"El uso del teléfono móvil en adolescentes: ¿barra libre o limitaciones?"

El problema central radica, pues, en la exposición temprana de los niños y niñas a las nuevas tecnologías, especialmente a los teléfonos móviles inteligentes

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Maestra de educación infantil

La Policía Nacional alerta de una estafa telefónica tipo 'vishing'.
La Policía Nacional alerta de una estafa telefónica tipo 'vishing'.

El impacto generalizado de las nuevas tecnologías se ha propagado de manera considerable en nuestros días. Los avances ya no se adaptan a las demandas y exigencias de la sociedad, sino que es la propia sociedad la que se ve abocada a ajustarse a estos avances. Nos encontramos inmersos en un mundo donde la prevalencia de dispositivos electrónicos es omnipresente. Vivimos en un mundo que gira en torno a estos dispositivos. Vivimos a través de pantallas que actúan como espejos distorsionadores que reflejan realidades desvirtualizadas.

La subordinación de la sociedad a las tecnologías en innegable. La dominante presencia de la tecnología nos controla, manipula y, en muchas ocasiones, distorsiona nuestra percepción de la realidad. Surge así una relación ambivalente de amor y odio, teñida por una adicción, que se manifiesta en un tira y afloja, una especie de fuerte dependencia difícil de romper. Esta tóxica dinámica se traduce en la incapacidad de la sociedad, hablando en términos generales, para concebir una vida sin teléfono móvil, mientras – inconscientemente – se aleja de la realidad. Una sociedad que se pierde la vida, mientras deambula por inexorables laberintos virtuales que la convierten en un mero avatar y prisionera de un mundo irreal. Con “sociedad” aludo, más concretamente, a la parte de la población constituida por niños y adolescentes.

El problema central radica, pues, en la exposición temprana de los niños y niñas a las nuevas tecnologías, especialmente a los teléfonos móviles inteligentes. Según el Instituto Nacional de Estadística, el 68,5% de los niños y niñas de entre 10 y 15 años tiene teléfono móvil, unos datos alarmantes que sugieren que la sociedad es víctima de un ardid.

Resulta aberrante, indignante, lamentable – o llámenlo ustedes como les apetezca – que el regalo más anhelado por los niños y niñas de estas edades sea un teléfono móvil. Muchos de ellos expresan tal deseo ante la amenaza de sentirse “la oveja negra” o “el bicho raro” del grupo, o como antídoto para solucionar de un chasquido sus problemas, como si fuesen el mismísimo Thanos.

Asumimos, erróneamente, que brindar a nuestros hijos la oportunidad de tener entre sus manos un dispositivo móvil en estas edades, neutraliza o apacigua los problemas de la adolescencia, y que estos se apagan cuando ellos encienden las pantallas. No obstante, esa concepción está muy alejada de la realidad. Realmente, estamos exponiéndoles a problemas a nivel emocional, afectivo, social e intelectual que, en muchas ocasiones, son irreversibles. En esta línea, investigaciones han arrojado datos esclarecedores que acentúan que el uso del teléfono móvil afecta física y mentalmente a los adolescentes, muchos de los cuales se convierten en víctimas directas, desarrollando una adicción con síntomas de abstinencia comparables a los provocados por las drogas.

No obstante, no todo está perdido. En semanas recientes, una corriente cívica que exige retrasar el uso del teléfono móvil a los 16 años ha irrumpido vigorosamente en diversos puntos de España. La relación entre los adolescentes y el uso del teléfono ha generado un creciente debate, con un número significativo de adeptos sumándose a la causa. El considerable revuelo mediático generado por muchas familias de Poblenou, en Barcelona, las cuales reivindican la necesidad de postergar la edad de llegada de los teléfonos móviles a las manos de los niños y niñas, ha cuestionado fervientemente el uso de estos dispositivos. Son muchos los familiares y psicólogos, entre otros colectivos, los que están aunando sus fuerzas para intentar frenar esta barbarie.

Como anillo al dedo viene la expresión “mejor prevenir que curar”, pues cobra especial relevancia en este escenario, donde la reversión de esta tendencia puede convertirse en uno de los mayúsculos desafíos de la sociedad contemporánea. Una sociedad que debe considerar seriamente si establecer unos límites a los adolescentes en cuanto al acceso a estos dispositivos u ofrecerles barra libre, dejándoles a su libre albedrío.

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