Cuesta distinguir, a veces, si las ideas de precampaña de Saldaña son en serio o han sido escritas por El Mundo Today. Hagamos un repaso histórico de algunas propuestas reales del candidato: Regalar claveles a turistas en el aeropuerto, entregar una lavadora de segunda mano a una familia en exclusión social -fomentando la caridad y las relaciones de subordinación-, promover la creación de un Silicon Valley en la Fábrica de Botellas, propulsar que exista un emoji de zambomba, el Jerez Xacobea o usar el correo interno del Ayuntamiento de Jerez para mandar propaganda a la plantilla del Ayuntamiento.
Una actividad, cuando menos variopinta, cuya última manifestación es crear un crowdfunding destinado a impulsar proyectos sociales en Jerez. "La microfinanciación lleva usándose algunos años", ha declarado el alcaldable del Partido Popular. Y es cierto, hay proyectos culturales, políticos, sociales, que al no gozar de respaldo público, tienen que acudir a un sistema de micromecenazgo. Lo que debería causar sonrojo a la sociedad y, particularmente, a sus gobernantes, el hecho de que personas con loables iniciativas no encuentren en las instituciones amparo para llevar a cabo proyectos que benefician a la población, es visto como una solución por Saldaña, que pregona la bajada de impuestos, pero luego lidera esta iniciativa.
Pretende que, además de pagar nuestros impuestos, hacernos cargo de la subida del IVA cultural, que nos veamos obligados a acudir a servicios privados cuando nuestra sanidad se resiente y otros debes de nuestro estado del bienestar, también seamos micromecenas de proyectos sociales. Así se conduce lo que debe sostenerse desde las instituciones y es una responsabilidad colectiva, a la economía doméstica, creando un mundo donde la cultura y los proyectos sociales dependen del antojo del que más tiene. El que no tiene excedentes a fin de mes (y Jerez es una ciudad especialmente castigada en ese sentido) no participa en las iniciativas que se impulsan.
Mientras otras personalidades políticas provinciales donan los excedentes de sus sueldos a promover iniciativas sociales y culturales (Kika en Jerez o Kichi en Cádiz), Saldaña, que cobró casi 10.000 euros por presidir una comisión sin apenas actividad en el parlamento y podría participar con holgura en su propio crowfunding, pone en marcha una iniciativa que traslada las necesidades que debe cubrir un Ayuntamiento en complicidad de empresas, asociaciones y colectivos, al ejercicio individual. Y no, para eso están las instituciones, para eso sirven nuestros impuestos (un macromecenazgo, a fin de cuentas) y para eso están los gobernantes, para decidir cuales son las prioridades a las que se destina el dinero de nuestros impuestos.
Hay quienes asocian lo cultural y social a una cuestión privada ("cada uno que se pague lo suyo") con la que ganarse una foto y hacerse autobombo, y hay quienes ven eso mismo como una construcción colectiva sin padrinos, guiado desde lo público e impulsado por la gente. Para no recurrir a crowfunding, el primer paso es trabajar por una sociedad más justa e igualitaria. Si trabajas por una sociedad con buenos servicios sanitarios, una educación pública de calidad y sin desigualdades, no haría falta sufragar ninguno de los tres crowfunding que propone Saldaña. El sistema que impulsa el candidato del PP perpetua las condiciones de subordinación. Causaría risa si no causara algo peor, miedo.
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