos que Espasa concede a los suyos y a los que van a serlo en un futuro cercano).
Dicen las malas lenguas que antes de ofrecer el ministerio a Màxim, Pedro Sánchez pensó en 4-5 candidatos previos. Eso no me lo creo. Normalmente para este tipo de decisiones, se tienen solo 2-3 candidatos. Cuando éstos te han dado calabazas y los plazos se agotan, prestas oído a alguno de tus asesores y estos sueltan nombres sobre la mesa. Yo creo que el ministro Huerta es de éstos… de los sugeridos, más que de los elegidos. Y oigan… ojalá me equivoque y me trague mis infundadas dudas sobre su capacidad ministerial “con patatas”, que dirían Rajoy y Pablo Iglesias. Ojalá.
Pero no me imagino al buenazo de Màxim, con su pachorra y su aparente fragilidad, en una sesión de control de gobierno de un miércoles cualquiera, plantando cara a los diputados de PP y Ciudadanos, ávidos de sangre fresca tras el bofetón de la semana pasada, y que saben positivamente cuál es el eslabón débil de esta ejecutiva.
Han puesto un cordero frente a los lobos. Al tiempo…
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