Siempre se ha considerado, independientemente de los métodos y resultados, que una revolución es un estallido social que trata de alterar el status quo existente para mejorar la situación de un colectivo, eliminando una injusticia, creando un nuevo orden. A lo largo de la historia, y no hace falta que enumere ejemplos, se han producido con desigual éxito, unas han conseguido sus objetivos, otras han provocado momento trágicos y en casi todos los casos más importantes o que ha afectado a una extensa población, realmente han modificado considerablemente el curso de los acontecimientos.
Incluímos en revoluciones, evidentemente, no solo las estrictamente políticas y sociales, también, y porque al fin y al cabo producen esos cambios políticos y sociales, otras como puedan ser la que han supuesto en estas últimas décadas la aparición y desarrollo de internet, producto ésta de la revolución más general como es la tecnológica
El pasado viernes tuve el placer de presentar un libro, una novela histórica La villa de las diosas de la arqueóloga y escritora Lourdes Girón, en cuyas páginas, y a través de una trama muy bien construida y escrita, nos lleva, según sus palabras, a un hecho real y actual: la autora, en su trabajo como arqueóloga, tuvo la oportunidad de excavar en Sicilia, en una villa romana, descubriendo una inscripción "Treptona Bibas = aquí vive Treptona", que supuso una ardua investigación que demostraba como esa villa, propiedad de la tal Treptona, era un centro de educación, de artes, de actividad deportiva y cultural, y todo regentado por mujeres.
El caso es que siglos después, un catedrático vinculado –creo– a la excavación, en sucesivos artículos, eliminó toda referencia a la actividad que allí desarrollaban esas mujeres y se atrevió incluso a quitar la "a" de Treptona convirtiéndose por arte de magia y por la misoginia de un señor que no podía consentir que en Roma las mujeres tuvieran un papel tan propio e independiente, en Treptón y por supuesto nada de lo que allí se hiciera tendría nada que ver con las verdaderas protagonistas. El libro es un canto a la historia de las mujeres, a la visibilización, a la libertad, al amor. Recomendable.
Con esto, me apunto a que una revolución inmensamente justa, que realmente cambia la vida de la gente, es la revolucion feminista -por cierto, es tremendo tener que seguir recordando que feminismo significa, ni más ni menos que la lucha por la igualdad de mujeres y hombres. No es hembrismo- y esa revolución triunfará porque es justa y necesaria.
Hoy que nos hemos vuelto tan locos que en determinados medios de comunicación se habla de revolución de los camioneros, lo que no es más que un facha arrogándose la representatividad de un colectivo, o más graciosa aún lo que asquerosamente están llamando la revolución de los caseteros de la feria de Sevilla, lo que no es más que la protesta de unos explotadores pidiendo que les dejen tener esclavos. Insisto, una empresa que sustenta sus beneficios a través de la explotación de las personas, no es una empresa, es un cártel. Hoy que pasan esas cosas no está mal recordar quiénes somos y en qué nos quieren convertir.
Esas situaciones tan en contra de los intereses del común también tienen un nombre: contrarrevoluciones. No lo permitamos.
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