¿Cómo vamos a aceptar sólo 120.000 refugiados? ¿Va a dar la UE la espalda a millones de vidas? Hoy, la pregunta tiene una clara respuesta: sí, y sin despeinarse.
A raíz de un viaje de ocio, la semana pasada visité Madrid y tuve el gusto de volver a perderme entre sus calles en una mañana de miércoles soleada y bastante animada. No desaproveché la oportunidad para tomarme un buen par de porras y un café cargado en uno de sus castizos bares. En los periódicos mi Atlético de Madrid era portada. La noche anterior yo lo había vivido en la grada, habíamos pasado in extremis a cuartos de final de la Champions League. Cámara en mano y con la latente alegría de la victoria me puse en camino, en busca de alguna foto interesante del centro neurálgico de la capital.
En la Puerta del Sol ese mismo día pero por la tarde iban a concentrarse una multitud de ciudadanos con conciencia para protestar contra el preacuerdo con Turquía y la expulsión de los refugiados y refugiadas de Europa. Yo, horas antes, caminando por la Gran Vía, iba en busca de una de las fotos que siempre que tengo oportunidad me lanzo a realizar. El edificio Metrópolis, aquel en el que acaba la calle Alcalá y se inaugura la arteria turística de Madrid era mi objetivo. Me acerqué, me sitúe y miré por el visor. ¡Sorpresa! Con Turquía hemos topado. El centenario edificio Metrópolis está en remodelación y la lógica perversa del capital encuentra espacio hasta en mi tarjeta de memoria. La calle Alcalá la cierra nada más y nada menos que un rótulo gigante de Turkish Airlines, una compañía aérea turca que también es utilizada como sujeto promocional y turístico para que visitemos el país otomano. Sí, visitar Turquía es un atractivo que, sin duda alguna, me llama la atención. Recordé su historia, su occidentalización, la creación del Estado turco, su relativa cercanía. Imaginé Estambul, el Bósforo, Santa Sofía, la Mezquita Azul... los campos de refugiados, los desiertos llenos de tiendas de campaña improvisadas, la miseria, la escasez. Un circuito turístico sin derechos humanos incluidos en el paquete.
¿Quién no piensa en los refugiados si en estos días lee "Turquía"? La Unión Europa, en renuncia al principio de solidaridad internacional por el que se debería regir, a partir del acuerdo con Turquía va a expulsar a todos los refugiados hacia el otro del Mediterráneo. Inmerso en la reflexión y ante la impotencia de no haber podido fotografiar Metrópolis, decidí dar media vuelta y caminar hacia Cibeles. Allí, aún cavilando, me encontré con la otra cara de la moneda: la conciencia. En el consistorio madrileño hace unos meses el gobierno municipal que preside Manuela Carmena decidió colocar una gran pancarta en consonancia al momento histórico que vivimos, "Refugees Welcome". De esta manera y sumido, una vez más, en la polémica, el Ayuntamiento de Madrid decidió tomar la iniciativa y dar una simbólica bienvenida a todos aquellos padres, madres e hijos de la guerra sirios de los que hoy Europa se quiere desentender. Todo ello ocurrió hace unos meses en un contexto complicado, cuando muchos nos preguntábamos con indignación: ¿cómo vamos a aceptar sólo 120.000 refugiados? ¿Va a dar la UE la espalda a millones de vidas? Hoy, la pregunta tiene una clara respuesta: sí, y sin despeinarse.
Ni Metrópolis, ni Cibeles. Turkish Airlines y Refugees Welcome. Mi visita por el centro de Madrid se volvió en apenas unos minutos en un ejercicio de sarcástica cavilación. Visitar Turquía es cuestión de perspectiva. Disparé. En aquel momento mi cámara lo archivó. Madrid tiene un buen gobierno y todos tenemos un mal sistema. La hipocresía no llena portadas de periódicos.