Llevamos varias semanas en esta provincia a vueltas con la conflictiva negociación del convenio del metal, el cual afecta a las relaciones laborales entre los trabajadores y las pequeñas y medianas empresas de ese sector. Nada nuevo bajo el sol. El convenio del metal suele ser objeto de una negociación turbulenta desde hace muchas décadas. En una provincia en la que el proceso de desindustrialización llevó aparejado algo que nadie cuestiona: la pérdida de ese tejido industrial, que sin haber sido nunca nada del otro mundo, sigue siendo una realidad que nos azota desde aquellos lejanos tiempos de la reconversión industrial, que si bien era necesaria habida cuenta de que las empresas españolas no eran competitivas, ni hacia el interior y, mucho menos, en un escenario global como ya en ese momento pintaba, la realidad, como digo, es que aquí, en nuestra provincia, y especialmente en la Bahía de Cádiz, no vino acompañada de un aspecto primordial en el proceso: si bien se fue quitando lastre de industrias y empresas del antiguo INI, que lo único que hacían eran construir números rojos, no se consiguió, ―supongo por escasa vocación política y empresarial de que así sucediera― que se transformaran esas industrias, que llegaran sustitutas a esas empresas obsoletas, que la iniciativa privada y el desarrollo de políticas públicas que fueran más allá de la animación a la inversión en la zona por cuenta de subvenciones absurdas. En definitiva, lo que en otros lugares de España fue una verdadera reactivación industrial, en Cádiz fue un continuo declinar que parece no parar.
En ese escenario, el convenio del metal siempre ha sido, desde esos tiempos de reconversiones, cierres y desindustrialización, en un elemento central, tanto en el espacio de la reivindicación sindical y ciudadana, como en el espacio empresarial, que hablando de Pymes, es débil y por tanto, tendente a dificultar todo aquello que entienden que les sigue debilitando (léase un convenio adecuado). Ni todas las empresas del sector están en las mismas circunstancias, unas mejores y otras peores, ni todos los trabajadores tienen la misma problemática y expectativas (sector naval versus sector aeroespacial).
Todos los partidos políticos han salido de prisa y corriendo a apoyar las "justas reivindicaciones de los trabajadores". Cada uno poniendo especial énfasis en unas u otras cuestiones, pero teniendo claro que a estos veintidós o veintitrés mil trabajadores a los que les afecta el convenio, tienen un fuerte apoyo ciudadano, que ve en ellos, más allá de lo molestas que puedan ser sus manifestaciones, un claro ejemplo de lucha y de dignidad y, por tanto, desde el PP hasta Podemos y más allá, nadie se puede permitir el no apoyar su lucha por lo que consideran un convenio justo: les van los votos.
Nada ilegítimo en todo ello. Solo hay que esperar que, a pesar de lo enconada de la situación, de las diferencias entre las partes, se llegue a un punto de equilibrio en el que tanto trabajadores como empresarios puedan sentirse cómodos. Ese momento, tarde o temprano tiene que llegar, lo contrario sería una catástrofe que nadie se va a permitir. Por eso es importante que desde los partidos y desde las instituciones se ponga el énfasis en la necesidad de profundizar en la negociación. Que busquen mediadores de calado ―con todos mis respetos, da la impresión que hasta el momento la única mediación es para intentar que no haya manifestaciones o contenedores quemados―, con imaginación, respetados por todas las partes.
Los partidos y las instituciones están para llamar a la solución que, o es equilibrada, o no será, por tanto, bien se haría en que se dedicaran a ser facilitadores de acuerdos porque si hablamos de instituciones, nadie puede tenerse por virtuoso en esto del empleo, las relaciones laborales, convenios…Esto es un acuerdo entre partes privadas, pero en lo público, ya que se está hablando de no perder poder adquisitivo por parte de estos trabajadores, quiero recordar que, por poner algunos ejemplos, es probable que la subida salarial de los funcionarios, es decir, también de los aplaudidos médicos y enfermeras, policías…será del dos por ciento, que traducido resulta: pérdida de poder adquisitivo.
En la Junta tampoco están para tirar cohetes: están tan contentos con los profesionales sanitarios que siguen empeñados en privatizar la sanidad a base de dejar de la mano de dios a la pública con despidos, insuficiente cobertura en la atención primaria… con lo cual los servicios se deterioran y se convierte en la gran excusa para, como dicen ellos, sin complejos, pasar todo a la privada para convertir la salud en un buen negocio. En los Ayuntamientos tampoco pueden levantar la mano de la pureza: en estos días, de manera unilateral en el de Cádiz, se ha eliminado unas prestaciones económicas a los que se jubilaban anticipadamente incumpliendo el acuerdo regulador.
Es decir, que muy bien, que todo el apoyo para estos trabajadores del metal que son los que se atreven a luchar con toda su fuerza por un convenio justo, por unas empresas que pese a los malos tiempos siguen empeñadas en crear riqueza en nuestra maltratada Bahía; tienen todo mi apoyo, todo el apoyo de la sociedad, pero ya digo, si hablamos de instituciones, me da a mí que como dice un aforismo ingles: todos tenemos un muerto en el jardín.