Este lunes 9 de mayo se conmemora el Día de Europa. Durante los prolegómenos y en dicha fecha, sonará a toda pastilla el “Himno de la Alegría” y las Administraciones Públicas organizarán eventos y campañas de difusión mediante los cuales se intentará concienciar sobre la importancia de la Unión Europea en nuestra vida diaria.
Sin embargo, todos los esfuerzos parecen caer en saco roto. España, la “piel de toro”, todavía no es consciente de su papel en la toma de decisiones comunitarias ni del impacto de las políticas europeas en los poderes del Estado.
La historia de España y la Unión Europea no puede reducirse a la firma del Tratado de Adhesión a las Comunidades Europeas, que tuvo lugar el 12 de junio de 1985. De igual forma, esta vinculación tampoco puede definirse como una subordinación o imitación del modelo de otros Estados.
A modo de muestra, toca mencionar algunos exponentes. La concesión de los fondos Feder, lo que ha propiciado el desarrollo y crecimiento de Andalucía. Asimismo, la Política Agraria Común mejoró la productividad y la calidad de vida de los agricultores, sin olvidar la creación de un espacio europeo marcado por la libertad de circulación de personas y mercancías.
En la actualidad, hay personas y entidades que desconfían de las potencialidades que puede ofrecer el fenómeno europeo. Pero, los avances anteriormente indicados deberían impedir las teorías conspiranoicas, las cuales reducen la realidad europea a un gen globalizador que controla a los individuos. Obviamente, los “Hombres de Negro” de la Comisión Europea no surgen por casualidad.
En todo caso, uno de los puntos críticos de la Unión Europea en nuestro país viene marcado por la participación, muy pobre y escasa. Tal nivel de desapego se alcanzó que tuvieron que organizarse diversas plataformas ciudadanas para luchar por un incremento de la participación en las Elecciones al Parlamento Europeo, alcanzándose un porcentaje de participación del 60,70 % y un aumento de los sufragios del 16,9 % con respecto a la anterior convocatoria.
En definitiva, la Unión Europea no es el “lado oscuro” de Star Wars. Este conjunto de Estados tiene que ser entendido en clave española como una oportunidad y un espacio de influencia política. Nuestro país no es un convidado de piedra y el futuro llama a los valientes...