En Irán, en estas últimas semanas, se está produciendo un movimiento de protesta liderado por mujeres hartas de un sistema político que, condicionado por la religión, las subyuga, las cosifica, las tortura, las hace maldecir la vida. Esa protesta tiene un elemento simbólico que es el corte de pelo y el abandono de los pañuelos que lo cubren. En Irán, no creo que haga falta recordarlo, puedes morir si no te cubres el cuerpo como han establecido sus dirigentes feudales; y por tanto, esas movilizaciones tienen un valor tremendo, tienen el valor de estar jugándose la vida por la libertad. Un régimen teocrático, liberticida, misógino por ley, que tiene a su población sumida en la desesperación, fundamentalmente a las mujeres.
Nada que ver, a primera vista, de esos padres de mi patria que, como consecuencia de tener un estatus social y económico alto, pueden hacer luz de gas a la eventualidad de que aquí pudiera pasar como en esos países de regímenes antidemocráticos. Estos padres pueden desde pequeños optar a tener buenas “chachas” que cuidan a sus hijos mientras los padres hacen dinero en sus fondos de inversiones o comprobando el estado de sus patrimonios heredados, a su vez, de sus padres que, a su vez, lo heredaron de sus padres...esos niños podrán desde pequeños ir de vacaciones a sitios exóticos donde, por ejemplo, comprueben lo mal que viven la gente que no tienen libertad. Esos niños podrán ir a misa todos los domingos a escuchar homilías que reafirmen su estado de gracia por vivir en el mundo que viven. Esos niños irán a colegios privados, católicos, de disciplina férrea, de una tipología de alumno parecida entre ellos. Colegios carísimos pero ¿quién le niega a un hijo la posibilidad de tener esa formación que les hará, en su momento, triunfar en la vida, saber administrar la herencia de sus papás y, en definitiva, ser élite para poder mantener en nuestra tierra la libertad que se disfruta?
Esos chicos y chicas irán a la Universidad y colegios mayores que quieran, en uso de su libertad, y llegado el momento –el momento de la berrea, finales de septiembre hasta noviembre, que es cuando los ciervos entran en celo y emiten esos gritos guturales para atraer a las hembras con sus berreos, luchas rituales y enseñando sus fuertes cornamentas– en uso de su libertad, emiten sus alaridos para insultar gravemente a las chicas de su propio estatus que, también en uso de su libertad, aceptan de buen grado esa muestra de la nueva ideología que llega rampante a nuestras tierras: ¿fascismo? no. Bestialismo. Pero no nos olvidemos que es algo que tiene que ver con la clase; esas demostraciones de poder y esa criminal ordinariez no pueden ser admitidas si no son realizadas por miembros del mismo grupo, de la misma manera que si no eres un ciervo o una cierva, un venado o una hembra de venado, no vale. Un cordero no puede berrear a una hembra de venado. Ni puede, ni debe.
Por todo lo anterior, no es de extrañar que dentro de su sector, de su clase social, haya habido ciervos y ciervas que no hayan condenado la conducta de esos venaditos bien vestidos y peor hablados. Que Isabel Díaz Ayuso esté enfadada porque considere que no son conductas condenables, habla bien de su defensa de su tribu, incluso es posible –no lo sé, pero es posible– que ella misma haya participado en esas “tradiciones” y que esté acostumbrada que en su grupo la llamen zorra o puta, yo no lo voy a hacer que no soy de su grupo. Menos mal que en esa berrea participaron ciervos y ciervas que si llegan a ser en vez de un centro de élites y católico, hubiera sido un centro de acogida, de menas o simplemente de gente normal y corriente, se lía parda, los ciervos y ciervas hubieran arremetido con sus cuernos contra todo y todos.
Y es que no les comprendemos, ellos tienen sus reglas las cuales les permiten bramar contra la posibilidad de que en los centros de enseñanzas se imparta educación sexual y a la vez, esos mismos padres, ver con muy buenos ojos como sus venaditos tienen una tradición de insultar y humillar a las venaditas. Es una tradición dicen.
Esos padres y madres, no lo olvidemos, son esos patriotas que en momentos de exaltación rojigualda son capaces de decirte que darían la vida por España, pero no les digas que no hace falta, que por España en vez de la vida, que paguen impuestos, por España y los españoles. Esos padres y madres, no lo olvidemos, son personas religiosas, católicos de comunión semanal, son tan religiosos como sus homónimos de Irán. A dios rogando y con el mazo dando.
Pues eso es lo que tenemos, esos venados son la élite y serán los que controlarán las empresas, los que tengan los mejores puestos en la sociedad, los que vivirán la vida que quieren, los que nos gobernarán...a menos que los corderos nos dejemos de justificar sus comportamientos. Son bestias y punto.