Con el objeto de documentarme sobre determinadas épocas de la historia de Cádiz para participar en la escritura del libro colectivo Histeria de Cádiz (Q-book), el cual presentamos el próximo martes día 12 de diciembre, he leído distintos autores, historiadores y cronistas, y así tener una visión diversa de un mismo hecho histórico. En definitiva, he tratado, supongo que como correspondía, tomar varias fuentes escritas de personas de toda solvencia para que los capítulos que me han correspondido escribir del libro tuvieran cierto marchamo de realidad (aunque definitivamente opté por lo que suele ser mas divertido para mí: crear un relato surrealista y absurdo).
Esas lecturas, siempre interesantes, me han hecho insistir en una idea que, no siendo original de mi cosecha, siempre me ha parecido del todo cierta: la historia no es la que nos cuenta un libro, no es la que nos enseña un profesor, no es la que creemos saber, no es la que resulta de poner a la luz documentos hasta un momento determinados desconocidos u ocultos. ¡Hombre!, dirán ustedes, como si hubiera descubierto la pólvora, y sí tienen razón, es verdad que esa intuición sobre la real y, como se dice ahora, lo fake, está muy diluida por varios condicionantes; por ejemplo, si queremos conocer la historia de una guerra o una batalla, seguramente variará dependiendo de quién ganó dicha guerra. El relato de las guerras normalmente lo hacen los ganadores, la historia en general es un relato de vencedores, es la historia contada y gestionada al servicio de unos intereses y unos interesados.
Es curioso como incluso, personas que en ningún caso son expertos -como yo no lo soy- en la materia, tenemos una idea, desde que en el colegio nos enseñaban historia, de toda una serie de sucedidos los cuales, ahora comprobamos, eran pura invención o, cuando menos, se necesitaba una cierta mentalidad mágica para creerlos. Pongo algunos ejemplos de ideas que tenemos sobre hechos históricos:
-Los franceses no entraron en Cádiz.
-El maremoto de 1755 en Cádiz lo paró la Virgen.
-La Atlántida estaba por aquí cerca.
Esas son ideas que el vulgo, la gente como usted y como yo, hemos escuchado durante mucho tiempo, es más, habría gente que nos podría tomar por locos o manipuladores por el simple hecho de no aceptar así, de golpe, una vez ya mayorcitos esas píldoras históricas, porque…:
-Los franceses entraron en Cádiz en 1823, los cien mil hijos de San Luis, y se quedaron hasta 1828. Esa es la realidad, pero si le preguntas al común de los mortales, te dirán que nasti de plasti, que en Cádiz los franceses no entraron ni para hacer turismo. Claro que el mito corresponde al Sitio de Cádiz, pero que en algunos libros, vistos con estos ojitos, lo elevan a un hecho total “Nunca entraron”. Pues sí, y se quedaron mientras quisieron los propios franceses y el infame Fernando VII lo permitió, y en el Sitio de Cádiz no terminamos hablando francés gracias a los ingleses, al Duque de Alburqueque y algunos más.
-Un maremoto, y ya sabemos bien lo que es, aunque es más moderno -pero en otro idioma- decir Tsunami, propiciado por un terrible terremoto en Lisboa, hizo estragos en Cádiz en el año 1755, hubo muchos muertos sobre todo de aquellos que quisieron huir saliendo de la ciudad hacia La Isla de León. He visto en libros, me han dicho personas y hay incluso una placa y algún cuadro conmemorativo, en el que se asegura que, evidentemente, fue la Virgen la que impidió que la cosa fuera a mayores. Y no digo yo que como relato mítico sirva, pero con la edad que tiene uno es complicado entrar en una discusión sobre lo inverosímil de ese planteamiento; lo digo porque hablando de esta cuestión hace unos días, hubo quién se enfado conmigo por mostrar mi incredulidad ante esa aseveración.
- ¿Y lo de la Atlántida? Pues directamente que no existió, aunque incluso de vez en cuando, hace unos pocos días, tratan de convencernos de que claro que sí y que además estaba aquí al lado, cuando realmente los historiadores más serios no ven más que un relato mítico. Pues incluso hace algunas semanas muchos medios de comunicación se hicieron eco de que habían descubierto la Atlántida, cosa que después obviamente fue desmentida, pero vamos que los periódicos se lo comieron como me como yo las inocentadas que publican los 28 de diciembre.
Finalmente, que lo que os quería decir es que tengamos cuidado cuando damos clases de historia, cuando creemos saber lo que ocurrió, cuando hacemos de nuestro pasado un edén de virtudes, porque seguramente estemos dejándonos llevar por la corriente histórica que ha conseguido imponerse a las demás. ¿Y si de verdad la virgen paró el maremoto? En fin…