Mucho barro, pocas luces

Hay un lema, con el que estoy en profundo desacuerdo, que están enarbolando que dice que solo el pueblo salva al pueblo. Nada de eso, como ciudadanos de un Estado que cuenta con los medios que pueden hacer posible que estas cosas puedan, si no evitarse, atemperarlas

Un vehículo desplazado por las riadas de Valencia.

Qué verdad eso de que en una inundación lo primero que falta es el agua. Efectivamente, hemos visto en la voz de los sufridos valencianos como solicitaban, imploraban, para que les enviasen agua con la que poder calmar la sed. Y lo hacían rodeados de agua que una vez caída del tormentoso cielo, se convertía en una pasta fangosa, de un barro sucio y criminal. También la electricidad, la luz, abandonaba las viviendas y las calles dejando a esos damnificados en una distopía que, seguramente, les marcará sus vidas. Luz y agua. Barro y oscuridad.

Y efectivamente esa DANA, que ha roto todas las estadísticas en lo relativo a la cantidad de lluvia que ha caído en esos territorios, ha mostrado que la abundancia puede ser el anticipo o la previsión de las carencias. Tanta agua como tanta política en la desgracia, porque el agua, tan necesaria para la vida, porque la política, tan necesaria para la organización de nuestra civilización, ha sido de récord. Pero ya vemos que el desafortunado, por irreal, refrán ese que nos anuncia que lo que abunda no daña, una vez más ha quedado desacreditado. Tanta agua hubo que se convirtió en barro, tanta política hubo que se convirtió en barro. Fango por todos los sitios, y en el caso de la política, tanto barro, que ninguno se dio por enterado de que lo mejor que podían hacer es gestionar para proteger a su pueblo, minimizando las consecuencias de ese barro. Pero nada, algunos no han dejado de perder la oportunidad de demostrar que son unos sinvergüenzas. Me puedo referir, sin temor a equivocarme, a Feijóo, que raudo se fue a hacer declaraciones desalmadas y fotografías a utilizar en su provecho. A él le han acompañado otros como el penoso Rafael Hernando, el bandido Bendodo… Lo que tocaba y sigue tocando, es que el Estado, es decir todas las administraciones públicas, se coordine, abandonen la criminal utilización política de la desgracia e intenten, corregir la deriva surrealista que ha ido tomando la gestión del desastre.

Hay un lema, con el que estoy en profundo desacuerdo, que están enarbolando que dice que solo el pueblo salva al pueblo. Nada de eso, como ciudadanos de un Estado que cuenta con los medios que pueden hacer posible que estas cosas puedan si no evitarse, atemperarlas. Esto que ha ocurrido va a volver a ocurrir y yo no espero que la próxima vez vaya a gestionarse mejor, de la misma manera que del Covid no salimos mejor, como algunos pronosticaron. 

Es posible que hoy, pasados algunos días de la catástrofe, el Presidente de la Generalitat Valenciana, esté muy arrepentido de que nada más ganar las elecciones, y para asegurarse el apoyo de VOX, eliminase a la Unidad de Emergencias Valencianas, puesto que hoy hubieran sido muy importantes para esta situación apocalíptica. Posiblemente, este hombre, hoy, esté muy arrepentido de no haber hecho caso a los avisos que de mañana muy temprano hizo la AEMET y que desde su gobierno entendieron poco fiables como para tardar unas 12 horas en dar la alarma a los ciudadanos. Seguro que está arrepentido de no haber solicitado, como era su posibilidad, desde el principio, la ayuda al Ejército o la que le ofrecieron otras Comunidades Autónomas. Seguros que él está arrepentido de haber reducido presupuestos sobre áreas muy sensibles para estas cuestiones, partiendo de la base que eran exigencias de VOX, y aunque hoy, seguramente esté arrepentido de haberse plegado a ese partido ultra repletos de ese fango criminal, como criminal es hoy tener una actitud negacionista del cambio climático: el negacionismo climático mata, insisto, tendrá tiempo el Presidente de la Generalitat de verificar que solo abandonando el barro y el fango podrán reconciliarse con una población que hoy está, lógicamente, enfurecida.

Hay tarea por delante, y se me ocurren cosas de primero de necesidad, tarea para el Estado, y me da igual quien esté al mando de cada administración: revisar los niveles de avisos y alarmas, no permitir y, por tanto, legislar para que la ciudadanía sepa que hay que hacer y que no en, por ejemplo, un aviso de nivel rojo, o naranja o del color que quieran.

No puede ser que el Gobierno de la Nación no se ha atrevido a ponerse al frente del pelotón por aquello de que, como ocurrió en la pandemia, se les acuse de totalitarios, de no dejar ejercer sus competencias a las autonomías, y si tiene que enviar al ejército, pues que lo envíe y si el Mazón de turno no quiere, pues peor para él. Otra tarea que, en buena lógica, tendrá que ocupar el presente y el futuro, es un nuevo diseño urbanístico que impida la construcción en las ramblas, riberas y en general, en las zonas inundables, y si hay que desplazar a la población, que se haga. Tenemos un buen ejemplo de sobreactuación positiva en la gestión preventiva de estas catástrofes: En Estados Unidos, en previsión de la llegada de un nefasto huracán, se procedió a la evacuación de poblaciones que equivalen a tres Valencias, sabían perfectamente lo que tenían que hacer.

Aquí, nada. El dueño de Mercadona exigiendo a sus trabajadores que siguieran vendiendo en sus puestos de trabajos importándole una mierda sus vidas, los colegios siguiendo las instrucciones de la Generalitat, sin suspender las clases… Las cosas no ocurren por casualidad. Hay mucha tarea y muchos políticos para hacer acto de contrición. Eso esperamos de casi todos, y digo “casi” porque del cínico de Feijóo no espero solamente que siga sometiéndose a su ridícula manera de comportarse. Que el futuro lo confunda a él y todos esos cuervos carroñeros que se han dedicado estos días a difundir bulos criminales. Barro, mucho barro, y tal como la electricidad dejó de alumbrar las calles y viviendas valencianas, las luces brillaron por su inexistencia en las cabezas pensantes de esa tierra.

Toda la solidaridad con el pueblo Valenciano y todos aquellos que, como Jerez en esas inundaciones de los sitios donde de siempre se inunda fundamentalmente porque en esas barriadas rurales las casas están construidas en donde necesariamente va a llegar el agua, están sufriendo de manera terrible.