La expresión “hacer mutis por el foro” es propia del teatro y tiene su origen en la Roma clásica haciendo alusión a cuando un actor se retiraba de escena por el fondo del escenario –el foro˗ de manera disimulada y sin llamar la atención. Esa expresión ha llegado hasta nuestros días y, en nuestro idioma, hace referencia a irse de un lugar de manera silenciosa, sin estridencias, como en el teatro decíamos: sin llamar la atención. La metáfora implica, también, una intencionalidad del que la practica, es una forma de evitar confrontación, discusión, o más explícitamente, salir de un entorno sin provocar reacciones indeseadas. Es un acto de discreción, de prudencia, y en ningún caso debería comportar una connotación negativa. Y lo que quiero aquí es darle valor a esa capacidad de saber irse “haciendo mutis por el foro”, procurando no sobresalir, no destacar por encima de los demás o a costa de los demás.
Saber despedirse, saber cuándo uno tiene que hacer ese “mutis”, no es cosa fácil por más que en la vida son muchas las veces que es necesario, cuando no inevitable, el tener que dejar de estar en el lugar o posición que se ha venido ocupando. Es lo que se dice de irse con elegancia, que es irse por el foro y además con el plus de hacerlo bien, como lo haría un actor en, pongamos, por ejemplo, el teatro de Mérida en sus tiempos de esplendor. Pero no hay que confundir el sublime gesto de saber irse con el también destacable gesto o acción de saber cuándo hay que irse. Un actor lo tiene claro: lo dice el texto. No hay duda, y el actor lo único que tiene que hacer es, llegado el punto en el que el texto lo señala, salir de escena sin hacer ruido, silenciosamente, perdiendo su acción todo protagonismo, el cual debe estar centrado en la continuación de la obra que se representa. Pero, aunque, como parece ser que dijo Shakespeare «la vida es puro teatro», lo cierto es que no tenemos un guion, un texto que nos indique en qué momento tenemos que hacer mutis por el foro, ni siquiera podemos tener claro ˗hasta cierto punto˗ cuándo lo vamos a hacer definitivamente, es decir, cuándo vamos a salir de la escena ˗que es la vida˗ para siempre. Eso tampoco viene en el supuesto guion de nuestro deambular por esta dimensión.
¡Cuánto nos gustaría a todos poder hacer como el famoso jugador del Real Madrid, Toni Kroos, retirarnos, en su caso del deporte activo, cuando mejor nos conveniese! Él se ha retirado en la cumbre, su decisión la pudo tomar sin ningún tipo de presión añadida, ni económica ˗esa la que menos˗, ni siquiera social porque, en definitiva, aunque los aficionados esperaban que se quedara algún tiempo más, por otra parte también, o de igual manera, han celebrado con alborozo su despedida, hizo mutis por el foro, pero lo hizo llamando la atención en su sencillez ˗otra manera de verlo˗, y no tuvo presión y lo hizo bien porque lo tuvo claro, intentó, y consiguió, ser grande desde la sencillez. La grandeza de las personas también reside en saber cuando te toca callarte la boca, retirarte, dejar de intentar ser el niño en el bautizo, la novia en la boda y, casi, el muerto en el entierro. ¡Qué difícil es no actuar como un “cuñao” permanente! Fíjense en algunos políticos: Aznar, Felipe González, Rajoy, Guerra…que, a pesar de sus años, de lo que fueron, no se resignar a creer que lo que dicen es tan importante y tan genial que no tienen más remedio que decirlo. Hablan como los Papas, ex cátedra, aunque al final, como le ocurría a Bruce Willis en la película “El sexto sentido”, están muertos ˗entiéndaseme en sentido figurado˗, pero no lo saben.
En la vida hay que saber cuando uno está de más, que no eres tan importante como crees, sobre todo no eres más importante que los demás. No hay que creerse eso de la aclamada “Amanece que no es poco” cuando dicen eso de «Alcalde, todos somos contingentes, solo tú eres necesario». Todo tiene su tiempo, todo tiene su afán y pobre de los ˗me incluyo˗ que envanecidos por un pasado glorioso no son capaces de aceptar un presente donde ellos no sean más que historia. La vida es lo único que tenemos, lo que pasa es que hasta eso tiene fecha de caducidad. Intentemos saber, también en esos momentos, irnos sin muchos aspavientos, que mala cosa es creerse imprescindible cuando han pasado por este planeta llamado tierra tantos miles de habitantes que, como se suele decir, hacen que los cementerios estén llenos de esos “imprescindibles”. Por cierto, afortunadamente, en contra de los que se suele decir casi como frase hecha, no solo se van los mejores, afortunadamente nos vamos todos, por eso hay que irse bien, haciendo mutis por el foro que la función debe continuar.