Cada día tiene su afán… y su día internacional. Ayer sábado tocó a la lucha contra el cáncer de mama. El 19 de octubre, desde hace años, se dedica a crear conciencia y sensibilizar sobre el cáncer más habitual y que es el principal causante de mortalidad por enfermedad en mujeres de todo el mundo. Es la enfermedad de las enfermedades en mujeres (coda: también el cáncer de mama se puede dar en hombre, es muy poco frecuente, pero es posible, de hecho, un amigo y compañero en el trabajo falleció hace algunos años como consecuencia de esta enfermedad).
La Organización Mundial de la Salud cifra en unas 650.000 las mujeres que, en todo el mundo, han fallecido el año pasado por esta enfermedad, siendo en España unas 6000. Son tasas muy importantes, aunque hay que poner en valor que los indudables avances científico/médicos de las últimas décadas han disminuido radicalmente cifras que hace poco más de 15 o 20 años eran mucho más elevadas.
Hoy por hoy, si hablamos de nuestro país o de países con estructuras sanitarias desarrolladas, es una enfermedad que puede ser diagnosticada en sus fases más iniciales y, por consiguiente, con mayor probabilidad de ser tratadas con éxito. La fecha, el 19 de octubre, precisamente por la contundencia de los datos positivos en cuanto a resultados terapéuticos, de investigación, de comprensión social y de movilización y asociacionismo de afectadas, va convirtiéndose en fecha más transversal que nos llama no solo por lo del cáncer de mama, y se convierte en un día para visibilizar otras enfermedades también específicas de las mujeres como el cáncer de ovarios.
De hecho, hace un par de días saltó la noticia de un discurso en torno a estas conmemoraciones realizado por la famosa periodista Sara Carbonero -la que junto con Iker Casillas protagonizó ese momento tan kitsch cuando la selección española ganó en 2010 el mundial de fútbol, el famoso beso que inauguró públicamente el noviazgo y futuro matrimonio de la pareja- ante un auditorio congregado por una revista.
En ese discurso, en el que por primera vez la periodista hablaba en primera persona de la enfermedad que padece desde hace unos 5 años, más allá de la lógica emoción de una persona joven, afectada por una enfermedad tan grave, que tiene una exigencia terapéutica tan dura, con tratamientos con efectos secundarios tan desagradables, expreso algunas consideraciones que, desde mi punto de vista, tienen un valor muy interesante para las personas que se encuentran en esas tesituras, también para las familias y, en general, para todos y todas ya que nadie escapa a la posibilidad de desarrollar este tipo de enfermedades.
Sara Carbonero se negó a hablar de "lucha", "batalla", "guerreras", "pelea", "valentía", y me pareció bien. El proceso de diagnóstico, tratamiento y posible curación no es una batalla ¿porqué se le exige a la paciente que, además de sus dolores, sus agonías, sus dificultades… También que, por encima de todo, se convierta en una heroína, en una gladiadora. ¿Qué lucha es esa? ¿De qué se trata, de dibujar sonrisas falsas mientras no tienes fuerzas para levantarte de la cama? ¿Se trata de obligarse a decir que esta fuerte cuando la realidad es que no lo estás? ¿Se trata de autoengañarnos diciéndonos y dejando que no digan eso de "todo va a ir bien, verás cómo te curas"?
El lenguaje bélico para hablar del cáncer no creo que tenga efectos terapéuticos sobre la enfermedad, ni siquiera desde el punto de vista psicológico y, posiblemente, nos cause alguna que otra frustración y esfuerzos innecesarios… pero ¡claro! esta es mi opinión y la de Sara Carbonero, cada uno lleva la enfermedad como quiere o como puede. De todas formas, creo que es poco realista esas supuestas frases o palabras de motivación tipo "pelea". ¿Cómo? "Sé valiente". ¿Cómo?, incluso esas fórmulas inquietantes de apelar a milagros, estampitas y rezos que si la paciente cura son la razón principal y si la paciente empeora o fallece, a otra cosa mariposa.
En definitiva, que ya tiene bastante el enfermo con su padecimiento para que encima le atosiguemos con mensajes de lucha, peleas, guerras, valentías y heroicidades. Esos mensajes que la psicología positiva nos malenseña "si quieres, puedes", "hay que creer", "si persigues tus sueños, se harán realidad", "si eres mentalmente fuerte, nadie ni nada podrá contigo", son tan falsos que procuran una frustración insoportable; por ello, como Sara Carbonero, mejor tener esperanza en nuestros médicos, pasando de chamanes, hechiceros y curas -los de sotanas-, ser disciplinados con las terapias y poco más, que bastante se tiene.