Carta abierta al andalucismo

Es evidente que la campaña ha sido muy deficiente. Escasa o nula publicidad, sin carteles… Pero es que tampoco se ha tirado de redes sociales de manera efectiva para que el mensaje cale

(Carmona, 1985) Periodista, profesor de Secundaria, licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster en Dirección en Comunicación Empresarial e Institucional por la misma universidad. Posgrado en Lingüística Aplicada a la Enseñanza del Inglés como Lengua Extranjera por la Universidad Europea del Atlántico. Profesor titulado en Inglaterra y Gales. Comencé en 2003 en medios como Onda Carmona, TV Carmona, Estadio Deportivo, Grupo Publicaciones del Sur, 16 Escalones Producciones (Canal Sur) y, desde 2014, en las aulas y corresponsal para El Correo de Andalucía. En los últimos años, me he especializado en periodismo cultural, Geopolítica, Historia, Educación y el fascinante mundo de los libros. Y siempre llevando a Andalucía por bandera.

Campaña de elecciones europeas del PP en una imagen reciente.

Querido andalucista:

Sirvan estas líneas para felicitarte por la valentía de haber montado, en tiempo récord, una candidatura que ha intentado llevar el nombre de nuestra región a Bruselas. Lamentablemente, el electorado no ha querido respaldarla y los más de 28.000 votos han servido para darnos de bruces con la realidad: Andalucía sigue sin sentirse llamada a apoyar a un partido por y para sí misma. Quizás el análisis que hago no te gusta, pero es mi modesta opinión, y es tan respetable como la que tú tengas.

Tempus fugit. Las cosas se han hecho tarde, muy tarde. Y las prisas no son buenas consejeras. Aquí están los resultados. Cierto es que se ha mejorado con respecto a las Elecciones Generales del pasado año, pero siendo estos comicios de circunscripción única, hay que hacer autocrítica. Se nos ha marchado el tren, y no por Bobadilla. Yo he estado en todo el proceso como oyente, eligiendo candidatos y leyendo todas las informaciones que enviabais por correo. Ni así ha servido para llegar a esa barrera de los 250.000 votos que hubiera facilitado un eurodiputado.

Pero hay otro asunto que me tiene algo molesto. Estoy en mi derecho de decirlo. Al final, todo se resume en clichés obsoletos de izquierdas y derechas. Entiendo a los compañeros que opten por una candidatura llena de ismos como si de una clase de Historia del Arte se tratara. ¿Dónde ha quedado la transversalidad? ¿A qué jugamos, a copiar partidos ya existentes? Si el andalucismo quiere llegar a un mayor número de electores, no podemos excluir a decenas y decenas de jóvenes y no tan jóvenes que ven cómo Andalucía no tiene voz propia en el Congreso de los Diputados o en el Parlamento Europeo y siguen con las mismas tácticas que hace 40 años. Entonces, tenía mucho sentido usarlos. Pero, ¿ahora?

Que Juanma Moreno ha sabido absorber a muchos de estos neoandalucistas, no hace falta que yo lo ponga encima de la mesa. Ahí está la recuperación del 4D o las apariciones en varios foros con el histórico Alejandro Rojas-Marcos. Sí, el mismo que elevara a cotas de poder únicas a un PA con sillones hasta en la Generalitat de Cataluña. Pero la cosa ha cambiado mucho. En los colegios ya no se estudia el proceso autonómico, ni hay un sentimiento de patria -que no país- tan fuerte como en tantas regiones. No hay que irse muy lejos. Hasta Aragón tiene dos partidos regionalistas. Pero que no falte el mollete con aceite y la flauta para tocar el himno el 28F. Y se acabó.

Es evidente que la campaña ha sido muy deficiente. Escasa o nula publicidad, sin carteles… Pero es que tampoco se ha tirado de redes sociales de manera efectiva para que el mensaje cale: una hoja en blanco con una sola palabra como programa, Andalucía. Que se lo digan a Alvise Pérez. Pero, sobre todo, las luchas internas. El milagro es haber llegado a casi 30.000 votos sin invertir un sólo euro en un mísero spot, lista de difusión o mensajes por WhatsApp, más allá de particulares que animaban al voto. Gente a la que admiro. Pero otros han ido aireando las desavenencias en cualquier lugar. Lo de siempre.

En definitiva, creo que ya va siendo hora de sentarse alrededor de una mesa y ver cuál es el camino. Si se quiere seguir así, excluyendo a los que vemos que otro andalucismo alejado de romanticismos y de etiquetas es posible, conmigo que no cuenten. Ya no estoy para estos trotes. Si la idea es continuar haciendo el ridículo votación tras votación sin poner pie en pared, adelante. Pero yo no me subo a ese barco. 

Hoy más que nunca, traigo como despedida aquello que Manuel Clavero dijera en su día: “Lo andaluz es fácil de percibir, pero muy difícil de definir”. Ya va siendo hora. Que así nos luce el pelo.

Con todo mi cariño.

Archivado en: