Últimamente aparece mucho ―en los medios de comunicación y entre políticos e iniciados― cuando se informa de la situación política el término lawfare, palabra inglesa cuya traducción a nuestro idioma viene a ser guerra jurídica o guerra judicial. El concepto al que hace referencia es la práctica a través de la cual se intenta desgastar la labor de los gobiernos, incluso de los sistemas políticos democráticos, hacer la labor opositora a través de los jueces, tribunales y también utilizando a las fuerzas y cuerpos de seguridad de los Estados. Es un término que viene usándose fundamentalmente en estos últimos años ―prácticamente desde principio de este siglo― y aparece, como casi todas las estrategias políticas, en Estados Unidos de América.
Como digo, se busca la caída de gobiernos o sistemas democráticos a través del Poder Judicial, utilizándose a éste de manera desorbitada, desordenada y tele dirigida; empleando ese poder de decir que es legal y lo que no, qué se ajusta a sus estándares o no, y en definitiva, aprovechando esa pátina de independencia y pulcritud, aprovechando que son garantes en la interpretación de las leyes, y como tales, prácticamente inmunes a la crítica o poco afectados por ella puesto que sus sentencias, autos y disquisiciones son de obligado respeto y cumplimiento, aprovechando todo eso llegan a convertirse en la piedra angular de lo que en términos políticos se llama golpe blando, que podríamos definir como una reversión de los sistemas y gobiernos, sus políticas y sus efectos, pero con apariencia de legalidad ¡¿quién se atrevería a enfrentarse a ese poder casi ilimitado?!
Ejemplos de como el lawfare está siendo el arma preferida de la ultraderecha en el mundo los tenemos muy a la mano en países como Brasil, Bolivia, Ecuador...sabemos de graves intentos de conseguir los efectos de un golpe de estado clásico, pero sin pistolas, sin sangre, solo con togas, en Estados Unidos, en reino Unido, Rusia (en este caso para eliminar a la oposición al régimen, tal y como ocurre en Hungría o Polonia), y así en los cinco continentes.
Supongo que estaréis esperando que ponga en relación esta práctica, absolutamente peligrosa y deleznable, con nuestro país. No voy a enumerar casos a situaciones porque, como dicen mis amigos, no estoy en posición de hacerlo, me podría generar o aumentar algunos problemas, y aunque tengo, como es lógico, opinión y evidencias al respecto, mejor os lo dejo a vuestro criterio, no en vano quién soy yo para cuestionar el papel de la judicatura en nuestro país. Lo que si me parece oportuno es ocuparme en señalar algunas preguntas, muchas sin respuestas, lo cual hace que la ciudadanía en general pueda desconfiar de jueces, fiscales o policías ―habrá quienes desconfíen y quienes no― .
Que la mayoría de los jueces de este país son extremadamente conservadores es un hecho, nada más hay que poner encima de la mesa el cómo se accede a la judicatura y, como consecuencia de ese proceso, es muy complicado que jóvenes abogados de extracción social humilde puedan permitirse estar varios años preparándose las complicadas oposiciones que le lleven, al afortunado que haya aprobado, a Barcelona donde se encuentra la Escuela Judicial. Todo esto pagando cantidades económicas muy importantes a preparadores, que suelen ser jueces en activo, cátedros... y en una dedicación exclusiva al estudio ¿Quienes acceden por tanto mayoritariamente a la carrera judicial? Pues claro, insisto, mayoritariamente gente acomodada, sagas familiares, personas que pueden permitirse pasar varios años preparándose las oposiciones porque, normalmente, está papá que lo paga todo. Y como no son espíritus puros, no son arcángeles, ni serafines, pues vienen con sus ideas, además, claro está, en la propia Escuela Judicial, se encargan, si ven que algún pupilo se descuelga y descarrila por otros horizontes, lo vuelven al redil, saliendo a sus destinos con la lección bien aprendida y, perdonen por la insistencia, ¡mayoritariamente! pues lógicamente hay excepciones, las cuales son tan escasas que aquí vale decir eso de la excepción confirma la regla.
Una de las frases tópicas de la política española es esa que, de cuando en cuando, farfullan determinados políticos y, por supuesto, elementos del propio poder judicial: Hay que respetar la independencia judicial. Pues claro. Pero esa frase rivaliza con otra que suelen pronunciar los mismos políticos: Respeto, pero no comparto, la resolución judicial. Ambas frases merecen un comentario que, como todos los que hago en esta columna que me dejan escribir en este magnífico periódico, es cuestionable, yo no siento cátedra en nada...pero opino.
Hay que respetar la independencia judicial. Decir eso es, poco más o menos, dar por hecho que hay quienes no la respetas o tratan de influenciar para que sus postulados sean arbitrariamente aceptado por el Magistrado en cuestión. Más ¿son los jueces independientes? Habría que señalar, enumerar, de quienes o de qué han de serlo, lo cual a grosso modo, es de suponer que se refieren a “independientes” del poder político. A mi me gustaría que a esa independencia se le uniera la independencia del poder económico, financiero, ideológico, partidario, eclesial...pero bueno, contestando retóricamente a la pregunta, mi respuesta es que sí, yo creo que son independientes, y si hay que responder a lo de acato, respeto pero no comparto, estoy de acuerdo aunque yo quisiera añadir: respeto cuando la resolución judicial, sea una sentencia, un auto, una diligencia concreta, un interrogatorio, lo que sea, sea respetable, y usted y yo sabemos que, como personas que son jueces y magistrados, en muchas ocasiones lo que hacen no es respetable por más que después salgan sus propios voceros corporativistas del Consejo General del Poder Judicial a defender lo que a veces es indefendible. Dicho todo esto con el mayor de los respetos, faltaría.
Pues sí, visto lo visto, los jueces, bajo mi punto de vista y en el ejercicio de su poder, son respetables, si sus actos los son recíprocamente con la justicia, con los procedimientos, con la democracia...porque sí, efectivamente, los jueces, para mí, son independientes, lo que no tengo yo tan claro es que sean neutrales, no sé, eso es otra cosa, igual de grave, pero otra cosa.
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