Es posible que, aunque estuviera muy enferma, María Jiménez haya conocido en esos últimos días de su existencia toda la polémica derivada por los actos machistas y repulsivos de Luis Rubiales. A lo mejor, me gustaría pensar que sí, María Jiménez ha sabido que su popular ¡Se acabó! está siendo el grito utilizado por la jugadora de la selección española de fútbol, Alexia Putellas, para mostrar el estado de ánimo tanto de ella como de sus compañeras.
Un grito adoptado por millones de personas en todo el mundo. Pienso que de ser así −en caso de haber sido conocido por nuestra artista−, seguramente una sonrisa socarrona, pero sincera, una rumba de satisfacción, una bulería con corte de mangas incluido, o algo parecido, sería su reacción ante tales actos del depravado Rubiales. Si su estado de salud se lo hubiera permitido, habría apoyado a esas mujeres deportistas en su reivindicación y en su denuncia. Seguro.
No sabemos si supo de todo esto, pero puedo confirmar que desde que Putellas hizo mundial el hashtag #SeAcabó, a muchísima gente nos llegaron los recuerdos de la artista total, de una mujer que con su atrevimiento, su valentía y su sencillez, seguramente fue de las primeras feministas −sin brilli brilli, sin título−, pero no por sus discursos, sus conocimientos sobre la materia, lo era porque ni siquiera tuvo que interiorizar soflamas, no tuvo que abrir los ojos ante nada, lo suyo venía de cuna, de dentro, de su convencimiento. María Jiménez fue incluso tachada, en su momento, de insolente, ordinaria, descerebrada, salida… y lo fue precisamente porque le dio la real gana. Su comportamiento, su sufrimiento −su vida no fue fácil a pesar de su incuestionable éxito−, su pasión y por supuesto: su arte. Lo que son las cosas, en estos días previos a su fallecimiento y como consecuencia de la agresión a las futbolistas, me he puesto bastante su música y he tenido curiosidad de volver a saber de ella, lo que son las cosas.
María Jiménez, feminista en defensa y representación de las mujeres ordinarias de nuestra Andalucía. Un icono ejemplo de generosidad. María Jiménez feminista en apoyo de las marías que bajan la basura en bata y zapatillas, de las de rulos en la cabeza, vaso largo los sábados noche y carrito para ir a la plaza −de abastos− los martes a ver el pescado que lo traen fresquito. Ella, María Jiménez, la artista de la voz que fue poco a poco rompiéndose como solo le pasan a las mejores. Desvergonzada hasta para conseguir ser la mejor versionadora de Sabina y que incluso en esas versiones consiguiera hacer olvidar a su legítimo autor.
Lástima su muerte, aunque habiéndolo dado todo ahora nos toca a los demás seguir recordándola como lo que fue: una gran artista, gran persona, progresista, valiente y eso que llaman mujer empoderada. Ahora ya su mundo es otro.
Nota: Seguramente si María Jiménez escuchó al tal Rubiales decir lo del “piquito”, ella, viendo la tele, le hubiera señalado y, en un acto de justicia poética del que yo me sentiría muy representado, le diría: "¿Un piquito? ¡Una patá en los huevos te daba yo!"