Siempre me gustaron las navidades. Digo yo que posiblemente esa complacencia con la festividad tendría que ver con la entrega, desinteresada, de una serie de regalos por parte de unos extraños señores que venían de oriente. Lógico, cuando era niño, la ilusión de que por portarte más o menos bien, te llegaran los cowboys de plástico, el Mago del Humor último o lo que fuera, solo podía suceder por arte de magia, y claro que me gustaba, faltaría. De mayor siguió la ilusión, porque a nadie amarga un dulce, y porque te conviertes no solo en receptor de obsequios, sino también en donante, te conviertes en mago de la cartera y del reciclaje de papel de regalo de un año para otro. Hoy por hoy, aunque sigue haciéndome ilusión, pues qué queréis que os diga, ya la cosa ha aflojado mucho, y más que nada lo que te gusta es ver como tu entorno disfruta. Es un gusto como en diferido.
Una de las quejas sobre la fiesta es lo que cambian los medios de comunicación en estas fechas y -aunque los periódicos me malicio yo que no los leen los menores de, pongamos, quince años- se empeñan en titulares ridículos al estilo: «Sus majestades regarán de ilusión a los niños de la ciudad» «El cortejo real, inicio de una noche mágica». Y así todo. Fue divertida, hace unos años, la polémica que se suscitó como consecuencia de que, en una de esas cabalgatas, los figurantes como reyes magos iban con una indumentaria llamativamente distinta a las habituales, eran como de diseño muy moderno para lo que se espera. Sucedió en Madrid, siendo Manuela Carmena su alcaldesa. La noticia abrió telediarios, se hicieron encuestas y llamativamente, una diputada del Partido Popular, la señora Cayetana Álvarez de Toledo, se quejó amargamente en las redes sociales de como el gobierno comunista de la señora Carmena quería acabar con la festividad de reyes, matando el espíritu navideño, con los disfraces laicos de “sus majestades”. Se hizo famoso el remate de la citada Álvarez de Toledo a sus quejas con el "No te lo perdonaré jamás, Carmena". Después, ya se sabe, Almeida se hizo con la alcaldía y, supongo, repondría a Melchor, Gaspar y Baltasar con ropajes de estilo barroco que, también supongo yo, será un estilo más acorde con el ideal de reyes magos de oriente que tendrá Álvarez de Toledo, Almeida y hermanos mártires.
Ayer, que fue día de reyes, leyendo la prensa, me encontré, entre los muchísimos titulares sobre cabalgatas de toda nuestra geografía, un titular que me llamó la atención: «El rey Baltasar de la cabalgata de Sevilla, vestido de torero». ¡Lo que cambia la vida! El rey negro de torero “el niño de los regalos” “el maestro mago” “el diestro negruzco”. Cualquier cosa. José Luis Sanz, alcalde de Sevilla del Partido Popular, no sabe en el jardín que se ha metido, aunque pensándolo bien, es posible que, ante la señalada dictadura a la que nos somete el gobierno socialcomunistabolivariano, poner al rey negro vestido de torero sea una manera de “hacer libertad”, como en el confinamiento aprendimos de la mano de Ayuso que libertad era pimplarse unas pocas de cañas de cervezas y que le dieran por culo a los demás. A mí, déjenme que les diga, que me importa un bledo, o un rebledo -como diría el nazi Ortega Smith- como visten a los reyes magos, como si les ponen un mono de AESA, lo que me llama la atención es la simpatía con la que algunos medios han comentado la cosa, en esta ocasión la cuestión parece divertida, será el devenir de los tiempos, ya se sabe que surgen nuevos ritos y costumbres, de hecho este año se ha innovado por la extrema derecha una nueva celebración de fin de año, pasan de uvas, prefieren una piñata con la figura del presidente, y parece que a Cayetana no le parece mal. Por ello, igual se convierte en tendencia lo de los toreros reyes o reyes toreros. Total, de todas formas, si yo fuera José Luis Sanz, me tentaría la ropa, no vaya a ser que se entere Cayetana, no le guste el asunto, y aunque sean del mismo partido, ya se sabe, en casa de herrero, cuchillo de palo, y salga de nuevo con "No te lo perdonaré jamás, Sanz". Cuidado.